Vol. 1 N° 2
Julio - Diciembre 2024
Este ensayo tuvo el propósito de reflexionar sobre la integración del emprendimiento en la formación académica del psicólogo desde las oportunidades y desafíos actuales y hacia el futuro respecto a los beneficios personales y sociales. El sustento teórico se desarrolló en tres aspectos: emprendimiento como competencia clave en la psicología moderna, desafíos y oportunidades de la formación emprendedora en psicología y perspectiva futurista del psicólogo, siguiendo la dinámica de una investigación bibliográfica, en la cual se implementó la técnica del fichaje, con el fin de seleccionar artículos escritos en el idioma inglés para los argumentos pertinentes. Entre las conclusiones se destaca que el emprendimiento en psicología amplía oportunidades laborales, fomenta habilidades blandas y empresariales, impulsa soluciones innovadoras en salud mental, y fundamenta el interés por mantener principios éticos para un impacto positivo en la comunidad. En términos prospectivos, se resalta la integración del emprendimiento en la psicología como clave para innovar, ampliar horizontes profesionales y generar impacto social significativo y sostenible.
This essay had the purpose of reflecting on the integration of entrepreneurship in the academic training of the psychologist from the current opportunities and challenges and towards the future regarding personal and social benefits. The theoretical support was developed in three aspects: entrepreneurship as a key competence in modern psychology, challenges and opportunities of entrepreneurial training in psychology and futuristic perspective of the psychologist, following the dynamics of a bibliographic research, in which the signing technique was implemented in order to select articles written in the English language for the relevant arguments. Among the conclusions, it stands out that entrepreneurship in psychology expands job opportunities, fosters soft and business skills, promotes innovative solutions in mental health, and bases the interest in maintaining ethical principles for a positive impact on the community. In prospective terms, the integration of entrepreneurship in psychology is highlighted as a key to innovating, expanding professional horizons and generating significant and sustainable social impact.
Actualmente, el ámbito formativo académico en psicología enfrenta el reto de adaptarse a un mundo en constante cambio, cargado de nuevos escenarios que demandan un perfil multifacético de los profesionales en psicología, dentro de exigencias laborales que distinguen no solamente las competencias específicas propias de la disciplina, sino además, habilidades emprendedoras que permitan la innovación, generación de un segundo valor, y la adaptabilidad a la diversidad de situaciones demandantes de este campo especializado en la conducta humana.
No obstante, tradicionalmente, la formación en psicología ha estado centrada en la adquisición de conocimientos teóricos y habilidades clínicas, dejando en un segundo plano el desarrollo de competencias empresariales que puedan potenciar la independencia profesional y la creación de nuevas oportunidades laborales. De allí la importancia de asumir desde la formación académica universitaria, la responsabilidad de formar a estudiantes en habilidades disciplinares, pero también en competencias integrales transferibles a la dinámica del mercado laboral, en la representatividad de superar los desafíos de muchos graduados que según Schweinsberg et al. (2021) reportan una falta de habilidades y confianza para hacer frente a las exigencias del empleo.
En este orden de ideas, el emprendimiento, entendido como la capacidad de identificar oportunidades, gestionar recursos, y asumir riesgos para la creación de proyectos innovadores, se comprende dentro de un aval representativo como competencia clave en múltiples disciplinas, incluyendo la psicología. Sin embargo, la integración de estas competencias dentro del currículo formativo de los psicólogos es aún un área emergente, poco explorada y con amplias posibilidades de desarrollo. En este sentido, al fomentar el espíritu emprendedor en los estudiantes de psicología, conlleva a escenarios significativos hacia una mayor autonomía profesional, en los cuales se promueve la capacidad para intervenir en contextos no tradicionales, ampliar el impacto social, e ir generando nuevas soluciones a problemas complejos de la salud mental y el bienestar psicosocial.
