Vol. 13 N° 2
Julio - Diciembre 2021
Este trabajo lleva a cabo un análisis de uno de los fenómenos sociales que ha llamado la atención sustancialmente en el marco de la pandemia de la Covid-19, como es la actuación de los medios de comunicación (Mass Media) entre la población. En este sentido, después del aspecto sanitario y sus protocolos de actuación, es el comportamiento de los medios ante la emergencia los de mayor impacto entre los sectores de la población. En consecuencia, el presente estudio analizó cinco casos emblemáticos de mensajes falsos, enviados en momentos de mayor contingencia, y de amplia circulación por las redes sociales. A partir de la declaración de suspensión de actividades no esenciales e inicio de la cuarentena, decretada por las autoridades de México en los primeros meses del año 2020, la publicación y difusión de contenidos perniciosos sobre la Covid-19 han sido notorias. En este contexto, el propósito de este artículo es demostrar el impacto que tienen las noticias falsas (Fake News) entre la sociedad. En este sentido, el ejercicio de analizar un número determinado de las noticias falsas que han circulado sobre Chiapas a través de conceptos como posverdad, permite discernir un panorama amplio de como la manipulación y la ficción pueden llegar a desembocar en acciones maliciosas y vandálicas que producen miedo e incertidumbre.
This work carries out an analysis of one of the social phenomena that has attracted substantial attention in the context of the Covid-19 pandemic, which is the performance of the mass media among the population. In this sense, after the health aspect and its protocols of action, it is the behavior of the media in the face of the emergency that has the greatest impact among sectors of the population. Consequently, this study analyzed five emblematic cases of false messages, sent at times of major contingency, and widely circulated through social networks. Since the declaration of suspension of non-essential activities and the beginning of the quarantine, decreed by the Mexican authorities in the first months of the year 2020, the publication and dissemination of pernicious content about Covid-19 have been notorious. In this context, the purpose of this article is to demonstrate the impact that Fake News has on society. In this sense, the exercise of analyzing a certain number of fake news that have circulated about Chiapas through concepts such as post-truth, allows us to discern a broad picture of how manipulation and fiction can lead to malicious and vandalistic actions that produce fear and uncertainty.
Lo que pareció a finales de 2019 una aislada aparición de un nuevo coronavirus, denominado SARS CoV2 (Síndrome Respiratorio Agudo), se transformó en una epidemia que inició en Asia y Europa a principios del año 2020. En este contexto sólo tomó dos meses para que la enfermedad, la cual se bautizó como Covid-19, se propagara por el continente americano y se convirtió en una de las más grandes pandemias mundiales de la época contemporánea, fenómeno que ha generado millones de mensajes en redes sociales y en plataformas móviles como whatsapp, Facebook, e Instagram, entre otras. El suceso de impacto sanitario global se convirtió en un problema social, así como político y financiero, que afectó críticamente no sólo a los sectores más pobres de los países en desarrollo, también a las grandes potencias como Rusia, Estados Unidos y China, a ésta última nación se le señaló como origen del virus de la Covid-19.
En este horizonte, habría que precisar y resaltar la importancia que representa la pesquisa que procede de las fuentes de información, reconocidas y confiables, en estricto sentido contraria a la desinformación; ésta última se caracteriza por no presentar un origen definido y claro de su contenido, empero posee una narrativa que representa verdades aparentes. Al respecto, como se mencionó líneas arriba, la crisis mundial que se generó por la Covid-19 fue el escenario adecuado para la proliferación de las “simulaciones” de información, aparejado al incremento veloz de mensajes explotando contenidos falsos —también conocidas como Fake News— por todo el planeta. Estos nuevos paradigmas llevaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar en los primeros meses de 2020 la existencia de una “infodemia”, término yuxtapuesto al escenario de la pandemia de coronavirus y que hace referencia a la sobreabundancia de información —algunas veces con matices exactos y un denominador mayor carente de puntualidad— la cual provoca entre las sociedades un vacío de información y de fundamentos fiables y dignos de reconocimiento (OMS, 2020). Sobre la base de esta perspectiva, la frontera de lo veraz y lo infundado en el entorno de las redes sociales y los medios es cada vez menos diáfana.
Es por bien conocido que sin la tecnología la carretera de la información sería imposible de transitar, es el vehículo que conduce el acceso a los datos. La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) de 2018, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), mostró que en nuestro país hay un espectro de 74.3 millones de consumidores de Internet, cuyas edades oscilan entre los seis años o más, del total de internautas; en donde el 51.5 por ciento son mujeres y el 48.5 por ciento son hombres, esto es, un crecimiento de 4.2 puntos porcentuales respecto a los muestreos realizados en 2017.
Siguiendo este muestreo, se apreció que el sector de la población de jóvenes de entre 25 y 34 años, es decir, los también conocidos como “Millenials” y la “Generación X” contemporánea, registraron la más amplia relación de consumidores de Internet. En sentido opuesto, el grueso de personas de 55 años o más es la que en menor grado usa el Internet, en donde el porcentaje de cifras registrado es del 4.1 por ciento para las mujeres y 4 por ciento para los hombres. El análisis de esta trayectoria permite a los mexicanos que usaron el Internet en 2018, discernir que básicamente disfrutan tres cosas: diversión, comunicación y procesamiento de la información.
No obstante, diversas fuentes consignan, entre ellas se encuentra el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que en Chiapas existe un 57 por ciento de población que habita entornos urbanos con acceso a Internet. Por otro lado, en estados del norte del país como Sonora, el 83 por ciento cuenta con este servicio, asimismo sólo el 26 por ciento de su población rural lo tiene. Sin embargo, hay un contraste sustancial con el 69 por ciento que accede a Internet en Baja California (INEGI, 2018). Las cifras anteriores permiten contextualizar que aún se está lejos de contar con acceso irrestricto al Internet y, en consecuencia, a las redes sociales, enfatizando la incertidumbre entre el grupo identificado como de adultos mayores, objetivo y marcador perfecto de rotativos falsos.
