Vol. 16 N° 2
Julio - Diciembre 2024
En el contexto de la coincidencia y las tensiones presentes en las dependencias públicas en Venezuela, este estudio se enfoca en examinar la diversidad del sistema gubernamental y destaca la importancia de promover la cohesión y abordar los desafíos en su funcionamiento. La expresión puede parafrasearse como: "El objetivo es explorar la idea de que existe un equilibrio entre acuerdo y desacuerdo en este contexto, buscar sus fundamentos filosóficos y evaluar cómo se puede utilizar para mejorar la administración pública y abordar nuevos problemas". Algunas escuelas de pensamiento, como el estructuralismo y el positivismo, suscriben esta percepción del equilibrio como tarea esencial de la dirección. Además, se aborda un examen inicial de muchos de los trabajos ya publicados y de las verdades empíricas sobre las que se han basado dichas aseveraciones. Las conclusiones subrayan lo complicado de los asuntos administrativos en este país, debido a la necesidad constante de mantener un estado equilibrado que pueda asegurar estabilidad y adaptación, al mismo tiempo gestionar conflictos dentro del marco político social actual. La relevancia de buscar soluciones efectivas en las organizaciones venezolanas radica en incluir la calidad y el mejoramiento continuo en sus procesos.
In the context of coincidence and tensions in public dependencies in Venezuela, this study focuses on examining the diversity of the government system and highlights the importance of promoting cohesion and addressing challenges in its operation. The expression can be paraphrased as: "The goal is to explore the idea that there is a balance between agreement and disagreement in this context, to seek its philosophical foundations and evaluate how it can be used to improve public administration and address new problems." Some schools of thought, such as structuralism and positivism, subscribe to this perception of balance as an essential task of leadership. Additionally, an initial examination of many of the already published works and the empirical truths on which such assertions have been based is addressed. The conclusions underscore the complexity of administrative issues in this country, due to the constant need to maintain a balanced state that can ensure stability and adaptation, while managing conflicts within the current social political framework. The relevance of seeking effective solutions in Venezuelan organizations lies in including quality and continuous improvement in their processes.
El siglo XXI ha sido testigo de una transformación en la gestión, y como apuntaba Drucker (1954), necesitamos miradas frescas y distintas a las convencionales para estar al frente de estos cambios. La gestión en Venezuela está determinada por una variedad de factores que conforman el pulso del país. El Estado ha experimentado un rápido crecimiento desde su introducción en la vida cotidiana de las personas. Su poder se manifiesta a través de la intervención de la administración pública y sus poderes derivados.
Así, tanto en el sector público como en el privado, es crucial reinventarse en cómo se representan y ejecutan prácticas, métodos, estrategias y procesos; estos cambios son los que forjan la cultura organizacional y su rendimiento. El reto para los líderes venezolanos del siglo XXI es comprender las nuevas ideas con una visión global; solo entendiendo la complejidad de los procesos organizativos se puede apreciar la danza entre la complementariedad y las contradicciones inherentes en las organizaciones gubernativas.
La gestión pública es el arte de conectar corazones y mentes, de construir puentes entre diferentes mundos para que todos avancemos juntos. Es más que llenar formularios y seguir protocolos; es escuchar, entender y actuar con integridad, renovando cada día ese voto de confianza que la sociedad deposita en sus líderes. La eficacia de una organización depende de varios pilares fundamentales. La capacidad de adaptación y flexibilización permite enfrentar los desafíos con solvencia, mientras que una cultura interna cohesionada con liderazgos inspiradores sostiene al equipo unido y comprometido. La comunicación fluida entre las distintas áreas y la gestión talentosa de los recursos humanos alinean a todos bajo objetivos confluentes. Acorde con lo anterior, se puede afirmar que la eficacia organizacional no se encuentra en la implementación de esquemas organizativos normativos, sino en la participación, innovación y creatividad del recurso humano.
La investigación comienza con una revisión del concepto de la gestión pública. Luego, se examina la situación actual en el entorno venezolano usando la Teoría del Equilibrio, un concepto ampliamente estudiado en economía clásica, desarrollado inicialmente por Walras (1874-1877). Además, se exploran y aplican las bases filosóficas de la gestión, teniendo en cuenta diferentes teorías como el Positivismo, el Post- positivismo, el Funcionalismo y otras. Después, se presenta el análisis de la gestión pública en Venezuela esgrimiendo la Teoría del Conflicto, que fue inicialmente desarrollada por Marx en el siglo XIX y, finalmente, se ofrecen las reflexiones finales.
