Vol. 4 N° 2
Julio - Diciembre 2023
Se describe luego de siete años de ausencia de reportes para todo el estado Lara y por primera vez en la zona oriental del municipio Palavecino (10°04'02''N-69°14'15''O), la presencia de diez nidos del Tejedor Africano (Ploceus cucullatus) especie exótica, introducida e invasora en Venezuela, la cual se necesita monitorear constantemente para evaluar su dispersión y el posible impacto que pudiera desencadenar en la avifauna nativa e igualmente investigar su rol en el equilibrio ecológico y del medio ambiente de la región.
Palabras clave: Tejedor Africano, Tejedor Común, invasiva, anidación, Venezuela.
The presence of ten nests of the African Weaver (Ploceus cucullatus), an exotic, introduced and invasive species in Venezuela, which needs to be constantly monitored to evaluate its dispersion and the possible impact it could have on the native birdlife and also investigate its role in the ecological balance and the environment of the region.
En Venezuela el Tejedor Africano se presenta como una especie exótica, invasiva, residente, local y restringida a pequeños predios, fue introducida tal vez accidentalmente y manifiesta un carácter sedentario o local durante todo el año.
El primer reporte data de 1999, en los alrededores del lago de Valencia, específicamente en la población de Mariara, estado Carabobo (Venezuela), señalándose un extraordinario éxito reproductivo que le ha permitido extenderse, desde entonces, a 11 estados de Venezuela, a saber: Carabobo, Aragua, Cojedes, Guárico, La Guaira, Zulia, Falcón, Sucre, Nueva Esparta, Yaracuy y Lara, e igualmente en el Distrito Capital. Todas estas entidades situadas al norte del río Orinoco (García 2016, Rodríguez y Nieves 2021, Sainz 2021, Silva y Traviezo 2022).
En el estado Lara solo existían escasos reportes, no publicados formalmente, entre el 2005 y el 2009, en el valle del Turbio, municipio Palavecino (10°03’32” N–69°15’01” O), careciendo de información entre los años 2010 al 2023 (Fernández et al. 2016, Rodríguez y Nieves 2021, Sainz 2021).
Es por los escases de información en los últimos trece años, que toda descripción de su avance poblacional y comportamiento por la geografía venezolana permitirá contribuir a la evaluación del impacto que pudiera estar causando sobre la ecología de la zona y particularmente sobre el resto de las especies de aves autóctonas.
Ploceus cucullatus (Muller, 1766). Es un ave original del este de África donde ocupa extensiones por debajo de los 400 msnm, es señalada como una plaga en varios países debido a la abundancia de sus poblaciones, plétora que generan cuantiosas pérdidas en los sembradíos de cereales (Rodríguez y Nieves 2021, Sainz 2021, Silva y Traviezo 2022).
Su tamaño es de unos 14 cm, con un peso de 42 gramos. Los machos presentan una fase oscura (poco común en ejemplares de Venezuela) donde exhiben una capucha negra, collar rojizo, ojos rojos, con líneas negras y marrones sobre la espalda y alas, el resto del cuerpo es amarillo intenso, volviéndose similar a la hembra a lo largo de la fase clara o no reproductiva. Hembra y juveniles presentan un color amarillo claro con tintes oliváceos que se oscurecen con líneas definidas en la espalda y alas, mientras el vientre es claro (Fernández et al. 2016, Rodríguez y Nieves 2021, Sainz 2021).
Es omnívoro y oportunista, alimentándose principalmente de semillas (granívoro), frutas, pequeños vertebrados e insectos. En América el primer reporte de esta ave data de 1917, cuando fue conseguida en Haití, donde se sospecha que llegó (se introdujo) durante la colonia, en barcos de esclavos procedentes de Senegal (África), de tal manera que, para 1927 ya se habían diseminado por toda la isla La Española (Fernández et al. 2016, García 2016, Sainz 2021, Silva y Traviezo 2022)
En el oriente del municipio Palavecino, del estado Lara, Venezuela, en una zona con una altura de 300 msnm, una precipitación media anual de 757 mm, una temperatura media anual de 24,5 oC y una clasificación climática de bosque seco tropical, cerca del Central Azucarero Río Turbio, específicamente en las coordenadas 10°04'02''N-69°14'15''O (Figura 1), se observó en el período comprendido entre diciembre del 2022 y primera quincena de enero del 2023, la presencia de diez nidos del Tejedores Africano sobre un mismo árbol (Cedrela odorata) los cuales se fotografiaron con una cámara SONY Syber-Shot (Fig. 2 y 3).
Figura 1. Señalo con la flecha roja, al municipio Palavecino en el estado Lara y con la flecha negra, la ubicación precisa de los nidos.