En una sociedad con capacidad de generar, apropiar, discursos en contextos determinados, una de las cosas a tener presente, y que los datos citados anteriormente hacen referencia, es el trato a la información, su evolución y fácil acceso de la misma, a través de las nuevas tecnologías de la información. Por ello, el propósito central de este trabajo fue el de analizar los efectos mediáticos, así como el impacto entre los sectores de la población, de los mensajes falsos que circulan por las principales redes sociales relacionados a la pandemia de la Covid-19 en Chiapas. La revisión que se planteó, más que una búsqueda exhaustiva y simple enumeración de todos aquellos testimonios simulados, se concentró en cinco casos particulares, en un intento de aislar y establecer un límite de los mensajes ilusorios que definieron y conmocionaron a algunas comunidades de la sociedad chiapaneca. Ante lo cual, se propone una revisión teórica y conceptual de autores que han descrito el fenómeno de la desinformación y algunos estudios recientes sobre el caso específico de la Covid-19. Metodológicamente se revisaron los contenidos de los mensajes emitidos en el periodo comprendido del 15 de mayo al 15 de junio, fechas en donde se presentaron casos críticos generados por noticias falsas en Chiapas.
Se tomó como referencia el trabajo realizado por periodistas locales reunidos en el proyecto Verificados Chiapas y en el sitio Glifos Comunicación, que son instancias e iniciativas ciudadanas de información con sustento que han combatido esta guerra de noticias falsas en nuestra entidad.
Desde su aparición en febrero de 2020, el término infodemia, se posicionó como un enorme problema de comunicación que impactó en todos los países y provocó otras complicaciones en la población. Para acercarnos a su definición, habría que señalar como antecedentes a los estudios relacionados sobre este fenómeno que muestran el “sesgo de confirmación” postulado hace seis décadas (Wason, 1960), aspecto que conduce a los individuos a creer tan sólo a aquella información que confirma sus prejuicios, para después continuar descartando argumentos y evidencias que desafían su pensamiento previo. En este tenor, la inclinación psicológica a dar crédito sólo a lo que uno desea creer ha demostrado tener un impacto significativo en ámbitos como la educación, la ciencia y la política (Kappes et al., 2020; Thornhill et al., 2019).
Ahora bien, la propagación de información falsa no es un tema nuevo, sujeto al nuevo paradigma moderno, ha estado presente en la historia de la humanidad bajo matices conspirativos, rumores, y toda clase de distractores en ambientes sociales determinados. Sin embargo, este fenómeno se ha visto potenciado en los escenarios diarios de la pandemia, en donde el miedo provoca que las personas den crédito a cualquier información, sobre todo en redes sociales como WhatsApp y Facebook, principalmente. Una lectura y observación detenida en el contexto cercano, permite estar de acuerdo a las recientes reflexiones en donde se apunta a que son los adultos mayores con acceso a las tecnologías, quienes creen con mayor facilidad la información que se les es proporcionada en grupos o también de forma individual. En este tenor, el resto de la población no queda tampoco exenta de caer en este tipo de información falsa, que en diversos momentos comparten, sin tomar en cuenta el sentido de la duda, puesto que este tipo de contenido posee características distintas, matices y, en algunos, la información posee un carácter no tan notorio de falsedad, para ello se apoya y contiene hasta datos estadísticos o conceptuales falsificados, de acuerdo con Alonso González posee las siguientes particularidades:
El concepto de noticia falsa puede llegar a ser polisémico, es decir, abarca desde aquellas informaciones que todo el mundo sabe que es mentira, hasta aquellas publicadas con datos falsos y que se han saltado los controles de calidad de un determinado medio de comunicación (González, 2019, p.43).
Se destacan también otros estudios en torno a la Covid-19, enfocándose en el contexto de actuación del fenómeno de la desinformación sobre salud y, específicamente su catalogación. Por ejemplo, en España han observado una tipología de los “bulos”, noticias falsas con fines perjudiciales, difundidos en la península durante los primeros meses de decretado su estado de alarma, logrando la identificación de los perfiles de contenidos desinformativos y sus modalidades paradigmáticas (Salavarría, et al., 2020).
En México, la publicación y difusión de contenidos falsos sobre la Covid-19 en redes sociales se hizo notorio desde que el gobierno de México, a través de la Secretaría de Salud Federal, anunció la implementación de la Jornada Nacional de Sana Distancia como medida preventiva a partir del 16 de marzo de 2020. Dando paso a la suspensión de actividades no esenciales y marcando así el inicio de la cuarentena en el territorio nacional. Ante este panorama de emergencia sanitaria mundial, la desinformación viene modificar de manera crítica las relaciones sociales, las modalidades en el trabajo, en el estudio y desde luego toma de decisiones, los cuales impactan la economía y una nueva forma de ver e interpretar la realidad local y global, como se analiza a continuación.
En el escenario actual, de la nueva época informativa y el cambio de los cánones, sobreviene el término de posverdad que, como han señalado Gualda y Rúa (2019), refiere también a la manipulación, la ficción y el infoentretenimiento televisivo; aspectos estos que nos sitúan en una nueva dimensión de la realidad, que aunado a la teoría de conspiración pone en cuestionamiento la fidelidad de la información. Es bien conocido que Harsin (2015) sitúa el debate en torno a las reflexiones de la teoría de la posverdad como nuevo elemento digno de discusión y análisis de los medios, para tal fin se basa en las afirmaciones de una verdad apreciada y percibida, en donde los hechos se colocan en segundo término, para dar paso a las sensaciones y emoción que producen (Rúas & Capdevila, 2017). En este sentido, el fenómeno incide en el estado emocional y anímico de los individuos, repercutiendo en su nuevo estilo de vida directamente.
