Vol. 13 N° 2
Julio - Diciembre 2021
El siguiente artículo presenta los resultados derivados del análisis sobre la cobertura que periódicos digitales locales realizaron a diferentes eventos suscitados en Chiapas, como la agresión al personal de salud en contextos comunitarios indígenas, la supuesta existencia de un hombre lobo o la marcha contra Bill Gates, a partir de la circulación de rumores en las redes sociodigitales durante la pandemia de la Covid-19. Estos hechos fueron presentados como efectos del pánico, donde los rumores digitalizados encontraron un contexto de verosimilitud, el cual reforzó los discursos ya existentes en la memoria colectiva y el sentido común. De esta manera, el propósito de la investigación es comprender por qué se legitimó el escenario digital como medio noticioso, sin detenerse a determinar la veracidad o falsedad de los rumores. Debido a la imposibilidad de hacer trabajo de campo por la cuarentena, se revisaron los sitios web de dieciocho diarios usando palabras clave para el análisis de contenido y se entrevistó a tres personas originarias de lugares cercanos a los hechos, evidenciando la manera en que los rumores, la desinformación, la desconfianza al gobierno y los discursos que se entrecruzan, manifiestan las condiciones de desventaja de los pueblos frente a la pandemia, pero también sus prácticas de resistencia.
The following article presents results of the coverage that local digital newspapers gave to events that occurred in the state of Chiapas, such as, the hostile behavior directed towards health personnel in indigenous communities, the alleged existence of a werewolf or the march against Bill Gates, emerging from the circulation of rumors in socio digital networks during the Covid-19 pandemic. These events were presented as reasons to panic, where digitalized rumors had found context in verisimilitude, which reinforced the preexisting discourses in a collective memory and common sense. In this way, the purpose of the investigation is to understand the legitimation of digital scenarios as news media, without stopping to determine the credibility of these rumors. Due to the impossibility of doing a field investigation due to the quarantine, websites from eighteen newspapers were reviewed using key words for content analysis and three people from places close to the events were interviewed, evidencing the ways in which the rumors, misinformation, mistrust in the government, and conflicting speeches show the disadvantages which these communities are facing due to the pandemic, but also the practices which allow them to resist.
El propósito de este trabajo consiste en analizar una serie de rumores en el contexto de la pandemia de la Covid-19 originados en el estado de Chiapas, México (en lugares que están ubicados en las zonas geográficas centro y altos del estado). El acceso instantáneo a los sitios web y a aplicaciones como WhatsApp de manera libre, masiva y transfronteriza, provocó que se difundieran a gran velocidad todo tipo de rumores en textos, videos, memes y fotografías reeditadas con temáticas del momento para causar reacciones en la sociedad.
Dichas reacciones no son las mismas en todas las personas o grupos, puesto que, como señala Barbero (1987) en su texto De los medios a las mediaciones. Comunicación cultura y hegemonía, existen diferentes maneras de ver, escuchar e interpretar un mensaje, por lo que la percepción de éste se encuentra mediada por el contexto cultural e histórico, igual que por los discursos que se entrecruzan para dar verosimilitud a lo que se lee, ve y escucha. En este sentido, se entenderá al rumor como algo polimorfo, opuesto a la objetividad y la verdad, concebido además como un producto oral incompleto en constante transformación de acuerdo al contexto histórico y cultural en el que circula (Zires, 2005, p. 20).
En la actualidad es común que las personas tengan un celular con acceso a cualquier tipo de información, y la posibilidad de crearla o reeditarla sin restricción ni supervisión, como el rumor que estudiantes de Comunicación difundieron sobre un hombre lobo en el municipio de Ocozocoautla de Espinosa (Estudiante de Licenciatura en Comunicación de la Universidad Autónoma de Chiapas, comunicación personal, 2 septiembre, 2020).
En Chiapas, los rumores circulan en un contexto de verosimilitud junto a la desinformación y producen desorientación, al punto de que “esta situación se convirtió en un tema de vida o muerte” en comunidades marginadas (Manske, citada en Mariscal, 2020).