La gestión pública es el corazón de cómo el Estado mueve y sacude las cosas, en referencia a objetos, entidades, o elementos que pueden ser percibidos, manipulados o considerados. Por tal razón. no es solo un conjunto de reglas y mandatos; es un género de acciones y decisiones que cobran vida en las manos de quienes gestionan el país. Imaginando a los gerentes públicos como conductores de una orquesta, no solo siguiendo una partitura de leyes y decretos, sino también interpretando la música de la administración con maestría y sensibilidad. Estos líderes, igualmente, necesitan saber qué botones presionar; deben ser expertos en el arte de la autoridad, hábiles en la gestión de la complejidad y diplomáticos en el juego político.
En tal sentido, deben saber cómo unir a las personas, tanto en el interior y exterior de la organización, y cuándo navegar por las olas de la tecnología y la ética con un compromiso genuino hacia la sociedad. La eficiencia de la gestión pública no se mide solo para qué se siguen las reglas, sino por cuál motivo se formulan y coordinan políticas que realmente resuenan con la gente, de qué manera se entregan servicios que marcan la diferencia, y con cuál método se construye un equipo de funcionarios que realmente se preocupa.
En este marco, la gestión pública moderna se ha desarrollado en respuesta a tendencias globales que reflejan cambios en la tecnología, la gobernanza y las expectativas sociales. Estos procesos incluyen planificación digital, participación ciudadana, sostenibilidad ambiental global y adaptación. Un importante escritor contemporáneo en este campo es Stoker (2011), quien examina cómo la administración pública puede adaptarse a estos desafíos actuales. Su enfoque demuestra la necesidad de que las organizaciones públicas se adapten a las nuevas necesidades de los ciudadanos y a los cambios globales.
De igual manera, Bozeman y Crowther (2021), sostienen que la gestión pública enfrenta diversos desafíos como la globalización, la evolución tecnológica y los cambios en la población. No obstante, también se ofrecen varias oportunidades, como la implementación de nuevas tecnologías para mejorar la entrega de servicios y el avance de nuevas modalidades de gobernanza gubernamental.
El concepto del equilibrio tiene sus orígenes, en la teoría del equilibrio general de economía, la cual fue desarrollada por Walras a mediados del siglo XIX. El autor, crea un modelo matemático, explicando cómo los mercados al estar interconectados pueden alcanzar un equilibrio. Se define en términos de un estado en el que todos los mercados existentes sean estables; esto significa que las mercancías intercambiadas allí tienen la cantidad y el precio corresponde a la oferta demanda de las mismas. Representa el intento más completo y elegante de la teoría económica de modelar la realidad de nuestra vida diaria. Es así como el problema económico nace cuando varios agentes tienen bienes que quieren intercambiar entre sí para lograr una mejor situación personal. En este caso hay dos (02) categorías de agentes: consumidores y empresas.
Sin embargo, ha sido ampliada y reinterpretada por diversos autores en su significación en el contexto de la gestión pública contemporánea para abordar la complejidad y el dinamismo de la sociedad moderna. De los diversos escritores modernos que han trabajado en la aplicación de la teoría del equilibrio para la administración pública, se puede destacar a uno de los más influyentes: es Ostrom (1990), quien ha llevado esta teoría al sistema de gestión pública a través del estudio de la gobernanza de bienes comunes.
En el inicio del nuevo milenio, el Estado venezolano experimentó un cambio específico en su estructura estatal. El Gobierno se convirtió en un actor clave, promoviendo el crecimiento económico mediante la adquisición de empresas en diversos sectores. Con el propósito de garantizar que la población tuviera acceso a los bienes y servicios producidos, al tiempo que cumplía con sus compromisos sociales.
Debido a este modelo corporativo, muchos funcionarios públicos se convirtieron en "encomenderos" que explotaban una parte del gobierno y el presupuesto, volviéndolo más inviable e ineficiente desde la lógica de la rentabilidad. Para ejemplificar, se puede afirmar que esta década se caracteriza por tener como eje central la política social, separada del crecimiento económico y las variables de estabilidad inflacionaria. Por un lado, existe interés desde la perspectiva discursiva en el compromiso social o el beneficio comunitario, sin considerar la generación de riqueza que permitiría hacer sostenible el modelo.