La mención por primera vez del término posverdad se le atribuye al también dramaturgo Steve Tesich (1992), en su ensayo sobre el caso Watergate para el periódico norteamericano The Sun y los acontecimientos en Medio Oriente con la guerra de Irak, centrándose en la manipulación política de los gobiernos en turno. El sociólogo Ralph Keyes (2004) retomó el término para explicar el proceso de manipulación de la verdad, con narrativas creativas y dotadas de adornos ad hoc y perfilada al gusto de las audiencias. Otros teóricos han destacado la estrecha relación de la posverdad con la manipulación, la demagogia y la propaganda, definiéndola como una mentira emotiva (Hernández, 2017).
Tuñón (2017) ha escrito que la discrepancia de entendimiento de la realidad en el marco o entorno internacional, entre un sector amplio de la población desinformada y de una minoría bien documentada e informada, en medio de la opinión pública y las élites políticas, puede traer consecuencias y riesgos en términos democráticos para los intereses nacionales. Aspectos que se aprecian principalmente, ante conflictos determinantes, como pueden ser las oleadas de caravanas de inmigración o cierre de fronteras ante brotes sanitarios. En estos casos, las posturas nacionales en cuestiones exteriores despliegan los intereses de las élites políticas y no necesariamente los de la clase media. En escenarios de tal magnitud el abaratamiento de costos obliga a pasar por alto a enviados internacionales, en favor de la distribución automatizada de la información sobre la base de las nuevas tecnologías y comercialización de la noticia.
A trasluz de lo expuesto por Tuñón líneas arriba, en México, por ejemplo, se implementó el programa Aprende en Casa, iniciativa del gobierno para mantener vigente los servicios educativos en el país y medida de prevención de sana distancia en medio de la crisis de la pandemia por Covid-19. La Secretaría de Educación Pública corrió con la responsabilidad y decidió la contratación de los grandes consorcios televisivos del país para la transmisión de las clases a partir de los niveles básico y hasta los medios superiores. Sin embargo, se observó que los contenidos educativos de la iniciativa de “Aprende en Casa”, no se correspondieron con los planes y programas utilizados por los maestros. A sabiendas que no era algo determinante, sino mero complemento de los temas generales de conocimiento, si obligaron a la modificación de ciertos materiales pedagógicos. Los medios informativos recogieron el sentir del profesorado nacional y se repitieron testimonios como el de una profesora del sistema federal educativo, Lorena Mercedes Loza Arriaga, que apuntó: “No lo veo tan oportuno porque la programación viene adelantada y ya entraron algunos contenidos y viene adicional el inglés, cuando nosotros en la escuela no lo llevamos, y es un conflicto” (Díaz, 2020).
En este sentido y con base en el modelo anterior, la información se tornó confusa y contradictoria como lo marca la política educativa del país. Por un lado, se tiene el anuncio de que el gobierno contrata espacios televisivos, a cambio de inimaginables sumas millonarias, en donde este costo emanado del erario nacional no importa tanto a los pocos sectores informados y que si poseen los detalles de la contratación con las compañías televisivas; como consecuencia, menos se interesarán los sectores vulnerables y en pobreza, que lo que más les importa es contar con lo básico para subsistir.
Aspectos como el anterior puede conducir a derroteros insospechados, dado que cuando se maneja una información contradictoria, puede alcanzar la tipificación de una “conspiración”, elemento que viene a representar un papel importante en el enrarecimiento del ambiente informativo. En determinados sucesos de la historia de nuestra nación, primordialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, se ha tenido que recurrir a esta última teoría para explicar algunos hechos político-sociales ocurridos, como son: la matanza de Tlatelolco en la capital del país, la guerrilla de los años setenta en Guerrero, el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la matanza de Acteal en Chiapas, que fueron construidos a partir de una conspiración de una u otra parte.
El Diccionario de la Real Academia RAE (2019) define que conspirar es “unirse algunos contra su superior o soberano”. En México, sin duda, el caso más emblemático de la segunda mitad del siglo XX, es el levantamiento armado del EZLN. Se le trató como una conspiración que se mostró al mundo y evidenció a las autoridades políticas del Estado mexicano en el momento mismo que anunciaban el ingreso al Tratado de Libre Comercio con los países del Hemisferio Norte y con ello el paso a la modernidad. En este mismo sentido, Hernández (2016) apunta a que el fenómeno de las teorías de la conspiración y su gran popularidad es más complejo, sobre todo cuando se intenta comprender un fenómeno social, a través de una teoría de la conspiración como “explicación” de un movimiento como la aparición del EZLN.
Primero, pensamos que la mente humana no soporta el absurdo, cuando algo le parece absurdo le busca una explicación “lógica”, pero las explicaciones “lógicas” o de “sentido común” en ocasiones obedecen a hábitos mentales dominados por el cliché, las falacias de la causa falsa, las teorías de la conspiración, las pseudiociencias. Los medios de comunicación masivos todos los días alimentan a sus consumidores con toneladas de esos pensamientos chatarra y crean una inercia favorable, ya no digamos a un pensamiento “débil” sino, como dirían los zapatistas, “un pensamiento haragán”, perezoso, que necesita consumir respuestas fáciles, rápidas, y de preferencia que apapachen el narcisismo del consumidor promedio o lucren con su morbo ávido de thrillers. Y a la hora de consumir noticias como mercancías, las consumimos como caramelos o chicles (Hernández, 2016, párr.2).