En cuanto a la metodología, se compilaron notas de medios digitales que cubrieron los incidentes provocados por los rumores que circularon en Chiapas entre abril y mayo del 2020, en plena pandemia. Asimismo, se retomó material audiovisual de distintas redes sociales, en especial Facebook y WhatsApp, estructurando de este modo un análisis de las causas y efectos de los rumores en un contexto específico, retomando elementos de un análisis de contenido cualitativo, como considerar el texto de forma contextual y la utilización de palabras clave. El trabajo se estructura de la siguiente manera: introducción, marco teórico, metodología, resultados, conclusiones y referencias. En ellos, se abordan subapartados con temáticas señaladas: “Sobre el rumor y la verosimilitud”, “Los rumores en las redes sociodigitales”, “Lo verosímil en cada contexto”, “La pandemia que nos alcanzó: 23 de marzo de 2020”, “El Chiapas diverso en la pandemia”, “Los hallazgos”, y “Los rumores que clarifican”.
Froissart (2014) atribuye el estudio científico del rumor en la prensa industrial al psicólogo alemán Louis William Stern, pionero en el análisis de la personalidad y que acuñó en 1912 el concepto de cociente intelectual, mientras que en Estados Unidos su investigación se originó en los campos militares, durante la Segunda Guerra Mundial (Zires, 2005; Ritter, 2000).
En cuanto al cociente intelectual, Zires (2005, p. 58) lo define como “una construcción y una creación colectiva en donde se ponen en juego y a prueba las pautas culturales”; la cual, apunta Froissart (ob. cit.), ha sufrido mutaciones con los medios de comunicación digitales y no está fuera del ejercicio de poder. Siguiendo con el desarrollo histórico de su observación, en 1942 Robert Knapp y Theodore Caplow clasificaron todo tipo de rumores relacionados con la guerra, su frecuencia, veracidad y trascendencia, observando el efecto desinformante y de confusión que causaba en las fuerzas armadas norteamericanas y de los países involucrados en el conflicto. Por su parte, Gordon Allport y Leo Postman se enfocaron en las reacciones que provoca el rumor en los individuos. Tamotsu Shibutani también estudió los rumores en 1996, pero fue criticado por Terry Ann Knopf, quien señaló que su método carecía de sistematización y de un contexto específico, puesto que los rumores analizados correspondían a diferentes épocas y lugares, elementos que Knopf considera fundamentales para este tipo de análisis (Zires Roldán 2005; Ritter, 2000).
Knoppf apostó por examinar el rumor en su proceso natural, es decir, dado en el “tejido social”, observando las cadenas de los emisores y receptores. En esa lógica, el rumor pasó a ser estudiado entonces como suceso centrado en el colectivo más que en el individuo. En este sentido, Knopf elaboró un cuadro conceptual distinto, logró colocar en primer plano el fenómeno del rumor de la dimensión técnica, para llevar a cabo su sistematización y emplazarlo en el mundo existente. En este horizonte, aisló un modelo particular de rumor, actuando en el curso de un espacio de tiempo y en un entorno concreto.
Como se desprende de la lectura del ya clásico estudio denominado Rumors, Race and Riots, Knopf aborda con énfasis sólo el rompecabezas del racismo. Se puede apreciar de forma directa e indirecta, que el contenido de los rumores observados por nuestra autora se refiere a sucesos, temas, acciones o actividades de interés y que atañen a individuos, blancos o de color, como integrantes de un sector racial determinado. Por último, los rumores a los que hace referencia se limitan o supeditan al marco de los conflictos sociales (también conocidos como civil disorders) (Ritter, 2000, p. 3). En este punto, hay que mencionar que el rumor no necesariamente es un hecho real, sino que se trata de un relato al que alguien le atribuyó una realidad, la cual se consolida en un espacio y tiempo específicos de acuerdo con las reacciones y creencias del colectivo.
Ritter (2000) y Zires (2005), manifiestan que Allport y Postman sostenían que si el rumor está enmarcado en un contexto de verosimilitud, aun si se trata de un relato de horror, muerte o amenaza, sigue manteniendo su esencia y afecta principalmente el ambiente social donde actúa. En cuanto a su naturaleza temporal, “Las versiones del rumor poseen un carácter efímero. Algunas son más frágiles y pasajeras que otras, pero no por ello desaparecen, dejan huellas que quedan como mitos flotantes a la espera de otra coyuntura en que los vuelva a actualizar” (Zires Roldán, 2005, p. 89).