Este artículo tiene como objetivo reflexionar sobre la integración del emprendimiento en la formación académica del psicólogo desde las oportunidades y desafíos actuales y hacia el futuro respecto a los beneficios personales y sociales. En este orden de ideas, en correspondencia con una investigación bibliográfica se implementó la técnica del fichaje, con el fin de seleccionar la revisión de propuestas teóricas relacionadas con la temática en torno al emprendimiento como competencia clave en la psicología moderna, desafíos y oportunidades de la formación emprendedora en psicología y perspectiva futurista del psicólogo.
El contexto trascendente de la formación del psicólogo al involucrar el emprendimiento ha venido abriendo caminos en las últimas décadas por su relevancia como una competencia esencial frente a los nuevos requerimientos de empleabilidad independiente y adaptabilidad al sistema de transformaciones socioeconómicos inherentes al mercado laboral cada vez más dinámico. En este ejercicio de repensamiento, la formación en psicología debe traspasar los límites de una educación centrada en el desarrollo de habilidades clínicas y el dominio de teorías psicológicas, y poner la mirada holística en términos de los aspectos relacionados con la innovación desde la gestión empresarial.
Por lo tanto, en esta era contemporánea, caracterizada por la Cuarta Revolución Industrial y un entorno económico volátil, se hace evidente que los psicólogos requieren competencias emprendedoras a fin de poder diversificar sus oportunidades profesionales, aumentar el impacto social y promover su independencia profesional (Schweinsberg et al., ob. cit.). Vale la pena destacar que, el emprendimiento en psicología no se limita a la creación de empresas tradicionales, sino que, se ha de buscar la integración de la capacidad de los psicólogos para identificar oportunidades, generar soluciones trascendentes a problemas complejos de la conducta humana, al diseñar intervenciones en su campo de acción, intencionadas hacia el bienestar de los individuos y las comunidades.
En palabras de Yang (2024) la integración de la psicología positiva en la educación de innovación y emprendimiento contribuye significativamente al desarrollo integral de los estudiantes, diversificando caminos educativos al ir fortaleciendo habilidades esenciales para el éxito en entornos inciertos competitivos. Los razonamientos del autor precitado resaltan la educación en emprendimiento, al optimizarse y enriquecerse con nuevos enfoques formativos que fomentan la capacidad de pensar de manera innovadora al manejar recursos, especialmente frente a desafíos complejos.
Por lo tanto, la formación en emprendimiento mejora la adquisición de conocimientos, facilita la aplicación práctica de habilidades clave, además, prepara a los estudiantes para enfrentar la incertidumbre del mundo laboral moderno. Lo mencionado anteriormente, mantiene las implicaciones en el orden del emprendimiento, entendido más allá de una actividad económica, que posibilita el hacer efectivo en el marco de las habilidades como la toma de decisiones en situaciones inciertas, creatividad para abordar problemas, demostrar la capacidad de gestionar recursos, los cuales son categorías esenciales en la adaptación frente a las demandas actuales del mercado laboral.
Estas habilidades, otorgan luces de apropiación significativa que permiten a los psicólogos la adaptabilidad debido a las necesidades emergentes de la sociedad, así como el escenario expansible de su rol más allá de las consultas tradicionales, lo que significa poder ampliar otros ámbitos de intervención, como el asesoramiento organizacional, la salud ocupacional, el desarrollo de tecnologías de salud mental, entre otras.
En el mismo esquema de proposiciones, se distinguen diversos estudios que han demostrado que la integración del emprendimiento en los programas de formación de psicólogos, favorece el empoderamiento de los estudiantes y su capacidad para enfrentar desafíos del entorno laboral post-pandemia, donde la demanda de servicios psicológicos ha aumentado significativamente, debido a las profundas transformaciones que ha generado en la estructura del trabajo y sus implicaciones en la salud y el bienestar de los trabajadores.
Como señalan Peters et al. (2022) específicamente, la pandemia de COVID-19 aceleró tendencias preexistentes en las condiciones laborales, resaltando la importancia del trabajo en la configuración de la salud de la población. Factores como la exposición a riesgos en el lugar de trabajo, el estrés ocupacional, la sobrecarga laboral y los horarios impredecibles han contribuido al aumento del agotamiento, el malestar psicológico y problemas cardiovasculares, exigiendo respuestas integradas que promuevan la resiliencia tanto de las organizaciones como de los trabajadores.