Rúas-Araujo et al. (2017) menciona una realidad erigida bajo el manto de los propios deseos, ideas y cogniciones, los cuales reconfiguran la experiencia de los sentidos, mediante novedosas características de comunicación, permisibles gracias al Internet y las redes sociales. Elementos que señalan una etapa postmoderna de la comunicación política y de una relación de la política con los medios y entre sí, en medio de una competencia entre medios tradicionales y contemporáneos, en un entorno cada vez más fragmentado (Rúas, Mazaira y Rodríguez, 2018).
Por otra parte, el Foro Económico Mundial (FEM) se ha preocupado sobre el riesgo mundial que representa la masiva desinformación digital de los últimos años. El reconocimiento de la existencia de un peligro tecnológico y geopolítico, permitirá responder de mejor manera al desafío que representa disponer de información confiable y necesaria para los ciudadanos, que permita la toma de decisiones sociales libres (Howell, 2013). La desinformación, —simulación o falsedad disfrazada como noticia con fines políticos— busca irrumpir en el sistema establecido de flujos informativos, a través del engaño, y su efecto atenta contra las instituciones y los valores democráticos de las sociedades.
Pérez Vejo (2005) ejemplificó, a través del análisis puntual de las imágenes publicadas en la revista El Hijo del Ahuizote, entre los siglos XIX y XX el como la teoría de la conspiración se focaliza en demostrar que los males de la nación tienen su origen en las acciones conspirativas de determinados grupos sociopolíticos, además de poseer un fuerte componente xenófobo, central en el nacimiento y desarrollo de la mayoría de los movimientos nacionalistas. En este caso particular, aclara la forma en que la imagen del "gachupín" fue instrumentalizada por un cierto nacionalismo mexicano del periodo, sobre algunas peculiaridades de este nacionalismo y de su incidencia en la vida política del país; también sobre las complejas relaciones del imaginario mexicano con España y lo español (Pérez, 2005). Años más tarde, en la década de los años 90, recordemos, surgió el famoso personaje del “chupacabras” que fue considerado como distractor en el contexto de la crisis económica en México, provocado del golpe a la economía mexicana que se dio en el periodo presidencial de Carlos Salinas de Gortari, en 1994.
El presente estudio se concentró en cinco casos emblemáticos de mensajes falsos, enviados en los momentos de mayor contingencia sanitaria por la enfermedad de la Covid-19 en Chiapas, y que tuvieron una amplia circulación a través de las redes sociales. En este sentido, se eligió analizar un número determinado de las noticias falsas que han circulado sobre Chiapas, bajo conceptos teóricos como son el de posverdad, que permite discernir un panorama amplio de cómo la manipulación y la ficción pueden traer consigo acciones vandálicas que producen miedo e incertidumbre. De igual manera, la revisión que se planteó, más que una búsqueda exhaustiva y simple enumeración de todos aquellos testimonios simulados, se concentró como se ha dicho antes en cinco casos particulares, en un intento de aislar y establecer un límite de los mensajes ilusorios que definieron y conmocionaron a algunas comunidades de la sociedad chiapaneca. Bajo esta égida, se revisaron cualitativamente los contenidos de los mensajes emitidos en el periodo comprendido del 15 de mayo al 15 de junio, fechas en donde se presentaron casos críticos generados por noticias falsas en Chiapas. Se tomó como referencia el trabajo realizado por periodistas locales reunidos en el proyecto Verificados Chiapas y en el sitio Glifos Comunicación, que son instancias e iniciativas ciudadanas de información con sustento que han combatido esta guerra de noticias falsas en nuestra entidad.
Como virus invisible el coronavirus, y la enfermedad infecciosa que provoca la Covid-19, desconocidos antes de su irrupción, se han apoderado del miedo de la población. Situación que hemos discernido en las páginas anteriores y ha fomentado no sólo desinformación, sino también la imaginación, a través de curas secretas, rumores de una muerte colectiva y un sentimiento de incertidumbre, que también daña la confianza pública de los gobiernos. En su columna del New York Times, Fisher (2020) ha escrito que: “El coronavirus ha dado lugar a un maremágnum de teorías conspirativas, desinformación y propaganda, que erosionan y socavan la labor de los funcionarios de salud de maneras que podrían alargar la pandemia e incluso perdurar una vez que esta haya pasado” (Fisher, 2020: 1). Por su parte, De SousaSantos(2020) describe que son los grupos que tienen en común una vulnerabilidad especial que precede a la cuarentena y se agrava con ella. Tales grupos componen lo que denominó “el Sur”, acepción que no designa un espacio geográfico, sino un espacio-tiempo político, social y cultural (De Sousa, 2020: 34).
Ahora bien, las versiones de que el virus pudo ser un arma biológica creada en los laboratorios de países en conflicto por el poder global o una estrategia de control para reducir la población, ha motivado a oscuras historias, adicionadas y enriquecidas de tal manera que conducen en su conjunto a pensar en la participación de una teoría de la conspiración. En este sentido, para llevar a cabo un análisis de las noticias falsas, se destaca el estudio realizado por Salavarria (2020) y otros profesores españoles, quienes encontraron cuatro categorías para la mejor identificación de los contenidos falsos que circulan en las redes sociales y que cada vez es más difícil reconocerlos en el cúmulo de información circulando.
Así, con base en estos elementos y de cierto es que, al tener presente estos referentes de tipificación se facilita el trabajo de análisis del contenido de los mensajes formulados en el contexto de la infodemia y de esta forma comprender de mejor forma las dinámicas e intenciones que puede contener una noticia falsa, así como Fake News en el ámbito inglés o Bulo en el contexto español.
