En Prospectiva - Revista científica arbitrada | Universidad Yacambú | ISSN: 2959-3425
Revista Honoris Causa | Universidad Yacambú

Vol. 6 N° 1

Enero - Junio 2025

Ontoaxiología crítica

Critical ontoaxiology

Félix Alberto Gil
Universidad Yacambú. Venezuela

Recibido: 05-03-2024
Aceptado: 10-01-2025

Resumen

La investigación es una función medular, que ha permitido al ser humano avanzar desde sus recuerdos más arquetípicos hasta el metaverso en su constructo social contemporáneo. La necesidad o deseo de explorar la incertidumbre de nuestras circunstancias se relaciona con la paradoja filosófica entre lo creíble y la doxa, así como entre la verita natura y la verita dei. Esto implica vislumbrar, a través de la razón, el Ser-a-Ser propuesto por la Otredad, la Alteridad y la Nostredad en el círculo de pares del conocimiento. Este escenario ha llevado a la Universidad Yacambú a formalizar y preparar, bajo un nuevo modelo de educación por competencias y habilidades, a las nuevas generaciones, fortaleciendo la metodología de sus educadores en el noble oficio de la enseñanza. A partir de esta realidad ontoepistémica, presento un aporte reflexivo sobre la investigación y sus avatares en la actualidad y los procesos andragógicos de enseñanza y aprendizaje, desde una perspectiva crítica que contribuya a la dinámica educativa de nuestra Alma Mater.

Palabras clave:
ontoaxiología; visión docente; otredad; alteridad; nostredad; Ser y a-Ser

Summary

Research is a core function, which has allowed human beings to advance from their most archetypal memories to the metaverse in their contemporary social construct. The need or desire to explore the uncertainty of our circumstances relates to the philosophical paradox between the credible and the doxa, as well as between the verita natura and the verita dei. This involves glimpsing, through reason, the Being-to-Being proposed by Otherness, Otherness, and Nostredad in the peer circle of knowledge. This scenario has led Yacambú University to formalize and prepare, under a new model of education by competencies and skills, the new generations, strengthening the methodology of its educators in the noble profession of teaching. From this ontoepistemic reality, I present a reflective contribution on research and its vicissitudes today and the andragogical processes of teaching and learning, from a critical perspective that contributes to the educational dynamics of our Alma Mater.

Keywords:
ontoaxiology; teaching vision; otherness; otherness; nostrity; Being and a-Being

Introducción

El conocimiento siempre ha sido exquisito en su doxa sapiencia, y muchas veces injusto en su proceder y magnánimo con aquellos que logran vislumbrar los albores de sus misterios indescifrables. Es un destello de encanto que no está al alcance de todos; se requiere una metódica sensiblemente humanista para captar alguna de las aristas que conducen a la razón del Ser, que constantemente lo aviva en dirección a la inconmensurable levedad de la incertidumbre, una necesidad ontológicamente humana.

Intentamos construir el conocimiento bajo premisas arraigadas en una sima axiológica que busca su fundamento no en el contenido, sino en la forma de ser y haciéndolo dúctil ante el frágil intento de combatir la infamante ignorancia. Este fenómeno se presenta como resultado de virtudes ortodoxas que se desconocen a sí mismas en el sagrado cortejo entre el diezmo otorgado por el conocimiento tácito y explícito, en comunicación anecdótica con este último, que se desvanece en una sórdida paradoja de pseudo saberes, propiciada por la injusticia cognitiva de un cerebro triuno poco utilizado.

En este contexto, la inadecuada praxis educativa es el hechizo de saberes sopesados desde la inmadurez, generada por la inmediatez de lo fatuo y la brevedad siempre contingente, así como por la incomprensión de una metodología pedagógica que parece imperecedera. Esto pone en tela de juicio los saberes con los que se intenta educar y formar a las actuales generaciones, que muestran una falta de interés por el proceso educativo y formativo convirtiéndose en duendes calamitosos revestidos de títulos que los transforman en guías de su propia atorrancia, por lo tanto, no logran reconocer el valor del conocimiento adquirido.

