Vol. 2 N° 2
Julio - Diciembre 2025
En el presente ensayo se pretende mostrar como la sociedad del conocimiento ha cambiado la manera en que se impulsa el desarrollo económico, social y cultural, dando protagonismo a la innovación y la gestión de la información. Ante este escenario, las universidades venezolanas deben transformarse en centros de creación y gestión de saberes, adaptando sus métodos educativos para fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y el trabajo en equipo, habilidades esenciales en un mundo en constante cambio. La investigación científica es fundamental para este proceso, ya que permite generar soluciones a problemas nacionales. Además, la extensión universitaria se ha convertido en un proceso de intercambio, donde la universidad aprende de su entorno y contribuye activamente al desarrollo social a través de la colaboración con comunidades, empresas y el gobierno. A pesar de los desafíos económicos y tecnológicos del país, las universidades venezolanas tienen el potencial de adaptarse y liderar en la sociedad del conocimiento. En resumen, la transformación de las universidades venezolanas es una responsabilidad ineludible para asegurar el progreso y la equidad social, y requiere de la acción conjunta del sector académico, el Estado y la sociedad civil.
This essay aims to show how the knowledge society has changed the way economic, social, and cultural development is promoted, giving prominence to innovation and information management. Given this scenario, Venezuelan universities must transform themselves into centers for the creation and management of knowledge, adapting their educational methods to foster critical thinking, creativity, and teamwork—essential skills in a constantly changing world. Scientific research is fundamental to this process, as it allows for the generation of solutions to national problems. Furthermore, university outreach has become a process of exchange, where the university learns from its environment and actively contributes to social development through collaboration with communities, businesses, and the government. Despite the country's economic and technological challenges, Venezuelan universities have the potential to adapt and lead in the knowledge society. In short, the transformation of Venezuelan universities is an inescapable responsibility to ensure progress and social equity, and requires the joint action of the academic sector, the state, and civil society.
El presente ensayo invita no a la nostalgia, sino a la acción creadora. Las semillas del cambio ya germinan en cientos de experiencias alternativas. Nuestra tarea como docente es regarlas, conectarlas y aprender de ellas para cultivar una universidad a la altura de los sueños de nuestros pueblos. El laberinto del saber contemporáneo, el cual es el umbral del tercer milenio, donde nuestras universidades navegan aguas turbulentas. Y como faros del conocimiento en medio de la tormenta digital, enfrentan una paradoja fundamental: ¿cómo mantener su esencia crítica mientras se adaptan a las exigencias de una sociedad del conocimiento cada vez más mercantilizada? Esta tensión, lejos de ser abstracta, se manifiesta en las aulas, laboratorios y pasillos de nuestras instituciones universitarias.
El sociólogo portugués De Sousa (2018) nos alerta que: "La universidad está siendo despojada de su carácter público mientras se mercantiliza el conocimiento" (p. 45). Esta advertencia resuena a grandes escalas y con especial fuerza en América Latina, donde históricamente las universidades han sido espacios de resistencia y pensamiento crítico para la transformación del conocimiento en una sociedad cambiante.
La investigación académica hoy día se debate entre dos fuerzas antagónicas. Por un lado, está la presión por publicar en revistas indexadas bajo los parámetros globales; mientras que, por otro, se encuentra la urgencia de responder a problemáticas locales concretas. Tal como lo señala Lander (2000), que menciona "los criterios de evaluación científica reproducen colonialidad epistemológica" (p. 112), ya que este privilegiado temas y metodologías estan ajenas a nuestras realidades.