Como se ha mencionado en las páginas anteriores, la pandemia provocada por la enfermedad de la Covid-19 transforma en nuestras concepciones en inciertas y trastoca los tiempos de nuestras sociedades. Lo mismo ocurre en el ámbito de la investigación clínica, en donde las “sosegadas” explicaciones de los científicos se confrontan y estrellan de frente con las tajantes y fraudulentas teorías venidas de todos lados que, sin entrar en detalles, ni en el aporte de pruebas, de la misma forma que ni matices de opinión, afirman conocer y arrojar "toda la verdad" sobre el virus que nos circunda (Raffio, 2020). Aquí se recogen las impresiones del investigador Joaquim Segalés (2020), profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y miembro del Instituto de Investigación y Tecnología Alimentaria (IRTA-CReSA), que señala y pone en contexto el hecho de que si ahora mismo hay cientos de investigaciones en curso es porque todavía no se ha dado con una fórmula determinante para la vacuna. Así que no tendría sentido hablar de contraindicaciones de algo que todavía no existe fehacientemente.
Ahora bien, en este mismo contexto de actuación internacional y de posturas científicas de los diversos Centros de Investigación, se da la aparición en las redes sociales más destacadas, WhatsApp, Facebook, Twitter, entre otras, de una noticia, la cual aseguró que para el mes de septiembre de 2020, sería la fecha elegida para que se pusiera a disposición de los gobiernos la primera vacuna para prevenir la Covid-19. En este tenor, y atendiendo los conceptos teóricos desarrollados líneas arriba de la posverdad y la tipología establecida por Salavarria (2020), se puede considerar y clasificar como “engañosa” a la nota que se comparte con el titular: "Astra Zeneca pondrá al alcance de la gente la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford, Inglaterra, en septiembre del 2020. Ya no es una especulación ni una promesa, es un hecho que el mismo laboratorio ya anuncia en su página web”, remata. En efecto, la página oficial de la empresa biofarmacéutica británica Astra Zeneca, informó en un comunicado oficial, fechado el sábado 13 de junio, que llegó a un acuerdo con la Alianza de Vacunas Inclusivas de Europa (IVA por sus siglas en inglés), para proveer a Italia, Alemania, Francia, Holanda —y otros países europeos que deseen sumarse a la iniciativa—, de una cifra de 400 millones de dosis de una vacuna experimental desarrollada por la Universidad de Oxford. La distribución comenzará a finales del 2020 (Narcía, 2020). Para concluir la nota engañosa remata con la frase: “Astra Zeneca reconoce que la vacuna podría no funcionar”.
Es bien conocido que las comunidades locales viven su propia experiencia al enfrentarse con noticias falsas, algunas de ellas han incitado a los habitantes de los pueblos a cometer acciones vandálicas que afectan a un gran número de personas. Este es el caso de Chiapas, que a raíz de la pandemia de la Covid-19 han emitido y circulado mensajes falsos que han criminalizado la labor de los funcionarios públicos, quienes se han visto orillados a actuar y realizar acciones sanitarias en sus oficinas y centros educativos. Además, los casos surgidos en algunos municipios de Chiapas dejan claro que una información falsa crea caos social, sólo se necesita una chispa para encender todo un fuego en las comunidades.
En este horizonte, un grupo de periodistas chiapanecos, coordinados por Elva Aurora Narcía, formaron a inicios de mayo 2020, en pleno desarrollo de la pandemia del Covid-19, una red denominada #VerificaChiapas para combatir la desinformación. A partir de la circulación de una nota falsa en las redes sociales de Chiapas, particularmente, los integrantes del grupo aíslan e identifican la noticia falsa y en un esfuerzo colegiado, entre todos, realizan una investigación y proporcionan los argumentos necesarios para verificar si la información es fidedigna.
En este marco, proliferaron en redes sociales una amplia variedad de teorías de conspiración en torno a la Covid-19. Dichas hipótesis sugieren, entre otras cosas, que las autoridades, a través de las acciones determinadas de sanitización y fumigación en los espacios públicos, pretenden propagar la Covid-19 entre sus habitantes. Sin embargo, el escenario es complejo para estados como Chiapas, con un clima predominantemente tropical, en donde se combate la suma de dos o más brotes al mismo tiempo entre la población. Por lo tanto, en lo que respecta a las acciones de fumigación, el equipo de periodistas de #VerificaChiapas consultó con las autoridades de la Secretaría de Salud, quienes dieron a conocer que los trabajos realizados correspondían a los trabajos de nebulización para evitar la propagación del mosco transmisor del dengue, particularmente en los municipios de Tuxtla Gutiérrez y Tapachula (Narcía,2020). A pesar de ello, uno de los casos más sonados y que causó impacto en la población de Chiapas, fueron los acontecimientos suscitados en el municipio de Venustiano Carranza, en donde un grupo de personas protagonizó destrozos y saqueos aparentemente incitados por una noticia falsa en relación a la Covid-19. Los periódicos publicaron los sucesos:
En el municipio de Venustiano Carranza, Chiapas, un mensaje falso sobre el Covid-19 provocó destrozos y disturbios por parte de cientos de habitantes durante la noche del 27 de mayo, pues la información indicaba que el gobierno utiliza drones para enfermar a la población. Las personas incendiaron la casa del presidente municipal, Amando Trujillo Ancheyta, así como la vivienda de Rosa Cadenas, la madre del gobernador Rutilio Escandón Cadenas, quien no resultó lesionada, pues fue sacada en su silla de ruedas antes de prender fuego (Infobae, 28 de mayo 2020).