El papel del Estado como empleador en la gestión pública venezolana es un tema crucial que ayuda a comprender el intrincado funcionamiento del sector público en el país. En Venezuela, el Estado siempre ha sido un actor importante en la economía y la sociedad, y esto se ve claramente en su posición como principal empleador. Esta situación ha llevado a un estilo de gestión pública donde el gobierno se encarga de gestionar los recursos públicos y crear empleos para muchas personas. De esta manera, se ha convertido en empleador, promotor del desarrollo económico y productor de cientos de bienes y servicios en sectores tradicionalmente controlados por la empresa privada. Romero (2004), en su investigación sobre la gestión pública en Venezuela, destaca la necesidad de considerar los desafíos que impiden la eficiencia de la gestión, como el cambio climático, la falta de atracción del liderazgo del sector público y la alta rotación de empleados.
Relacionado con lo anterior, es necesario enfatizar la influencia del paradigma positivista en el pensamiento gerencial venezolano. Está perspectiva desarrollada por Comte, Spencer y Durkheim, además de algunos otros hombres de letras que han contribuido enormemente a su desarrollo. Surgió en el siglo XIX y principios del XX, estos autores sostuvieron que el único conocimiento aceptable es conocimiento científico de acuerdo con ciertos principios metodológicos y argumentos únicos. Según Hernández y otros (2014), el positivismo se caracteriza por hacer hincapié en observación empírica y el método científico como las únicas fuentes validad del conocimiento. El objetivo es determinar verdades objetivas y verificables sobre el mundo a través de investigación de campo sistemática, experimentación y análisis en profundidad de datos.
Evidentemente, la influencia del positivismo en la gestión pública de Venezuela se ha trasformado con el tiempo y entre diferentes áreas e instituciones. En este contexto, la transición desde el paradigma científico tradicional hacia enfoques más flexibles y comprensivos refleja una evolución en cómo se entiende y se gestiona la misma. Tradicionalmente, se ha basado en métodos científicos rígidos que priorizan: objetividad, cuantificación y eficiencia, siguiendo principios del realismo, el empirismo y el positivismo.
Según Martínez (1996), sostiene que el paradigma científico tradicional, fundamentado en el realismo, el empirismo y el positivismo, ha concluido en la mayoría de las disciplinas. Su agotamiento se debe a la carencia de consistencia interna y epistemológica, así como a la incapacidad de explicar de manera adecuada la realidad y los fenómenos observables. Esto ha dado lugar a un modelo ineficiente y empobrecido que impide el avance y desarrollo del conocimiento esencial. Se puede observar que esta realidad organizacional no puede seguir siendo estudiada mediante el enfoque tradicional cuantitativo, ya que este no responde a los desafíos actuales que demanda este siglo. Debido a estas y otras razones, al cambiar las organizaciones, las tecnologías, los estilos de vida, entre otros aspectos, se genera necesariamente una nueva forma de conocimiento que también representa nuevas formas de comprender.
En otro aspecto, en las empresas públicas también se pueden observar características del funcionalismo. Siguiendo la propuesta de Smelser (2019), un modelo funcionalista clásico, en el que el principio de equilibrio abarca una amplia diversidad de sucesos o transformaciones sociales que van desde la estructura y dinámica de la familia a la educación religiosa, pasando por los ámbitos educativos, económicos y políticos…En este marco, Avalos (2008) manifiesta que el enfoque estructural funcionalista permite “rescatar la figura del Estado en cuanto a gestión administrativa". Esto tiene que ver con el carácter descriptivo de la administración pública: eficiencia, rendición de cuentas, disciplina, realismo. Estos valores son muy compartidos en la cultura occidental, lo que proporciona validez e ideología al liberalismo económico. Las políticas públicas tienen un papel muy importante en la resolución del dilema, en la medida que son dinámicas per se.
Con esto en mente, el enfoque de la complejidad se está mostrando como una opción frente a las restricciones de los enfoques reduccionistas y deterministas que han predominado en la ciencia por mucho tiempo. Ofrece una visión del mundo que lo considera como un sistema complejo, interconectado y en permanente transformación. Con base en esto, el plan estratégico 2024-2026 del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo tiene como objetivo transformar completamente la gestión pública en América Latina; con el propósito de mantener la estabilidad en los procesos y garantizar eficiencia y transparencia, para que pueda responder mejor al escenario cambiante.