El rumor como fenómeno social no se trata de que las personas comiencen a construir y divulgar historias durante una turbulencia social, sino que manifiesta temas y preocupaciones de las comunidades, por lo que su estudio debe avocarse al tejido social. Su característica es la ambigüedad; no hay certeza de lo que sucede en el momento que circula, ya que se emiten opiniones diversas y las personas buscan orientarse para resolver o tomar acciones, considerando que “la naturaleza problemática de la situación constituye el epicentro del abordaje funcional del rumor” (Ritter, 2000, p. 19). Lo ideal en el momento de la turbulencia es la información clara, veraz, sencilla y lógica, que permita al colectivo comprender la situación problemática y reorientar el discurso para tomar decisiones frente a dicho escenario, puesto que en un marco de incertidumbre el colectivo se vuelve altamente receptivo, sobre todo cuando hay experiencias acumuladas. Lo cierto es que mientras la máquina de la información mediática del rumor se pone en marcha, logra provocar todo tipo de reacciones, “aunque posteriormente se trate de desmentir, el efecto palanca se activa” (Froissart, 2014).
Los rumores, como señala Froissart (2014), no se presentan de una forma específica, ya que existen diferentes formas de rumorear y el embrague lingüístico se destaca en todo discurso que sea indirecto. Diferentes formatos de rumores se esparcen a mayor velocidad en las redes sociodigitales, donde cada día hay más usuarios, según datos que compartió el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (en adelante INEGI) en el día mundial del Internet, celebrado el 14 de mayo 2020. La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (en adelante ENDUTIH) registró en México que “80.6 millones de personas de seis años o más hacen uso de Internet (70.1%)” (INEGI-ENDUTIH, 2020) y es la población urbana la que tiene mayor acceso; considerando que, de ese total, la mayoría emplea este recurso para entretenerse, buscar información y comunicarse. Se destaca que el dispositivo de mayor uso es el celular, sumando un total de 86.5 millones de usuarios, de los cuales sólo el 9.6% accede con wifi y el 90.6% se conecta con datos a las redes sociodigitales, siendo Facebook la de mayor uso con 99%, seguida de WhatsApp con 92% y YouTube con 82%. Aunque la información se ha democratizado, cualquier persona puede editar, redactar, grabar y subir videos, fotografías, audios, imágenes con cualquier contenido, desde pornografía, información religiosa, delincuencia, ciencia, ideas no comprobadas, y crear olas de rumores que se viralizan con la sentencia de “comparte antes que lo borren” (INEGI-ENDUTIH, 2020).
En Chiapas, los datos del INEGI demuestran que el uso de celulares y conexión a internet es el más bajo en el país, pero aun así puede notarse que en comparación con el 2018 el número de usuarios ha incrementado, no sólo por el previsible crecimiento de los consumidores de estos servicios, sino debido en cierta proporción a la necesidad de mantener comunicación con los familiares que emigran a otras entidades o a Estados Unidos en busca de trabajo. Sibilia (2005, p. 24) menciona al respecto que “la tecnología adquiere una importancia tan fundamental [en el paso] de las viejas leyes mecánicas y analógicas a los nuevos órdenes informáticos y digitales”.
El incremento del uso de celulares, por otra parte, permite reproducir cualquier rumor en diferentes formatos (videos, cadenas o mensajes de todo tipo), lo cual se comprobó con la cantidad de rumores circulando durante el pico de la pandemia en Chiapas, suscitada entre abril y junio de 2020. Según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (2020), este hecho provocó una gran desorientación, pues no hubo información confiable para las zonas rurales ni traducciones para los pueblos originarios. Por otra parte, la sensación de gratuidad y acceso libre a redes incrementa la producción, circulación y consumo de rumores, aunque en la práctica el uso de datos representa un gasto considerable.