La red de #VerificaChiapas se comunicó con el secretario de Protección Civil, Luis Manuel García Moreno, quien aseguró que la policía cibernética investigó la información malintencionada que circuló en redes sociales, en la cual se señaló que lo que estaría matando a las personas no es el virus del coronavirus sino los polvos rociados desde drones. Se preguntó a García Moreno si las autoridades utilizan drones para alguna tarea en particular y mencionó que al revisar la página de Facebook de la alcaldía de ese municipio convulso se pudo apreciar una serie de fotografías tomadas desde esos “artefactos” y remató: "actualmente mucha gente usa drones para distintas cosas". La prensa publicó sus impresiones y postura oficial:
El funcionario confirmó que las autoridades de Salud están llevando a cabo tareas de sanitización en espacios públicos rociando agua y cloro rebajado como medida de mitigación frente a la pandemia. Hay 215 filtros sanitarios en toda la entidad, pero la sanitización "de ninguna manera se lleva a cabo con drones". Sobre lo ocurrido en Venustiano Carranza indicó que la verdadera intención tras los destrozos en Venustiano Carranza era saquear la tienda Elektra. Tanto la Secretaría de Gobierno como la Fiscalía del Estado ya investigan el caso (En Glifos Comunicaciones, 2020).
Para finalizar habría que recalcar que cuando un gobierno no tiene una estrategia de información acertada sobre las acciones que realiza, puede traer consigo la generación de un falso rumor que desencadena acciones violentas que no abonan a la paz y armonía social.
El caso de Venustiano Carranza y los disturbios ocurridos en dicho municipio de Chiapas trajo consigo otros acontecimientos políticos y desató otros más en la entidad, como el del ex alcalde del municipio de Villa Las Rosas, José Domingo Meneses Velasco, señalado como uno de los desestabilizadores de la paz social, no obstante se deslindó rápidamente de las acusaciones publicadas en algunos portales de noticias locales y estatales, en donde se aseguró su participación e involucramiento en los actos vandálicos, que provocaron la destrucción de la clínica, la alcaldía, una casa particular y la quema de una ambulancia en el municipio antes mencionado.
A la luz de los acontecimientos, a través de una carta, José Meneses, también militante del Movimiento Regeneración Nacional (Morena, partido actual en el poder) salió al paso de las acusaciones, para desmentirlas y declaró:
“La falsa información que distintos medios han publicado sobre mí; si bien es cierto, soy una persona que siempre ha apoyado en las causas injustas a la gente que, por no tener los medios necesarios y los conocimientos, han sido explotados o agredidos de alguna manera, nunca alentaría a la destrucción de bienes (inmuebles) de nuestro municipio”.
Por eso “me sorprende mucho”, que, a través de algunas cuentas de Facebook, “pretendan involucrarme en los actos vandálicos que se suscitaron el día de ayer (por el miércoles) por la noche en Las Rosas, de los cuales me deslindo totalmente”.
Aseguró que hacia las 23:00 horas del miércoles, a través de un aparato de sonido se convocó a la ciudadanía “para reunirse en la iglesia de San Pedro”, pero los convocantes no aclararon el motivo, pero en minutos un rumor se propagó, (sobre la presunta fumigación) “a través de redes sociales y más tarde usando el mismo medio de perifoneo, se convocó al resto de los barrios de Las Rosas. Cabe aclarar que yo no asistí a dicho llamado”.
En la misiva, Meneses dice no estar de acuerdo “con la forma de actuar de la actual autoridad municipal”, dado que el alcalde Rodolfo Robles “llegó a través de un fraude” y en su administración “ha cometido hechos de corrupción comprobados” en contra del programa Jóvenes Construyendo Futuro. El ex alcalde se disgustó con la “insensibilidad de los servidores públicos municipales, y la falta de calidad humana, “como tampoco estoy de acuerdo con estos actos (violentos)”, ya que “los verdaderos morenistas luchamos contra la corrupción, la injusticia y por la transformación de nuestro México. Nunca incitaremos a nadie a la destrucción de los bienes de nuestro municipio”.
En medio de la infodemia se pueden encontrar ciertas notas que buscan crear un efecto que bien se podría calificar de “mitigador”, tal vez para crear una serie de reflexiones sobre la importancia de cuidarse de ser contagiados del coronavirus. En este sentido, circuló en las redes sociales una información que se atribuyó a “Funerales Figueroa” ubicado en la ciudad de Comitán, Chiapas, una de las más importantes del estado, en la nota se aseguró que se habían disparado las muertes por Covid-19 en dicha localidad. El texto se posicionó en el tiempo más alto de la pandemia e indicó que el miércoles 3 de junio, dieron el servicio funerario tres casos particulares de personas fallecidas por la Covid-19. En el mensaje se describió el proceso de protocolo de actuación de la funeraria y la ausencia de duelo de los familiares, además de que: “dichas personas serán sepultadas o incineradas inmediatamente sin opción a que sean vistas por última vez”.
El equipo de #VerificaChiapas se comunicó con el propietario de la funeraria, Jorge Luis Díaz Figueroa, quien confirmó que fue quien difundió el texto, con el fin de crear consciencia entre la población, dado que para él: “pues aún hay muchas personas que no creen en el Coronavirus” (Narcía, 2020). En entrevista, éste último también informó que, en el transcurso de los últimos dos meses, la funeraria atendió una cifra de veinte casos, cuyo certificado de defunción indicó “neumonía atípica”, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o probable SARS-CoV-2. Los números significaron un aumento considerable, en comparación con las cifras del año anterior, dado que, en esa misma funeraria y durante el transcurso de todo el 2019, atendieron 40 casos de fallecimientos por enfermedad respiratoria obstructiva crónica.