Visión crítica de la investigación a la luz de la docencia

A veces, contemplo con desesperanza aprendida que tiempos pasados fueron mejores, al menos en el ámbito educativo que formó a mi generación en la mitad del siglo pasado. Se trataba de un sincretismo de saberes encaminados al aprendizaje consciente, constante, compartido, riguroso, eficaz y relevante, donde los paradigmas educativos giraban en torno a lo proyectable y al progreso, siendo la investigación consecuencia lógica de la verita natura. A pesar de que las tecnologías han introducido nuevos y poderosos paradigmas omniscientes y omnipresentes, su manejo no ha sido empleado con la intención de informar e instruir, sino de distraer con mensajes vacíos e inoperantes, que solo estimulan la superficialidad del pensamiento y el comportamiento ineficaz.

Marshall McLuhan (1967) afirmó que "el medio es el mensaje", evocando el poder del artefacto comunicativo. Sin embargo, el metaverso ha introducido lo asincrónico como la posibilidad de perpetuar hechos y circunstancias en forma de relicto atemporal, brindando la oportunidad de ser comprendidos fuera de contexto. Esto construye una paradoja que reconfigura una, realidad desincronizada, capaz de alterar signo, símbolo, significado y significante, modificando la semiótica y el interaccionismo simbólico imbricado en nuestros códigos identitarios y activos socioculturales. Así, se construye una referencia sociocultural distópica que recrea verdades a partir de información suministrada por algoritmos, edificadas en función de la intencionalidad ideológica de su creador y el encanto de su consumidor.

En este escenario, la visión ficticia de la nueva gerencia del conocimiento académico se encuentra en un contexto caracterizado por realidades que generan desmotivación, pues compiten deslealmente con una casta de banalidades circunscritas a lo más sórdido de la fragilidad humana. Es una reiteración poderosa que inocula el mensaje de nuestra mortalidad sin objetivo y de nuestro tránsito sin propósito por este plano universal. Lejos están los paradigmas deontológicos, éticos y morales, que se constituyen en sombras tras umbrales indefinidos. Se trata de hacer volar la imaginación hacia confines ralentizados, sin responsabilidad social ni compromiso solidario con la alteridad, otredad y nostredad humanas.

Es así como, la realidad ha envuelto al docente actual, confinándolo a un territorio donde solo reproduce la información suministrada por los programas, intentando generar reflexiones que conduzcan al deseo de conocer lo ignorado. Esta situación puede etiquetarse como una subcultura de la enseñanza, donde los procesos de vinculación e integración del estudiante con su dinámica social, familiar y grupal, representados por propósitos distantes de sus objetivos académicos, rompen indefectiblemente con una formación gnoseológica, holística, heurística y praxeológica, convirtiendo al estudiante en una proyección anecdótica de lo que pudo ser y no es.

Este prolegómeno refleja un estado apocalíptico de las vicisitudes que enfrentamos en el panorama docente actual, un escenario plagado de adversidades que obstaculizan el cumplimiento de la razón que impulsa la voluntad de educar. Sin embargo, existen buenas noticias y estrategias que permiten comenzar a solventar, aclarar y mejorar estos escenarios dantescos. Nuevas metodologías y enfoques pedagógicos se imponen, impulsadas por el deseo de mejorar las estrategias, recursos y dinámicas necesarias para fortalecer los inagotables procesos de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, compartimos la visión de Bonilla (2020, p. 91) al evocar e interpretar a Freire en la "Pedagogía de la Esperanza", un buen augurio para el futuro docente en tiempos difíciles.

La primera señal de lucidez indica que educar a un estudiante universitario establece una dinámica formativa particular. Este se encuentra en una etapa fundamental de desarrollo cognitivo-conductual, exigiendo nuestra atención para establecer vínculos en términos académicos y pedagógicos. El deseo primigenio del estudiante es asociarse a un conocimiento que lo conduzca a su profesionalización, a través de la adquisición de habilidades y competencias que le garanticen un estatus académico que le permita ascender hacia los objetivos y metas trazados para su incorporación pertinente en un campo laboral, a pesar de los actuales contextos de incertidumbre que parecen cegar toda esperanza de éxito.