En cuanto al pospositivismo, según Martínez (2009), esta orientación rescata la importancia del sujeto, por lo tanto, toda observación no es pura e inmaculada, sino que involucra la incorporación de lo percibido en un contexto de referencia o trasfondo. Este contexto está conformado por intereses, valores, actitudes y creencias, que es lo que otorgaría significado a los individuos. La revisión y bosquejo de los contornos de la posmodernidad postulan la emergencia o conformación de un nuevo paradigma epistémico, que aún está en construcción. Este nuevo paradigma supone una superación del paradigma positivista anterior, o igualmente identifica el perfil de una nueva manera de entender la relación del ser humano con su entorno, conjuntamente con los conocimientos requeridos para afrontar el futuro. En este sentido, la teoría del equilibrio proporciona un marco para lograr estabilidad y eficiencia en la administración pública, permitiendo al Estado navegar las tensiones y demandas competitivas de una sociedad en constante variación.
Los teóricos del conflicto como Coser, Dahrendorf y Simmel, entre otros, creen que, para comprender verdaderamente la sociedad, se pueden estudiar los conflictos, desacuerdos y hostilidades que surgen entre diferentes grupos sociales. Estos autores concuerdan en que el conflicto es inevitable en la vida social, pero sus definiciones varían, sobre qué constituye exactamente un conflicto. Según Simmel (1955), el conflicto es una forma social interactiva que puede crear tensión en grupos. Por otro lado, Coser (1967), afirma que no es sólo algo que sucede, sino que en realidad ayuda a que las sociedades cambien y mejoren. En cuanto a Dahrendorf (1959). lo ve como un catalizador de los cambios en las circunstancias sociales, que requiere un reto a los hábitos existentes del poder de la estructura y fórmula.
En este marco teórico, hay diferentes corrientes; la orientación marxista argumenta que el cambio surge de la lucha entre clases sociales contrapuestas, con unos que son opresores y otros que son oprimidos. Otras corrientes, consideradas menos radicales, cuestionan también la legitimidad de la autoridad y comparten la creencia de que existen diversos grupos de interés que pugnan por el control y el dominio en las estructuras sociales.
Particularmente en el debate sobre la teoría social y económica (destrucción del sistema) que enfrentó Marx (1867), argumentó que el capitalismo conduciría inevitablemente a su propia destrucción. Por su parte, Keynes (1936) en su teoría sobre la regulación del sistema, conceptuaba que el gobierno debería intervenir para prevenir crisis económicas y garantizar la estabilidad y finalmente Hayek (1944) (maximización del sistema) creía que la intervención del gobierno era peligrosa y que el libre mercado era la mejor manera de asignar recursos.
Acorde a la definición, el neoliberalismo es un plan que se apoya en una estructura de poder controlada por capitalistas exportadores y financieros que dominan el gobierno. La burguesía neoliberal, desde su poder estatal, marca la política económica, contrata ideólogos y adquiere elecciones. Hay que aclarar que la participación del Estado dentro de la economía no está respaldada únicamente por corrientes marxistas o estructuralistas. El keynesianismo representa la máxima expresión de la planificación estatal para impulsar la economía mediante regulaciones e incentivos a través del gasto público. Resulta complicado implementar la teoría del conflicto en la administración pública de Venezuela sin tener en cuenta el impacto del modelo rentista, el cual reproduce de manera severa las relaciones en las que los trabajadores consiguen divisas (una manifestación de riqueza), lo que a su vez beneficia a la otra parte.
La economía de Venezuela es un caso especial dentro de los límites del capitalismo mundial. La condición rentista ha contribuido a formar relaciones de dependencia petrolera, tanto internamente como externamente, con indicadores que fluctúan según los precios internacionales del crudo. En el caso de Venezuela, esta condición económica ha representado la señal de su inserción en la economía global en los siglos XX y XXI, así como el estancamiento gradual de sus áreas productivas. Desde la perspectiva de la gestión, la emergencia de un Estado empresarial ha generado un debate entre las posiciones liberales, que sostienen que esta práctica debe ser exclusiva de la iniciativa privada, y las corrientes marxistas-estructuralistas, que promueven la estatización.
La problemática de los ingresos en divisas de forma monopolística, plantea un contrasentido al limitar la actividad empresarial. La producción enfocada únicamente en el mercado interno genera dificultades estructurales para las empresas estatales en cuanto a su capacidad de innovación. Las tensiones con el sector privado no deben interpretarse únicamente en términos ideológicos,ya que es cuestionable la existencia de modelos distintosal capitalismo de alquiler. El foco de la actual disputa entre las partes es el uso de las ganancias.
Se puede decir que se está cuestionando el desempeño de los equipos directivos de las empresas cotizadas en Venezuela. Por lo tanto, para comprender mejor esta situación,es importante analizar la relación entre el Estado y el sector productivo. Mezclar control y tutela amenaza la autonomía y deja a la gentea merced de las burocracias estatales. La superación de las deficiencias del capitalismo rentista en Venezuela a través de la redefinición de los actores verdaderamente productivos se ve obstaculizada por las regulaciones estatales.