Figura 2. Extremo superior externo del árbol, donde se pueden observar los nidos del Tejedor
Figura 3. Se aprecian nueve nidos perfectamente tejidos y uno destruido. Igualmente, en el tronco grueso principal, se observa un nido de avispas (familia Braconidae) el cual ofrece protección a los nidos en simbiosis perfecta entre las
En seis oportunidades, en días distintos y durante tres horas/día, se visualizaron los nidos pacientemente para intentar captar y fotografiar adultos o juveniles del Tejedor Africano, esfuerzo que fue infructuoso ya que no se apreció actividad de adultos, ni de juveniles del Tejedor Africano. Dentro de los nidos tampoco se pudo observar la presencia de huevos o pichones, ya que los mismos estaban a gran altura (unos 12 m) no obstante, se observó, en días distintos y en varias oportunidades, diferentes especies de rapaces en el mismo árbol, muy cerca de los nidos, entre ellas: Gavilán Palomero (Leptodon cayanensis), Gavilán Tejé (Geranoaetus albicaudatus), Lechuza de Campanario (Tyto alba) y al Caricare Encrestado (Caracara cheriway).
También resultó interesante, la presencia de una amplia diversidad de otras especies de aves que utilizaban el mismo árbol de estos nidos, para reposar, mayor diversidad que en los árboles cercanos observados. Entre las distintas especies de aves en el árbol de los nidos, estaban: Güirirí (Dendrocygna autumnalis), Guacharaca (Ortalis ruficauda), Palomita Maraquita (Columbina squammata), Garrapatero Común (Crotophaga ani), Aguaitacamino Común (Nyctidromus albicollis), Chusmita (Egretta thula), Loro Guaro (Amazona amazonica), Periquito (Forpus passerinus), Perico Cara Sucia (Eupsittula pertinax), Cristofué (Pitangus sulphuratus), Cucarachero Común (Troglodytes aedon), Paraulata Llanera (Mimus gilvus), Azulejo de Jardín (Thraupis episcopus), Canarito (Sicalis citrina), Reinita (Coereba flaveola), Pájaro Arrocero (Spiza americana), Tordito (Quiscalus lugubris), el Atrapamoscas Jinete (Machetornis rixosa) y el Zamuro (Coragyps atratus).
En sus zonas naturales de África Subsahariana (Gambia) el período de reproducción del Tejedor Africano oscila entre mayo y noviembre, donde el macho con una conducta poligínica tiende a aparearse con un máximo de siete hembras en una misma temporada, tal que, sorprendentemente, se pueden aparear hasta con cinco hembras en un mismo día (Fernández et al. 2016, García 2016, Rodríguez y Nieves 2021).
Este éxito reproductivo de estos “Casanovas” alados, va a depender de la cantidad de nidos “bien construidos” que logre fabricar, cuantía que puede llegar a los 20 hogares (García 2016, Rodríguez y Nieves 2021).
Cada nido es laboriosamente entretejido en los extremos de los árboles, usando principalmente hebras largas y frescas de hierba (pasto), las cuales pueden alcanzar los 60 cm, dando poco a poco, forma a cámaras esféricas, globulares, las cuales pueden ser ligeramente alargadas, tanto vertical como horizontalmente. Nidos colgantes con una entrada en la parte inferior, un poco cerrada, la cual precede a un corto pasillo (Fernández et al. 2016, Rodríguez y Nieves 2021).
El Tejedor Africano maximiza la estructura de sus nidos usando seis distintos tipos de nudos, los cuales siguen recorridos circulares, semillaves, enganches, ataduras, nudos fijos y nudos corredizos, logrando lo que, en ingeniería, se conoce como una estructura recíproca, la cual es obtenida cuando el ave cubre la luz entre las ramas, con una hebra de menor tamaño. Este es un sistema que, careciendo de sostenes verticales, ni de sistemas de pórticos, logra una excelente resistencia. Un ejemplo humano que ha intentado copiar esta impresionante técnica es el Puente de Luxmore (Huerta 2017).
Una vez terminadas las sólidas y globosas habitaciones, el macho se cuelga por debajo de las entradas (alternándose en cada nido) batiendo activamente sus alas, mientras vocaliza llamadas de invitación para las posibles candidatas (Fernández et al. 2016, García 2016, Rodríguez y Nieves 2021).
Al captar la atención de una potencial compañera, esta se acerca al nido y lo inspecciona detenidamente, lo picotea, prueba su solides, pudiendo ocurrir solo dos alternativas, que lo rechace o que lo acepte. Si decide que no está bien fabricado o sostenido, la hembra se marchará a otro nido del mismo macho o al nido de un macho distinto (Fernández et al. 2016, García 2016, Rodríguez y Nieves 2021).
Cuando el mismo nido es descalificado por varias hembras, el macho desilusionado tiende a destruirlo y comenzar, nuevamente, su meticulosa construcción y si en la nueva evaluación la hembra aprueba la construcción, ella inmediatamente se domiciliará y se apareará con el macho constructor como recompensa, de aquí que, para obtener el favor de varias hembras, algunos machos pueden llegar a construir hasta 20 nidos, lo cual le garantizará los favores de igual número de hembras, poligamia)
Una vez fecundadas, las hembras colocarán entre dos y tres huevos que incubaran solas durante 12 días y luego de la eclosión, también solas, empollaran a los pichones por unos 21 días, hasta que estos se independicen y dejen el nido. Excepcionalmente, mientras el macho no cuente con una nueva hembra para aparearse, el padre podría colaborar con la alimentación de los pichones (García 2016).