Otro aspecto preocupante es la figura de un docente con autoestima y autoconcepto que roza la inoperancia pedagógica, incapaz de vincularse con estudiantes adultos jóvenes. Su preparación se limita a estudiantes de educación media, con cualidades cognitivas y conductuales totalmente distintas, creando barreras emocionales, comunicativas y pedagógicas desvinculadas del ejercicio andragógico que caracteriza al estudiante universitario.

Intentar evitar la sorna que genera sentirse educado desde un paradigma que no me representa es una fuente inagotable de fracaso. Esto se debe a la imposición de modelos educativos desvinculados de las dinámicas sociales que maneja el estudiante actual en su realidad circunscrita al metaverso La necesidad es clara: debemos enfocarnos en los paradigmas de competencia y habilidades, como vehículo que conecta la razón del Ser con lo fundamental para su formación eficaz, eficiente y pertinente, donde la alteridad es un propósito de evocación.

Estas reflexiones, aunque complejas, son esenciales para comprender e interpretar las funciones de las organizaciones generadoras de conocimiento. Es relevante centrarse en dos aspectos fundamentales: la investigación y el aprendizaje significativo, que son vínculos sistémicos y ontoepistémicos que nos conducen a los procesos del difícil y delicado arte de la enseñanza praxeológica, gnoseológica, antropológica, filosófica, inductiva, deductiva, holística y humanista. Todas estas dimensiones son paradigmáticas para la formación de un pensamiento axiológico, bifurcado por la transcomplejidad y la transdisciplinariedad, necesarias para consolidar al investigador en formación.

Desde mi perspectiva como docente-investigador, educar requiere una dialógica eficaz y eficiente entre los saberes, el educador y sus estudiantes. Además, es importante que el docente comprenda de manera cabal la metodología y la interacción pedagógica-andragógica en el aula, prestando atención a la sinergia que generará aprendizajes colaborativos, cocreadores y reflexivos, en el entendimiento de qué, desean aprender sus estudiantes y cómo hacerlo.

En este complejo contexto, es importante reconocer, que la investigación juega un papel preponderante en el proceso de aprendizaje por competencias y habilidades, como lo enuncia el modelo educativo de la Universidad Yacambú en su desempeño.” Investigación Formativa”. Se trata de dar respuestas a partir de conocimientos tácitos y explícitos de una realidad particular, a través de una visión crítica, holística e inductiva y deductiva. Esto se logra mediante estrategias formativas aplicadas por el docente y reconocidas por los estudiantes en su interacción con las realidades a explorar, seleccionando con criterio y asertividad de las herramientas, estrategias y recursos que les permitan profundizar en posibles verdades o soluciones. Este es el inicio del camino que debe recorrerse para formar investigadores en el proceso de investigar.

En este sentido, La interacción entre aprendizajes significativos y versiones de soluciones a problemas lleva al estudiante a cuestionar sus conjeturas, referentes, camino investigativo, herramientas e instrumentos. Esto coloca al principiante en el epicentro de la incertidumbre que caracteriza toda investigación, llevándolo al aprendizaje por descubrimiento. Así, el estudiante comienza a entender que es necesario abordar una realidad de estudio a partir de sus reflexiones teóricas, su instrumental metodológico y las mejores herramientas y estrategias conceptuales para conocer, comprender e interpretar los procesos significativos de la metodología de investigación, así como su importancia y necesidad permanentes para obtener respuestas acordes con problemáticas preestablecidas y realidades construidas con criterios científicos.

De esta manera, el aprendiz transita junto al docente un camino de aprendizaje continuo, basado en modelos críticos, verdades inacabadas, soluciones parciales y puntos de vista diversos. Se trata de verdades en constante construcción y deconstrucción que necesitan aprender de lo aprendido y aprender haciendo. Alcanzado este parámetro metódico, es cardinal instruir al aprendiz en la deconstrucción de los supuestos significados que representan su objeto de estudio, resignificando la incertidumbre de la episteme pretendido para la investigación. La óptica praxeológica del estudio investigativo debe ser transdisciplinaria, permitiendo definir ontológicamente las variables que le signan y significan en su ámbito de ocurrencia.