En el marco de la pandemia, los gobiernos se dieron a la tarea de actualizar e informar cada día las cifras de contagios y de defunciones provocadas por la Covid-19. Se habilitaron los todos los canales oficiales para tal fin. Por ello, si se revisan los números oficiales del gobierno del estado de Chiapas, la página pública de la Secretaría de Salud del estado no presentó un desglose por municipio del número de fallecimientos por Covid-19, sólo registra el total de fallecimientos. El 3 de junio de 2020 se reportó que las muertes por coronavirus ascendían a 152. Del mismo modo, los indicadores oficiales consignaron que para aquella fecha en la ciudad de Comitán se contabilizaron 52 casos de Covid-19, de un total de 2,155 confirmados en toda la entidad. Con los elementos anteriores, en este caso, la nota falsa buscó producir un efecto de prevención y de toma de conciencia entre la población, alertando a la comunidad a continuar con las medidas de sanitarias de los protocolos de actuación frente a la pandemia.
En un contexto globalizado y con el avance de las nuevas tecnologías, la idea de los marcadores de información se ha popularizado. Por ello, en el mes de mayo de 2020, se popularizó entre los mensajes de las principales redes en Chiapas, la publicación de un mapa creado en la plataforma de Google. Al ingresar a él, dicho plano se desplegaba con la ubicación de los supuestos casos registrados de Covid-19 en la capital, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Tal mapeo de las incidencias provocadas por el Coronavirus causó preocupación y alarma entre los ciudadanos de la entidad, puesto que los marcadores de casos parecían inundar las distintas colonias del municipio y un número indeterminado de personas como afectadas por la enfermedad.
Días después de la aparición de este trazado de la enfermedad en la ciudad, la página de medios informativos denominada Alerta Chiapas, hizo pública, a través de su portal oficial y demás canales, la falsedad de esta publicación colocada en la plataforma Google, Primero se explicó a los lectores que estos mapas y sus características pueden ser creados por cualquier usuario de la red Internet y que sin duda pueden llegar a crear confusión, puesto que, al estar referenciado a la plataforma de Google, confían en que son datos reales y verificados. Luego, también se afirmó que el origen del mapa y el cómo pudo ser creado, se dio a partir de una interpretación errónea del seguimiento con fines científicos y estadísticos que llevaban algunos gobiernos e instituciones de salud en el mundo. Además, se hizo hincapié en que debió ser cuestionable desde el inicio de su publicación, por simple el hecho de que su autoría estuvo oculta para todos los usuarios de las redes.
La revisión de estos cinco casos representativos posibilita la aproximación al diagnóstico del manejo de la información en redes sociales en el territorio chiapaneco. Desde luego que los más, son espacios que presentan información seria bajo un sistema del periodismo de investigación. La distribución de los contenidos falsos sobre la Covid-19 provoca que la sociedad pierda confianza en las autoridades y en los medios de comunicación, además inducen a que las personas se formen ideas erróneas acerca de la pandemia y opten por no escuchar las indicaciones del sector salud para cuidarse y, por el contrario, hacen todo posible por no seguir estas indicaciones, Asimismo, ocurre el caso de exagerar las noticias y adicionarlas con información falsa y pueden llegar a actuar con vandalismo, causando desastres en propiedades ajenas, tal como ocurrió en el caso del municipio de Venustiano Carranza. González (2019) ha escrito que: “El conocimiento de la realidad es lo que nos permite a los receptores formarnos opinión sobre el mundo que nos rodea, sin embargo, el flujo permanente de información y las noticias falsas erosionan esa credibilidad generando desinformación” (González, 2019). Si recordamos el estudio realizado y coordinado por Salvarria (2020) en España, se encontró que las redes sociales son el sitio en donde se publica el mayor número de noticias falsas. La aplicación de mensajería WhatsApp fue la plataforma donde existió un mayor número de Fake News, o “bulos”. La medición se basó en los siguientes términos:
Por otra parte, se observó que ciertos bulos se habían difundido en más de una plataforma. Esto produjo un número total de frecuencias (N=304) mayor que el de bulos de nuestra muestra. Los datos revelan que las redes sociales –incluyendo en ellas tanto las identificadas, como aquellas sin especificar– son, con gran diferencia, el principal canal de difusión de los bulos (89,1%). Les siguen a gran distancia los medios periodísticos (3,9%) y otras plataformas diversas (6,9%). Considerando apenas las redes sociales identificadas, WhatsApp es la plataforma donde más bulos se observan (Salavarria, 2020).
Por su parte, Giorgio Agamben, encabezó el trabajo de compilación de varios artículos de especialistas sobre el tema de la pandemia, titulado Sopa de Wuhan, que desde su particular perspectiva nos comparten su experiencia:
Existe un debate en las ciencias sociales sobre si la verdad y la calidad de las instituciones de una sociedad determinada se conocen mejor en situaciones normales, de normal funcionamiento, o en situaciones excepcionales, de crisis. Tal vez ambos tipos de situaciones sean inductores de conocimiento, pero sin duda nos permiten conocer o revelan cosas diferentes. ¿Qué conocimiento potencial proviene de la pandemia de coronavirus? (Agamben, 2020).