En este contexto, los psicólogos juegan un papel clave al abordar estos problemas mediante intervenciones en la salud mental y la adaptación de los trabajadores a las nuevas condiciones laborales, siendo fundamentales para mitigar los efectos negativos y promover el bienestar en el mundo laboral. Ahora bien, en el ámbito de la formación del psicólogo, la investigación de Cui (2021) destaca este factor de interés al influir en el comportamiento emprendedor, mediado por el capital psicológico, que abarca dimensiones como la autoeficacia, esperanza, resiliencia y optimismo.
De estos componentes, la autoeficacia, es una categoría medular, que permite tener confianza en las habilidades para tomar decisiones bajo incertidumbre, resolver problemas de manera creativa al gestionar eficazmente los recursos necesarios para emprender y sostener proyectos innovadores en sus campos de acción. Así, el capital psicológico, se convierte en una base significativa para desarrollar competencias transferibles, tanto en la gestión de su práctica privada, como en la creación de proyectos que integren diferentes disciplinas o enfoques. El capital psicológico es esencial en el fomento de la creatividad y el sostenimiento de comportamientos innovadores, lo cual activa las nuevas realidades de innovación en servicios terapéuticos o intervenciones psicológicas en diversos contextos, como la clínica, la organización o el trabajo comunitario.
Además, la investigación mencionada, pone de manifiesto que la educación emprendedora mejora las competencias emprendedoras de los estudiantes, un aspecto fundamental para los psicólogos que desean incursionar en el emprendimiento, desarrollando sus habilidades académicas, así como las prácticas psicológicas que los habilitan para enfrentar los desafíos del mercado, la incertidumbre financiera, y la innovación constante en su campo profesional.
Desde esta perspectiva, Cui (ob. cit.) da cabida a la puesta en práctica de políticas educativas que deben considerar tanto los factores educativos externos factores psicológicos internos, así como el capital psicológico, para mejorar el comportamiento emprendedor. Esto resuena con la realidad de los psicólogos emprendedores que necesitan manifestarse en sobre una plataforma teórica enriquecida con las nuevas tendencias, así como la interpretación de las capacidades psicológicas y emocionales para persistir en la adaptabilidad a los entornos complejos y cambiantes.
De hecho, la incorporación del emprendimiento en la psicología moderna es una necesidad que responde a las exigencias formativas de los futuros psicólogos para un mercado laboral en constante evolución, frente a la incertidumbre creciente de la realidad y naturaleza humana demandante de soluciones innovadoras para enfrentar los problemas de salud mental a nivel global.
El contexto de la formación emprendedora en psicología se convierte en una herramienta estratégica para dotar a los psicólogos de las habilidades necesarias en su representatividad como agentes de cambio en sus comunidades, lo cual puede generar un mayor impacto que se reconoce más allá del espacio clínico por la creación de valor social a través de su práctica profesional.
De allí que, los elementos significativos a los cuales hacen referencia Kozan & Blustein (2018), permiten comprender cómo la integración de principios de justicia social en la psicología profesional, se extienden en su impacto más allá del espacio clínico. Los psicólogos, al incorporar esta categoría y la defensa de los derechos de grupos marginados, muestran su capacidad para gestionar desafíos y oportunidades en la práctica profesional de una manera que crea valor social. Este valor se manifiesta en su participación en la lucha contra las desigualdades sistémicas y en la promoción de cambios sociopolíticos que beneficien, tanto a sus clientes como a la sociedad en general.
Este enfoque no se limita a la terapia individual, sino que busca modificar estructuras sociales injustas a través de acciones sensibles que van ampliando así el campo de la psicología para incluir un impacto interdisciplinario. Los psicólogos, al adoptar este tipo de competencias, dan cabida al potencial de desarrollar proyectos innovadores que trascienden el consultorio, abordando problemas sociales, económicos y políticos. Situación que enriquece la práctica profesional, además de reforzar el rol como agentes de cambio social, incrementando su relevancia en la creación de servicios psicológicos innovadores y proyectos interdisciplinarios.