En el caso de los nidos observados, en los cuales no se apreciaron ni adultos, ni juveniles en los alrededores, esto pudo haber sido por distintas causas, principalmente por el acoso constante de rapaces a la colonia, rapaces que estuvieron presentes cerca de los nidos en todas las oportunidades que se visitó la zona. En segundo lugar, el período de observaciones de esta especie (diciembre 2022/enero 2023) probablemente no coincidió con el tiempo de cría o reproducción (abril a noviembre en Venezuela) período posterior al cual son abandonados los nidos, ya que la anidación concluye con la manumisión de los pichones (Rodríguez y Nieves 2021, Sainz 2021, Silva y Traviezo 2022).
La presencia de la mayor diversidad de especies que descansaban en el árbol que tenía los nidos del Tejedor Africano, con respecto a los otros árboles cercanos, tal vez se deba a que la mayoría de estas otras aves se sentían tranquilas y seguras de posarse cerca de estos diez nidos (aves no rapaces) ya que, mientras mayor número de aves presentes, la respuesta (alerta) ante un depredador sería más oportuna (SEO/BirdLife, 2006).
El Loro Guaro (Amazona amazonica) fue la especie que más veces se observó cerca de estos nidos, loro descrito por otros autores para esta zona (Escobar 2015, Silva y Traviezo 2022).
En general, al igual que en distintos países, las aves invasoras representan un peligro para los ecosistemas naturales y el medio ambiente en general, ya que pueden desencadenar importantes costos tanto sanitarios, como económicos para los humanos, igualmente la competencia por espacios y alimentos puede perjudicar a las especies originarias, por esto es necesario su control, el cual suele ser costoso y complicado, de tal manera que, la prevención es el protocolo más idóneo para afrontarlos.
En Venezuela Ploceus cucullatus ha sido introducido y reintroducido por el hombre de una manera accidental e inconsciente, estableciéndose poblaciones reproductivas capaces de mantenerse por sí mismas, sin necesidad de nuevas intervenciones o ayudas (liberaciones) humanas, por consiguiente, es un problema que cuanto más rápido se aborde, menos consecuencias tendrá para el medio ambiente.
La presencia de nidos de Ploceus cucullatus en esta zona del oriente del municipio Palavecino, es un indicativo del aumento del rango de dispersión de esta especie exótica e invasiva en el estado Lara, Venezuela, invasión que podría extenderse al oriente del estado vecino de Yaracuy, situación que se debe monitorear e investigar a corto, mediano y largo plazo, para determinar el posible impacto sobre las otras especies y el ambiente.
Escobar F. (2015). Relación entre el aislamiento del nido y el éxito reproductor en el Gorrión Molinero (Passer montanus). Máster en Zoología. Universidad Complutense de Madrid, España. https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-64943/TFM%20fescobar15.pdf.
Fernández-Ordóñez J, Nieves J, Silva S, Contreras F. Reyes T. (2016). Situación actual de la distribución del Tejedor Africano Ploceus cucullatus en Venezuela. Revista Venezolana de Ornitología 6: 74–80.
García B. (2016). Tejedor común (Ploceus cucullatus): El macho tiene que demostrar ser un hábil constructor de nidos entretejidos para poder seducir a la hembra. https://www.diversidadyunpocodetodo.com/tejedor-comun-ploceus-cucullatus-nidos/
Grupo de Aves Exóticas (SEO/BirdLife). (2006). Aves invasoras en España: Lista de especies en las categorías C y E. En: https://www.seo.org/wp-content/uploads/tmp/docs/Lista%20CE%20GAE%20marzo%202006.pdf
Huerta L. (2017). Técnicas Biomiméticas Aplicadas a la Arquitectura. Tesis de Grado de Arquitectura. Universidad Politécnica de Madrid, España. https://oa.upm.es/47500/1/TFG_Huerta_de_Fernand_Lucia.pdf
Rodríguez-García H, Nieves M. (2021). Primer registro del Tejedor Africano Ploceus cucullatus en el estado Miranda, Venezuela. Revista Venezolana de Ornitología 11: 58–60.
Sainz-Borgo C. (2021). ¿Qué sabemos de las especies exóticas el Tejedor Africano (Ploceus cucullatus), (Lonchura malacca) la Monjita y la Alondra (Lonchura oryzivora) en Venezuela? Boletín del Centro de Investigaciones Biológicas 55: 165-185.
Silva Rojas, S. & Traviezo Valles L. (2022). Aves de isla de Coche, Venezuela. Ediciones de la Fundación NaWaraos, Barquisimeto, Venezuela. 230 pp. https://es.calameo.com/read/006100196c7e48c7c5615 .