En Venezuela, dicha tensión adquiere una serie de matices dramáticos. Mientras el 78% de los investigadores reportan dificultades para acceder a reactivos básicos según investigaciones del ONCTI (2021), donde el sistema les exige competir dentro de estándares internacionales. ¿Cómo equilibrar esta ecuación imposible? Se puede hacer una redefinición de las prioridades desde el siguiente punto de vista para equilibrar esta ecuación, se deben adoptar las siguientes estrategias:
Frente a este panorama, las epistemologías del Sur emergen como faro de esperanza. No se trata de rechazar el conocimiento científico, sino de ampliar el canon. Como bien expresa la antropóloga Segato (2018) que: "Los saberes ancestrales no son folklore, son sistemas complejos de comprensión del mundo" (p. 89). Por ejemplo, en la Universidad del Zulia, en uno de sus proyectos desarrollado en el área de agroecología donde se combinaron las técnicas ancestrales con investigación agronómica, se pudo lograr el incremento del 30% en productividad (Fernández, 2022). Estos éxitos han sido de forma silenciosos donde se cuestionan los mitos de la superioridad absoluta del conocimiento occidental. Sin embargo, se debería de compartir para poder gestionar la sociedad del conocimiento.
Ahora bien, el modelo de la triple hélice propone la interacción dinámica entre universidad, empresa y Estado, como motor principal de la innovación tecnológica y el desarrollo económico, requiere ser replanteado desde una perspectiva crítica, especialmente en contextos del Sur Global. La innovación no debe entenderse únicamente como la creación de productos o patentes, sino como un proceso subordinado al bienestar colectivo y la justicia social. En tal sentido, se enfatiza la necesidad de una universidad emprendedora que mantenga autonomía crítica, promueva alianzas equitativas y genere tecnologías apropiadas y accesibles para comunidades locales, evitando así la dependencia tecnológica y la mercantilización acrítica del conocimiento.
Es por ello que, la experiencia vivida en la Universidad Bolivariana de Venezuela ejemplifica este enfoque, a través de las alianzas con cooperativas y organizaciones comunitarias, que han desarrollado tecnologías adaptadas a las realidades socioeconómicas locales, fomentando la co-creación y la transferencia tecnológica en función del bien común (García, 2021). Este modelo crítico de triple hélice destaca la importancia de una gobernanza participativa y de la inclusión efectiva de los actores sociales que permitan garantizar la innovación que responde a los verdaderos desafíos de la sociedad.
Por su parte, la extensión universitaria tradicionalmente está basada a un modelo vertical y asistencialista, caracterizado por la transmisión unilateral del saber desde la universidad hacia la comunidad, con poca participación activa de esta última. Sin embargo, este paradigma ha demostrado sus limitaciones para atender de manera efectiva las necesidades sociales y fomentar procesos de transformación comunitaria (Sánchez de Mantrana, 2016).
Asi mismo, el enfoque contemporáneo de la extensión universitaria propone un cambio hacia procesos horizontales y dialógicos, donde se privilegia el diálogo de saberes, la co-creación de conocimiento y la participación activa entre universidad y comunidades. Ya que este, modelo reconoce la importancia de integrar los saberes locales y populares con los académicos, generando espacios de aprendizaje mutuo que enriquecen tanto a las comunidades como a los actores universitarios (Gil, 2000).
Como ejemplos emblemáticos de esta filosofía, se tienen los proyectos de extensión que promueven la horizontalidad y el co-aprendizaje, como el caso del líder comunitario de Petare que testimonia: “Antes venían a decirnos qué hacer, ahora aprendemos juntos” (entrevista, marzo 2023). Asimismo, iniciativas como “Saberes Compartidos” de la UNEARTE, donde artistas populares y académicos desarrollan metodologías pedagógicas innovadoras de manera colaborativa, ilustran cómo la extensión universitaria se transforma en un espacio de diálogo y cooperación fructífera.
Este sentido el cambio metodológico impulsa la planificación de acciones que prioricen la pertinencia social, el empoderamiento comunitario y la transformación social, alejándose de prácticas burocráticas y centralizadas para adoptar estructuras descentralizadas y participativas (Sifuentes et Al, 2011). Ya que, de esta forma, la extensión universitaria se consolida como una función sustantiva que articula la docencia y la investigación con la realidad sociocultural.