Por lo tanto, el emprendimiento debe ser considerado una competencia clave en la formación académica de los psicólogos, en tanto es una categoría significativa al poder diversificar las oportunidades profesionales de esta área del desarrollo humano, así como en el fomento de la independencia laboral, en atención a las nuevas realidades cambiantes de la sociedad. Es imperativo que las instituciones educativas a través de sus programas académicos inherentes a la formación de estos profesionales revisen y actualicen sus currículos para integrar competencias emprendedoras que consolide su potencial en el entorno profesional.
Es así como se comprende que, la formación emprendedora en psicología presenta tanto desafíos como oportunidades únicas, reflejadas como características particulares de la profesión, su contexto social y académico. De hecho, uno de los principales desafíos es la transición desde un modelo tradicional de psicología, orientado principalmente hacia la práctica clínica o de asesoramiento, hacia un enfoque que integre habilidades emprendedoras.
Este escenario, se avizora en torno a un cambio paradigmático en la formación de los psicólogos, ya que la mayoría de los programas educativos no han incluido, de manera estructurada, competencias empresariales o el fomento de la mentalidad emprendedora. El psicólogo, tradicionalmente percibido como un profesional dedicado al tratamiento de la salud mental y bienestar emocional, enfrenta la tarea de redefinir su rol como agente de cambio social, creador de valor, lo cual exige la incorporación de conocimientos en gestión de proyectos, liderazgo, marketing e innovación.
En este sentido, los desafíos y oportunidades inherentes a las exigencias en la incorporación de este tipo de conocimientos, es visto por Fareed et al. (2023) en la formación emprendedora del psicólogo, a través del análisis del liderazgo transformacional y su relación con el empoderamiento psicológico, donde se demuestra cómo el éxito de los proyectos depende de las competencias técnicas y de la capacidad del líder para empoderar a su equipo, lo cual tiene implicaciones significativas para la formación académica.
Por su parte, Fareed et al. (ob. cit.) destacan que el éxito de los proyectos ha cobrado mayor relevancia debido a la transformación tecnológica y la globalización, lo cual da a entender que en la formación del psicólogo es fundamental adquirir conocimientos en gestión de proyectos, al desarrollar los diferentes factores que van más allá de los sistemas, enfatizando la necesidad de una gestión humana eficaz. Los psicólogos, al integrar habilidades de gestión de proyectos, pueden aplicar estos conocimientos en diversos ámbitos, como la creación de iniciativas de salud mental, organizaciones sin fines de lucro o emprendimientos sociales.
Asimismo, en lo que se refiere al liderazgo transformacional, los mencionados autores hacen énfasis en esta categoría al motivar e inspirar a los equipos, lo cual afecta directamente el éxito del proyecto. De este modo, el empoderamiento psicológico, influye en el desempeño de los proyectos, lo cual conlleva a reflexionar en términos formativos sobre la significancia del liderazgo para los psicólogos emprendedores, quienes deben ser capaces de asumir esta condición en los equipos multidisciplinarios, con el fomento de la cooperación, orientación hacia el éxito, creación y gestión de proyectos innovadores en el ámbito psicológico.
En la formación del psicólogo, la integración de estas competencias permitiría innovar en el campo de la psicología, además de crear servicios y productos atractivos y sostenibles en un mercado competitivo. De igual modo, un desafío relevante es la resistencia institucional y cultural hacia el emprendimiento en psicología. Muchos profesionales y académicos del campo aun interpretan el emprendimiento como una desviación de la misión ética de la psicología, que es ayudar a las personas a mejorar su bienestar. Sin embargo, este enfoque conservador ignora la creciente necesidad que los psicólogos adapten sus habilidades a un entorno cambiante, donde la creación de servicios innovadores, la gestión de organizaciones de salud mental, o el desarrollo de nuevas plataformas de intervención digital, son esenciales para responder a las demandas sociales.