Ahora bien, emerge el tema de la recolección de datos y los mejores instrumentos para su recopilación, procesamiento y presentación, como pasos metodológicos necesarios en la lógica investigativa. Muchas dudas al respecto, muestran el uso de determinados instrumentos, por lo que se han convertido en leyendas negras sobrevenidas de algún remoto paraje alejado de la verdad de los hechos. El dogma en torno a cuándo una muestra es probable para realizar una investigación ha generado explicaciones algebraicas que proponen un 30% como muestra mínima requerida.

Otra consideración oportuna, definir la naturaleza de la realidad (investigado), la naturaleza del conocimiento, las categorías epistémicas (investigador y escuela de pensamiento) y, categorías ontoepistémicas, son aquellas que emergen de la sinapsis entre las que plantea el investigador un aspecto ético (etic), lo investigado según la posición propia del investigador (emic) y el escenario de ocurrencia (transontoepistemia). Al poder definir, conocer y comprender los niveles y tipos de imbricación entre ellas, se generan las dimensiones que las representan, y que pueden convertirse en ejes transversales que garanticen, una aproximación a lo émico desde la ontoaxiología, es decir, la comprensión de las concepciones ontológicas que contribuyen al accionar, origen y ocurrencia del problema, mostrando las variables que lo enmarcan dentro de un contexto fenomenológico o hermenéutico particular y/o generalizando que algo puede ser empleado como muestra siempre que arroje suficiente información valiosa y pertinente sobre su condición ontoepistémica y axiológica.

En cuanto a los instrumentos, el investigador empleará tantos como considere necesarios para extraer información de su realidad contextualizada, destacando que el objetivo primordial es obtener datos que permitan comprender el emico investigado (entender cómo se percibe la realidad interna), considerando su comportamiento ontológico e influencia en escenarios fundamentales de sus procesos. Es importante destacar que los instrumentos no son excluyentes; empleados con destreza y pertinencia metódica, se convierten en grandes aliados para la búsqueda de datos pertinentes.

Acá se ilustran las realidades que ocurren con frecuencia en el manejo metódico de la investigación, mostrando cómo no solo se trastoca la investigación, sino también cómo se ejemplifican incorrectamente los saberes que esclarecen la verita natura de las cosas. En este sentido, y asumiendo un rol coherente con la investigación, debemos concentrarnos en cómo liderar la instrucción investigativa para que el aprendiz asuma con pertinencia este tránsito formativo implícito y explícito hacia su definición como investigador incipiente. Este puede ser uno de los pasos más desconocidos y desconcertantes dentro de las organizaciones generadoras de conocimiento, en el ejercicio por interesar al estudiante en el mundo de la investigación.

De acuerdo con mi proceso de formación, existe una figura importante en la investigación, como es la de ser tutor no solo porque es un talento valioso para el desarrollo académico, sino que también contribuye al crecimiento personal y profesional del investigador, el tutor debe enfocarse en hacer entender al aprendiz la importancia fundamental de la investigación, que posee un idioma paradigmático que la convierte en una forma particular de aproximarse al conocimiento humano en cualquiera de sus áreas. Este proceso debe ser familiarizado con un enfoque dialógico, complejo, transcomplejo, transdisciplinario y dialógico, dentro de un vasto principio de universalidad del conocimiento humano, en función del propósito y nivel de formación del estudiante.

Es imprescindible que el docente sea investigador, creador de contenidos en su espacio de trabajo, impulsor de proyectos de investigación y métodos, pero, sobre todo, interesado en mostrar a sus discípulos el camino hacia un estado de conciencia investigativa permanente. Es importante señalar que ser investigador no se decreta ni se hereda; es un proceso riguroso que toma tiempo y permite al discípulo reconocer su interés en el ámbito investigativo y consolidar criterios metodológicos pertinentes hasta convertirlos en parte de su personalidad profesional.

El investigador debe ejercer un liderazgo que genere un clima organizacional caracterizado por principios humanistas, científicos, holistas, praxeológicos y hermenéuticos. Este tipo de liderazgo no solo promueve un ambiente de trabajo colaborativo y respetuoso, sino que también fomenta la creatividad y el pensamiento crítico entre los miembros del equipo. En este contexto, las propuestas investigativas deben ser concebidas como iniciativas que no solo buscan responder a preguntas científicas, sino que también consideran el bienestar de la comunidad y el impacto social de los resultados.