En este sentido, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (en adelante IFT) menciona que el usuario paga 7.38 dólares por 1 GB y hasta hoy no existe un plan para beneficiar a esa población cautiva (IFT, 2018). Según estudios de la misma institución, la mayoría usa entre 3 y 4 GB. Por ejemplo, Carmela Silvano Pérez, hablante de tzeltal de la comunidad Julchutalijá, municipio de Chilón y Sara Rueda, del municipio de Ocozocoautla, mencionan que usan datos porque pueden comprar desde treinta o cincuenta pesos, “aunque no dure mucho la recarga, es diferente pagar treinta cuando tienes efectivo, a trescientos pesos por una mensualidad” (C. Silvano y S. Rueda, comunicación personal, septiembre 30, 2020); ambas consideran que no consumen tantos datos y coinciden en que “cuando no tienen dinero” pueden quedarse sin hacer recargas durante un tiempo.
Por otra parte, los rumores digitalizados se han sofisticado con imágenes y discursos de orden conspirativo que trascienden la concepción de la realidad, profundizan los miedos, los prejuicios y producen credibilidad. La desventaja es que no pueden verificarse, pero tampoco existe la práctica de comprobar su verosimilitud; al contrario, las redes dejaron de ser espejos de lo social para tomar el control al volvernos algoritmos. Todo lo que visualizamos coincide con nuestras formas de pensar y se nos devuelve una realidad jerarquizada (Olmo, 2019). Por ejemplo, las distintas versiones que circularon en redes sobre el amenazante virus y el control de los poderosos sobre la gente se propagaron por el mundo a una gran velocidad. En el momento más crítico de los contagios, la difusión provocó, en palabras de Agamben (2020), “pánico colectivo” y reacciones de todo tipo. El pánico cada vez más generalizado y la falta de información clara, generaron también negación, defensa o resistencia.
Para Mansilla (2020), los teóricos de la conspiración sostienen que la reacción de la población es predecible y sucede por la comprensión dicotómica que se tiene del bien y del mal; en la producción y circulación de rumores; según Reguillo y Milito (2020), hay claramente un trasfondo político. Durante la pandemia vimos, leímos y escuchamos en Facebook y WhatsApp rumores que afirmaban que el virus había sido creado para matar a la población vieja; la muerte por asfixia e inflamación de los pulmones con imágenes que infunden miedo; que el magnate de la tecnología, Bill Gates, había creado el virus para vacunar a la población e implantarnos un chip para matar a los débiles y enfermos; que con el virus se busca implementar el 5G digital, o aquellas fotografías con bolsas negras apiladas en cuyo interior había víctimas fallecidas por Covid-19 en Chihuahua, que en realidad eran imágenes de Ecuador, según aclararon después en sus conferencias el presidente Andrés Manuel López Obrador y el subsecretario de salud Hugo López-Gatell (Pie de página, 2020).
Sin embargo, las aclaraciones iban dirigidas a la población urbana, pero no a las zonas rurales y los pueblos originarios. El Estado nunca difundió información clara sobre el cuidado de la salud en lenguas originarias, por lo que el derecho a la información de las comunidades monolingües no fue considerado en ningún momento; ante la ambigüedad y los rumores circulando, se dieron reacciones de violencia tanto en el medio rural como en el urbano. Por ejemplo, la agresión al personal médico o las restricciones que los pueblos impusieron para las entradas de familiares que trabajaban en otras entidades.
La falta de acceso a la información durante los primeros meses de la pandemia, fue caldo de cultivo para la propagación de rumores, ataques a personal de salud, incendios, saqueos. “Lo que estuvo en juego fue la vida de las personas”, explicaron Leonardo Toledo y Maximian López Pérez, de Chiapas; Aukwe Mijarez, wixárika de Jalisco; y Patricia Emiliano Franco, de Puebla; comunicadores indígenas y antropólogos (Mariscal, 2020).
De acuerdo con García (2020), ante el contexto de verosimilitud de los rumores, la aplicación WhatsApp restringió la posibilidad de reenvíos múltiples de mensajes a un solo chat y se crearon sitios web para verificar, pero sólo un mínimo de personas sabe de su existencia, además de que el rumor siempre es compatible con el sentido común y las creencias refuerzan prejuicios, miedos y todo tipo de conductas irracionales.