A pesar de estos desafíos, también existen numerosas oportunidades. La formación en emprendimiento ofrece a los psicólogos la posibilidad de ampliar su campo de acción más allá del entorno clínico tradicional. Al desarrollar competencias emprendedoras, los psicólogos pueden identificar nichos de mercado en áreas como la tecnología aplicada a la salud mental (apps, plataformas en línea), servicios especializados para poblaciones vulnerables, consultoría organizacional y formación en bienestar emocional en el ámbito empresarial, entre otros.
De este modo, lo señalan Frese et al. (2016) en cuanto a la perspectiva emprendedora que les permite a los psicólogos, crear iniciativas de alto impacto para el beneficio de los individuos y de las comunidades, promoviendo un cambio social significativo y sostenible. En términos sociales, la creación en este escenario es uno de los aspectos más relevantes dentro del emprendimiento en psicología. Los psicólogos emprendedores tienen la capacidad de diseñar soluciones que aborden los problemas individuales, como también los desafíos colectivos derivados de desigualdades sociales, en cuanto al acceso limitado a servicios de salud mental en áreas marginadas. Por lo tanto, todo ello representa una oportunidad, en tanto se puedan asumir intervenciones que promuevan la equidad y el bienestar comunitario, conectando así la praxis psicológica con una visión más amplia de transformación social.
El emprendimiento en el campo de la psicología está emergiendo como un componente formativo hacia el ejercicio profesional, reflejando evolución en el entendimiento de su rol en la sociedad contemporánea. Esta transformación se asocia con la capacidad demostrada al abrir sus propias prácticas, abarcando el desarrollo de competencias significativas que les permiten adaptarse a un entorno profesional en constante cambio.
De acuerdo con Wu et al. (2021) el bienestar mental en el lugar de trabajo se ha convertido en una preocupación creciente. Las mejores prácticas identificadas, que incluyen el apoyo del liderazgo, la creación de entornos saludables y políticas laborales adecuadas, ofrecen un marco significativo para que los psicólogos pueden involucrarse con programas de salud mental. Además, el desarrollo de servicios de salud mental como los programas de asistencia al empleado puede ser optimizado por psicólogos emprendedores. Al abordar el estigma y promover una cultura de salud mental, estos profesionales contribuyen al bienestar del personal, contribuyendo con las mejoras de productividad y satisfacción laboral.
En este orden de ideas, la integración del emprendimiento en la formación académica del psicólogo es un aval representativo que asegura la exploración de diversas vías laborales, más allá de las tradicionales, lo cual da cabida al fomento de una mentalidad de negocios que trasciende el ejercicio formativo en la universidad, en tanto, se proyecta la eficiencia que les capacita para la identificación y capitalización de oportunidades en áreas como la psicología organizacional, la consultoría, la educación y la salud mental comunitaria.
En otras palabras, el emprendimiento impulsa la innovación en la práctica psicológica, desafiando a los futuros psicólogos a pensar creativamente sobre cómo ofrecer sus servicios. La formación en emprendimiento a su vez enfatiza la necesidad de adaptabilidad en los nuevos escenarios tecnológicos y sociales, alentando a los psicólogos a utilizar herramientas digitales, plataformas en línea y técnicas de intervención innovadoras. Dada esta flexibilidad, es un potencial valorado por clientes en actuaciones múltiples de intervención.
Vale la pena mencionar que, el emprendimiento en la formación del psicólogo destaca el desarrollo de habilidades blandas, como el liderazgo, la comunicación efectiva y la gestión del tiempo, las cuales son identificadas como competencias vitales en el éxito de cualquier actividad, pero son especialmente relevantes para los psicólogos que deben interactuar con diversos grupos, liderar equipos de trabajo y manejar situaciones complejas. El fortalecimiento de estas habilidades contribuye a una práctica psicológica efectiva y a un impacto social más amplio.