El diseño de proyectos debe ser un proceso inclusivo, donde la diversidad de perspectivas enriquezca la investigación y se alineen con objetivos comunes. Además, la validación de instrumentos para recabar información debe ser rigurosa y reflexiva, asegurando que los datos obtenidos sean fiables y relevantes. En este sentido, el corpus significativo de su accionar cotidiano se construye a partir de un enfoque integral que integra la teoría y la práctica, permitiendo que la investigación no solo contribuya al conocimiento académico, sino que también genere un impacto positivo en la sociedad.

La investigación, debe transformorrmarse en un hábito, un recurso pedagógico que permita al estudiante comprender desde lo inductivo, conocer desde lo deductivo e interpretar desde la Ontoaxiología su sustancia ética, moral y deontológica. En esta dimensión de transferencia educativa, la investigación debe ser sinónimo de liderazgo autotélico, resiliente y caórdico, donde los involucrados prescriban condiciones académicas destinadas al trato justo de sus pares. De acuerdo con lo expuesto, la experiencia debe ser inmersiva, donde el aprendiz evoque placer e interés tanto en su desempeño como en sus logros, sabiendo que puede convertirse en asistente de investigador y comenzar una dinámica que lo convertirá en investigador regular. Esta exigencia compromete éticamente al educador con sus participantes, como señala Morales y Gil (2018), donde este paradigma debe constituirse en una enseñanza en torno a la verita dei y algún ingrediente de verita dei.

Este proceso debe comenzar en el aula, donde el concepto de enseñanza y aprendizaje esté vinculado a la búsqueda de respuestas, en el cual el estudiante sea el centro dinámico en búsqueda de la razón del ser de lo investigado. Con ello, comenzará a prefigurar las habilidades y competencias necesarias para que el estudiante comprenda que debe ser un proceso de planificación metódica y metodológica, donde la construcción de conocimiento es un axioma que se vincula paradigmáticamente, mostrándole paralelamente los códigos investigativos y los activos programáticos fundamentales a los procesos epistémicos, así como los activos socioculturales necesarios para llevar a cabo instancias investigativas dentro de una organización generadora de conocimiento. Es decir que el tutor, desempeña un papel fundamental en el proceso de formación académica y profesional de los estudiantes. Su orientación, apoyo y experiencia no solo enriquecen la calidad, sino que también fomentan un ambiente de aprendizaje colaborativo y motivador. A medida que los investigadores navegan por los desafíos de sus estudios, la presencia de un tutor competente puede marcar la diferencia entre el éxito y el estancamiento. Por lo tanto, es esencial valorar y fortalecer esta relación, reconociendo que el acompañamiento adecuado no solo promueve el desarrollo de competencias investigativas, sino que también prepara a los futuros profesionales para enfrentar los retos del mundo académico y laboral.

Para mejorar la experiencia educativa, es fundamental que las organizaciones generadoras de conocimiento fomenten un clima organizacional que valore la investigación. Esto implica reconocer el papel del docente como investigador y creador de contenido, capaz de inspirar a sus estudiantes y guiarlos en su proceso formativo. La investigación debe convertirse en un hábito que permita a los estudiantes desarrollar una comprensión profunda de su campo y de su papel en la sociedad.

La Universidad Yacambú, está en un proceso de transformación que busca formar profesionales competentes y comprometidos con su entorno. A través de un enfoque en competencias y habilidades, se espera que los futuros educadores sean capaces de enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo. La responsabilidad compartida en la praxis educativa, como faro orientador, para garantizar que los nuevos profesionales estén preparados para contribuir al desarrollo social y cultural de Venezuela.

REFERENCIAS

Bonilla-Molina, L. (2020). Apuntes para la reconstrucción de la historia de las pedagogías críticas. Ediciones Viento Sur. España

McLuhan, M. & Fiore, Q. (1967). The medium is the massage an inventary of effects. Batam Books. New York. London. Toronto.

Morales, M. & Gil, J. (2018). La evaluación del aprendizaje escolar en la era de los medios audiovisuales: Una transformación en su concepción metodológica en el proceso pedagógico. Universidad y Sociedad, 10(1), 333-338. http://scielo.sld.cu/pdf/rus/v10n3/2218-3620-rus-10-03-333.pdf