Las empresas estatales en Venezuela enfrentan dificultades para articular sus cadenas productivas, como el caso de la nacionalizada SIDOR que abastece a diversas unidades productivas de la mediana empresa (atuneras, laminadoras, entre otros). Las capacidades y costos internos, así como las relaciones asociativas, están influenciados por los retrasos en la producción. Establecer clusters o consorcios y coordinación comercial como forma de mejorar la gestión pública en Venezuela requiere una evaluación del potencial de liderazgo.
La teoría del conflicto se presenta cuando un grupo en particular realiza una serie de acciones para obtener beneficios propios. También plantea que la discrepancia es una característica inherente de las empresas, en especial en el sector de la gestión pública; por consiguiente, esta perspectiva se fundamenta en la noción de que las rigideces y diferencias son el motor del cambio y el avance.
Así, incluir la teoría del conflicto en la administración pública no solo ayudará a las entidades públicas a entender y resolver conflictos de manera más eficaz, sino que también las volverá más resistentes y flexibles. Después de que el conflicto se acepta como algo natural y beneficioso en la vida diaria de la organización, los gerentes públicos buscan aprovechar las dificultades de manera oportunista. Así, las entidades públicas pueden mejorar constantemente y ajustarse activamente a las circunstancias para cumplir con éxito su objetivo de servir a la sociedad de forma equitativa y efectiva.
Las organizaciones son consideradas como entidades sociales, en las cuales participan procesos mentales de todos sus miembros, y mediante sus habilidades laborales las guían hacia el logro y concreción de las metas establecidas. En particular, las organizaciones públicas venezolanas todavía están sumidas en debates sobre sus fundamentos filosóficos y métodos de gestión, pero vale la pena señalar que, para seguir siendo competitivas en un entorno de mercado global dinámico, necesitan mejorar su competitividad y lograr objetivos a corto y mediano plazo. Además, de la incorporación y aplicación adecuada de enfoques de gestión como elementos clave en la administración estratégica de una organización.
Los enfoques estratégicos basados en la teoría del equilibrio buscan estabilidad y coherencia en las organizaciones. Esta teoría, dice que las organizaciones funcionan mejor cuando sus partes trabajan en armonía; manteniendo una igualdad interna y externa. Aplicar la teoría del equilibrio en la gestión pública significa buscar un balance entre fuerzas en tensión. Esto puede ser entre eficiencia y equidad, o entre centralización y descentralización.
Según esta perspectiva, la teoría del conflicto en la gestión pública permite a las instituciones utilizar su experiencia estratégica para abordar cuestiones particulares de manera más efectiva. Y puede convertir estas dificultades en oportunidades de progreso y mejora. La gestión pública puede adaptarse y liderar en un entorno en constante cambio, tomando medidas proactivas como el diálogo, utilizándolo para resolver conflictos y utilizándolo como fuente de innovación.
La teoría del equilibrio y la teoría del conflicto en la administración pública son complementarias. La teoría del equilibrio busca la estabilidad y armonía en las organizaciones. Por su parte, la teoría del conflicto ve el cambio y la innovación como resultado de tensiones. Estas tensiones pueden impulsar el desarrollo y la mejora continua en las organizaciones. Es esencial integrar el equilibrio y el conflicto en la administración pública. Los administradores deben saber cuándo mantener la estabilidad y cuándo fomentar el conflicto para innovar. Este enfoque dual refleja la realidad de las organizaciones públicas, que deben navegar entre orden y cambio.
Y a modo de cierre, las organizaciones en Venezuela han sido profundamente influenciadas por bases filosóficas como el positivismo, tal vez debido a la conexión entre la educación recibida y la práctica profesional posterior. El debate entre las teorías del equilibrio y las del conflicto pone de manifiesto que no existe una verdad absoluta a la hora de elegir un enfoque gerencial; lo correcto sería asumir con coherencia las tareas de dirección y las orientaciones que se ajusten al contexto.
No implica una validación de todas las formas, sino reflexionar sin prejuicios y estar dispuesto a aceptar lo nuevo, así como analizar sin ideas preconcebidas y estar receptivo a lo innovador. El reto y la oportunidad para Venezuela radican en cómo abrazar esta dualidad, desarrollando estrategias que busquen la calma y valoren y resuelvan constructivamente los desacuerdos como parte esencial del crecimiento colectivo.
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