Sobre esta base, se toman en cuenta los razonamientos de Ubfal et al. (2022) al significar que los programas de capacitación que incorporan habilidades blandas, como la iniciativa personal y la perseverancia, tienen un impacto positivo en los resultados empresariales a corto plazo. En este sentido, las habilidades emprendedoras ayudan a superar obstáculos, anticipar problemas y adaptarse a los cambios en los negocios. Por lo tanto, según los mencionados autores, la formación del psicólogo al enfocarse en habilidades blandas, en lugar de combinarlas con habilidades duras, muestran mayores efectos positivos en la adopción de prácticas empresariales. Esto sugiere el fundamento necesario para fomentar la resiliencia y la proactividad en los emprendedores.
En concreto, la perspectiva futurista del emprendimiento en psicología es asociada con el compromiso definido hacia el bienestar comunitario. Los psicólogos emprendedores son más propensos a involucrarse en iniciativas que aborden problemas sociales, como la salud mental de los grupos sociales o la educación en habilidades socioemocionales. Desde esta perspectiva, se enriquece la práctica individual del psicólogo, al ir promoviendo un sentido de responsabilidad social en cuanto al impacto positivo en la comunidad.
Asimismo, los psicólogos deben navegar cuestiones éticas y de regulación en sus prácticas emprendedoras, asegurándose que su enfoque se mantenga en el bienestar del cliente y la integridad profesional. La formación académica debe incluir la enseñanza de estas consideraciones éticas para preparar a los futuros psicólogos a enfrentar los dilemas emergentes bajo la incertidumbre que puedan surgir en su práctica.
Este ensayo se planteó el objetivo de reflexionar sobre la integración del emprendimiento en la formación académica del psicólogo desde las oportunidades y desafíos actuales y hacia el futuro respecto a los beneficios personales y sociales. Al enfocar su cumplimiento se establecen las siguientes conclusiones:
Cui, J. (2021). The influence of entrepreneurial education and psychological capital on entrepreneurial behavior among college students. Frontiers in Psychology, 12, Article 755479. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.755479
Fareed, M. Z., Su, Q., & Aslam, M. U. (2023). Transformational leadership and project success: The mediating role of psychological empowerment. SAGE Open. https://doi.org/10.1177/21582440231154796
Frese, M., Gielnik, M. M., & Mensmann, M. (2016). Psychological training for entrepreneurs to take action: Contributing to poverty reduction in developing countries. Current Directions in Psychological Science, 25(3), 196–202. https://doi.org/10.1177/0963721416636957
Kozan, S., & Blustein, D. L. (2018). Implementing social change: A qualitative analysis of counseling psychologists’ engagement in advocacy. The Counseling Psychologist, 46(2), 154–181. https://doi.org/10.1177/0011000018756882
Peters, S. E., Dennerlein, J. T., Wagner, G. R., & Sorensen, G. (2022). Work and worker health in the post-pandemic world: A public health perspective. The Lancet Public Health, 7(2). https://doi.org/10.1016/S2468-2667(21)00259-0
Schweinsberg, A., Mundy, M. E., Dyer, K. R., & Garivaldis, F. (2021). Psychology education and work readiness integration: A call for research in Australia. Frontiers in Psychology, 12, 623353. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.623353
Ubfal, D., Arráiz, I., Beuermann, D. W., Frese, M., Maffioli, A., & Verch, D. (2022). The impact of soft-skills training for entrepreneurs in Jamaica. World Development, 152, 105787. https://doi.org/10.1016/j.worlddev.2021.105787
Wu, A., Roemer, E. C., Kent, K. B., Ballard, D. W., & Goetzel, R. Z. (2021). Organizational best practices supporting mental health in the workplace. Journal of Occupational and Environmental Medicine, 63(12), e925-e931. https://doi.org/10.1097/JOM.0000000000002407
Yang, Y. (2024). Thinking on improving students’ innovation and entrepreneurship ability based on positive psychology. Education Reform and Development, 6(3), 87-92. https://doi.org/10.26689/erd.v6i3.6610