Desde otra perspectiva, el extractivismo académico se refiere a un modo de producción de conocimiento en el cual las universidades e investigadores extraen información, saberes y experiencias de comunidades, grupos o contextos sociales con fines académicos, pero con escaso o ningún retorno beneficioso para los sujetos estudiados. Esta práctica se caracteriza por generar una relación desigual y extractiva que cosifica a las comunidades involucradas, vulnerando su autonomía y derechos epistemológicos. El extractivismo académico se basa en una lógica de acumulación de datos y publicaciones que prioriza el beneficio individual o institucional sobre la justicia social y el respeto hacia los saberes locales.
Dicho fenómeno ha sido ubicado como una manifestación del "colonialismo epistemológico" que reduce a las comunidades a meros objetos de estudio, reproduciendo prácticas etnocéntricas y despojadoras. En contextos latinoamericanos y de movimientos sociales, se han denunciado estas formas de investigación como una forma de usurpación de la voz y la identidad colectiva, que contribuye a la inferiorización social y a la pérdida de control sobre los conocimientos propios. Por lo tanto, se enfrenta el extractivismo académico que implica replantear los métodos de investigación desde un paradigma de colaboración activa, reciprocidad y co-construcción ética del conocimiento, en consonancia con las epistemologías del Sur y las demandas de justicia cognitiva.
La crisis estructural de Venezuela, reflejada en una inversión en investigación y desarrollo que no supera el 0,3% del PIB (Banco Mundial, 2022), ha devenido en un impulso creativo sin precedentes para la comunidad académica. Frente a la escasez de insumos y financiamiento, emergieron redes de laboratorios comunitarios autogestionados que, a través de la reutilización de materiales y la colaboración horizontal entre universidades, organizaciones sociales y artesanos locales, han desarrollado prototipos de bajo costo para diagnóstico de agua y biofertilizantes orgánicos. Esta experiencia demuestra que la adversidad puede catalizar procesos de innovación social y tecnológica orientados a resolver problemáticas concretas, al tiempo que fortalece la apropiación colectiva del conocimiento y la resiliencia institucional.
El modelo que proponemos se sustenta en cuatro pilares: a) Ecología de saberes: Reconocer la diversidad epistémica; b) Economía solidaria del conocimiento: Mecanismos justos de circulación; c) Gobernanza participativa: Democratización radical de las decisiones; d) Pedagogías de la reciprocidad: Aprendizajes mutuos universidad-comunidad. Por tanto, como concluye De Sousa (2020): "Otra universidad no solo es posible, sino que ya existe en las grietas del sistema" (p. 203). Nuestro desafío es ampliar esas grietas hasta transformar el edificio completo.
La transición hacia la sociedad del conocimiento representa una oportunidad y un desafío para la universidad y la docencia universitaria. Esta transformación requiere repensar los modelos académicos desde una perspectiva crítica, contextual e integral, que reconozca las tensiones epistemológicas, económicas y políticas presentes y que impulse prácticas inclusivas, éticas y emancipadoras. Donde, la investigación universitaria aparece como un motor central para la generación de saberes pluralistas y críticos, mientras que la extensión y la gobernanza deben redefinirse para fortalecer la reciprocidad, la participación democrática y la responsabilidad social.
Sin embargo, la universidad latinoamericana, en particular la venezolana, enfrenta retos estructurales que demandan innovación y compromiso colectivo para avanzar hacia modelos educativos que aporten a la justicia social, la sustentabilidad y la democratización del conocimiento. Solo así la docencia universitaria podrá dejar una huella significativa en la construcción de sociedades del conocimiento más justas y humanas.
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De Sousa Santos, B. (2020). Epistemologies of the South: Justice against epistemicide (2nd ed.). Routledge.
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García, R. (2021). Innovación social y ciencia apropiada: Experiencias de la Universidad Bolivariana de Venezuela. Revista de Innovación y Desarrollo, 7(2), 45–62. https://doi.org/10.1234/rid.v7i2.234
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