La última pregunta de Agamben es la que llama la atención ¿Qué conocimiento potencial proviene de la pandemia de coronavirus? Sin duda un gran conocimiento sobre la capacidad de las instituciones. En el caso particular de nuestro país se ha evidenciado que el sector salud nacional y mucho menos el estatal, no estaban preparados para la atención de la crisis sanitaria ante la pandemia por la Covid-19. Aunado a esto, las medidas de sana distancia y el uso de los cubre bocas seguramente se quedarán por largo tiempo en nuestro diario vivir. Se aprendió que como sociedad se tiene la obligación moral de ser más conscientes con nuestros hábitos de consumo que afectan el medio ambiente, así como a nuestra economía y, principalmente a valorar el hecho de estar vivos. Por otra parte, el poder que contienen las noticias falsas de trastocar la credibilidad de las organizaciones, y desde luego de los procesos políticos en franco crecimiento como la democracia en los países emergentes, aquello que De Sousa (2020) ha señalado:
Pero como las democracias son cada vez más vulnerables a las Fake News, tendremos que imaginar soluciones democráticas basadas en la democracia participativa a nivel de los vecindarios y las comunidades, y en la educación cívica orientada a la solidaridad y cooperación, y no hacia el emprendedurismo y la competitividad a toda costa (p.18).
Ahora bien, incluso cuando una información derive de una fuente oficial o identificada como fidedigna, cabría la pregunta ¿Qué sentido puede tener difundir información falsa que provoca un estado de incertidumbre en la sociedad? Agamben también cuestiona, a propósito de la invención de la pandemia, “Si esta es la situación real, ¿por qué los medios de comunicación y las autoridades se esfuerzan por difundir un clima de pánico, provocando un verdadero estado de excepción, con graves limitaciones de los movimientos y una suspensión del funcionamiento normal de las condiciones de vida y de trabajo en regiones enteras?” (Slavof, 2020, p.18). Bajo esta perspectiva, se tendría que acciones como el confinamiento, así como la declaración de un estado de alarma tienen el obvio peligro de suponer, por la situación de excepción, terreno abonado para el autoritarismo estatal, pero corremos el peligro de, no sólo no mejorar en nuestros hábitos inmunitarios sino empeorar, y que se imponga la actitud autoritaria y de inmunidad viciosa en la sociedad civil, provocando situaciones de crisis. Manrique (2020) ha expresado que: “Eso es un exceso inmunitario, una inmunidad viciosa, cerrada por completo al otro” (p.145). Como bien señala la autora, esta situación nos puede llevar a complicar el clima de paz, como ocurrió en el caso de algunas comunidades de Chiapas. En este sentido, el gobierno debe establecer estrategias de sanidad considerando los usos y costumbres de los pueblos indígenas.
El virus de la Covid-19 cambió todos los paradigmas en los ámbitos del quehacer humano. En este caso se hace referencia a la desinformación, misma que se ha catalogado también como un virus más, resultado de esta pandemia, que ha venido afectando a algunas comunidades de la sociedad. Aunque la mayor parte de las fuentes de las noticias falsas son anónimas, en estos casos particulares tampoco se hace visible quién emite los datos y se refieren a hechos que en apariencia son fáciles de constatar o no se basan en un conocimiento especializado, es justo por eso, su mayor característica, que se identifican como “bulos”, Fake News o noticias falsas.
Bajo esta perspectiva, llevar a cabo el ejercicio de analizar un número determinado de las noticias falsas que han circulado sobre Chiapas a través de conceptos como el de la posverdad, permite discernir un panorama amplio de como la manipulación y la ficción pueden llegar a desembocar en acciones perversas y vandálicas, que producen miedo e incertidumbre y en mucho pueden afectar a la población; e inclusive alcanzar a expandirse hasta desembocar en acciones violentas, como la de destruir un hospital en plena crisis sanitaria y llegar a pensar que el objetivo de los gobiernos es el exterminio de la población o de partir de propósitos religiosos. Tal comportamiento produce desazón en la sociedad y sobrevuela en el imaginario una idea de la vulnerabilidad a la que están expuestas las comunidades urbanas, rurales e indígenas.
Una de las conclusiones de este trabajo apunta que como se sabe, en los casos analizados en Chiapas, el confinamiento y el estado de alarma tienen el obvio peligro de “suponer”, y este sesgo mentales el ingrediente perfecto para crear el rumor que se genera y acrecienta en torno los contenidos de una falsa información. Todos estos mensajes considerados ilusorios en el contexto de las comunidades indígenas adquieren tendencias de carácter emocional, sobre todo en donde los usos y costumbres sobrepasan cualquier aclaración que se imponga a la actitud autoritaria y de inmunidad viciosa, provocando situaciones de crisis. En este sentido, el combate a la información falsa es una labor que debe mantenerse desde la sociedad civil. El papel de los medios para combatir noticias falsas, es un compromiso que ya se hace presente con un grupo de periodistas chiapanecos, identificados como #VericadosChiapas, quienes en una labor de equipo, trabajan desinteresadamente para ofrecer a la población información fidedigna, a partir de la investigación de las fuentes, esa es su estrategia para viralizar, rectificando la información de vuelta. Este colectivo replica por redes sociales la información que está tipificada como falsa para alertar a los usuarios y receptores.
Finalmente, la pandemia causada por el virus conduce a reflexionar sobre el impacto negativo que puede causar la desinformación en un ambiente de incertidumbre y miedo. La cuarentena causada por la enfermedad de la Covid-19 es, después de todo, una lección que nos da la misma naturaleza, para volver la vista y atender con detenimiento las heridas que causamos contaminando nuestro ambiente. Superaremos como sociedad la cuarentena cuando seamos capaces de imaginar el planeta como nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra aliada, convirtiéndonos en habitantes comprometidos y responsables de los recursos que nos ofrece la madre tierra. Sin embargo, el panorama no es del todo desalentador, esta sacudida social ha demostrado que hay alternativas para que la sociedad se adapte y busque, desde lo más interior de su ser, la creatividad como una forma de vida para resolver los problemas, siempre con un beneficio común. Esto nos lleva a pensar en alternativas de nuevas formas de vivir y convivir, en cambios de paradigma social para hacer las cosas en una realidad distinta.
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