Foucault (1979) decía que la visibilidad no es un comportamiento, es la condición general bajo la cual se manifiestan, aparecen a la luz todos los comportamientos de una época. Del mismo modo, los enunciados son ideas y prácticas (Deleuze, 2013, p. 38), por lo que existe un discurso de verdad impuesto, pero hay otras verdades que se construyen culturalmente.
Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su “política general de verdad”, es decir, los tipos de discursos que ella acoge y hace funcionar como verdaderos; los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manera de sancionar unos y otros; las técnicas y los procedimientos que son valorizados para obtención de la verdad; el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona como verdadero. (Foucault, 1979., p. 187).
Lo verosímil está ligado “a los sistemas de poder que la producen y la mantienen y a los efectos de poder que induce y que la acompañan” (Foucault, ob. cit., p. 189), pero los discursos cambiantes se entrecruzan en la memoria colectiva y se activan en tiempos de crisis. La subjetivación de los rumores y el daño que causa la inexistencia de información clara por parte de los gobiernos, provocó reacciones de agresión de personas y colectivos al personal de salud, así como manifestaciones de miedo colectivo (Agamben, 2020, o pánico moral (Thompson, 2014) que ponen en evidencia los riesgos que se perciben como amenazas del orden. En las poblaciones con mayor índice de analfabetismo y hablantes de otras lenguas diferentes al español se agudiza este fenómeno, al no tener información clara en tiempo real, pues según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (en adelante INALI, 2020) se quedan con el mensaje simple de que “hay una amenaza a sus vidas”. Las agresiones hacia los médicos y a la infraestructura de salud dan cuenta del enojo contenido en la gente, y la visibilización de un sistema de salud empobrecido, además de un Estado que aún responsabiliza de los contagios a la desobediencia de la población.
En este contexto, el concepto de sobreinformación está asociado a otras nociones recientes como el de intoxicación lingüística y el de desinformación; con el de “infodemia”, “intoxicodemia”, “posverdad”, manipulación en redes sociales y desórdenes informativos, todos ellos usados políticamente como control para determinar opiniones. Los sujetos están desprotegidos ante este fenómeno sin que, hasta este momento, los países hayan podido controlarlo. Sólo algunas naciones de Europa están proponiendo iniciativas para regular y proteger a los usuarios de redes porque “puede comprometerse la vida” (INALI, 2020). En otro espacio, la embajadora en misión especial para las amenazas híbridas y la ciberseguridad de la Unión Europea, menciona que:
[Según] los psicólogos […] las emociones negativas se perciben más intensamente que las positivas, y puede que sea así. Sobre este punto, cabe referirse a otra palabra fetiche del mundo digital: la burbuja de filtros. La burbuja creada por la tecnología, gran paradoja frente a la globalización, en la que los ciudadanos viven y sólo están inmersos y en contacto con ideas u opiniones que coinciden con las suyas. Un mundo donde los algoritmos de Facebook o Google marcan y facilitan el camino de la información, mermando de este modo la capacidad de autocrítica (Olmo, 2019, párr. 12).
La cultura de poder que prevalece violenta las subjetividades; por un lado, están los medios que sobre informan e invisibilizan a los hablantes de otras lenguas y, por el otro, el Estado que no brinda información clara; entonces, se tiene que ambos desinforman y dan continuidad al olvido e intrascendencia a la que son reducidos los pueblos originarios y las zonas rurales. Las formas subjetivadas de apropiación del mensaje que provocaron manifestaciones y agresiones violentas, ante el pánico de sentirse vulnerables por algo invisible como el Covid-19 y que fueron narrados por los académicos y periodistas en diferentes artículos de opinión e información, permiten ver cómo se vive la experiencia que “es una afección del sujeto en relación con un acontecimiento y una ficción que se ´fabrica uno mismo´” (Foucault, 1979) y se da un sentido amenazante.
Si revisamos los pliegues de los doblamientos de la historia de Chiapas encontraremos que en su interior ha habido subjetividades violentadas, negadas y enunciadas únicamente como fuerza de trabajo o de carga por el color de su piel, lengua o etnia. Karl Marx evidenció las relaciones de poder del Estado y las clases sociales, enfocándose en el análisis del poder a gran escala, sin embargo, Foucault no se refiere al poder concentrado sólo en el aparato de Estado, sino en el poder a pequeña escala que el Estado atomiza en diferentes instituciones como los hospitales y las cárceles, que son los lugares de encierro para aquellos que hay que disciplinar o para aquel que no posee una condición normal. En este sentido, como los catalogados “anormales” son una amenaza a la sociedad se les disciplina apartándolos, pero estos también ejercen su poder en las resistencias frente a quienes les imponen las reglas. Había otros poderes que hacían resistencia frente al macropoder y esos micropoderes sólo pueden comprenderse en las relaciones sociales.
Siguiendo a Foucault (1979) el poder que ejerce el rumor en las redes sociodigitales se encuentra ante micropoderes de sujetos organizados en pequeñas agrupaciones que generan resistencias o se empoderan y realizan prácticas de reclamo a partir de las interpretaciones de vulnerabilidad que realizan. Su poder de desciframiento surge de su construcción del mundo y el manejo de su verdad, que es lo que media entre el rumor que tiene una intencionalidad y quienes lo interpretan.
En Chiapas la historia de desinformación y la precariedad de una cultura escrita sobre la prevalencia de la oralidad quizá permite que los sujetos se queden con lo más básico de los rumores: “te vas a morir” (INALI, 2020) o “el gobierno quiere la muerte de los viejos”. Por otra parte, la pandemia de Covid-19 que dio lugar a brotes de violencia fue antecedida por el fenómeno migratorio de la marcha de centroamericanos hacia Estados Unidos, en el que oleadas de personas desbordaron la frontera México-Guatemala, en una especie de preludio del confinamiento que inició el 23 de marzo por la pandemia. El gobierno federal anunció que las actividades no sustanciales estaban obligadas al cierre y que los trabajadores tenían que quedarse en sus casas en virtud de que el virus había traspasado las fronteras de China y su alta capacidad de contagio ponía en riesgo a los adultos mayores y a personas inmunodeprimidas, con problemas de obesidad, presión arterial y con enfermedades crónicas.
Al principio muchas personas dudaron y negaron la existencia del virus; hubo sobreinformación, teorías conspiratorias, así como no se acataron las indicaciones de protección y sana distancia. Sin embargo, la información dirigida al medio urbano en redes sociales, televisión, radio y aunado a las muertes cercanas de amigos o personas conocidas terminó por convencer a la población para cuarentenarse.
Las autoridades suplicaban a los confinados dar continuidad y perseverar en el encierro. Las noticias siempre alarmantes, señalaban el crecimiento del número de contagios y muertes por el virus en ciudades de España e Italia. Enseguida, los miles de contagios en Estados Unidos y Brasil; las imágenes de Guayaquil, Ecuador, de personas muriendo asfixiadas en la vía pública o en las entradas de los hospitales. Inmediatamente, los periódicos apegados a la cientificidad entrevistaron a académicos con autoridad intelectual y científica para escudriñar en su discurso sobre la pandemia.
El periódico Quodlibet.it publicó en febrero de 2020 un primer texto del filósofo Giorgio Agamben, el cual llevó a cabo una reflexión sobre la pandemia causada por el nuevo virus. Posteriormente, otros periódicos hicieron lo mismo. Los académicos se volcaron sobre lo que decían las autoridades del mundo intelectual del momento; sobresalen las entrevistas y los artículos de Byung Chul Han, Slavoj Zizek y Giorgio Agamben, inmediatamente compilados en un libro digital titulado curiosamente Sopa de Wuhan. La metáfora alude a que la pandemia inició en un mercado de víveres de Wuhan, China, y alude a las versiones que señalan que alguien cocinó un murciélago o un pangolín y que de esa forma el virus se transmitió al humano. Ninguno de los intelectuales negó su existencia. Las opiniones vertidas desatan una serie de reflexiones, sacan a la luz temas aún no resueltos en nuestras sociedades y señalan que la pandemia y el confinamiento dejó sin empleos a muchos, lo cual acentuó aún más la separación de clases, la pobreza, la brecha digital, el papel de los medios en la ideologización, pero sobre todo la preocupación del traslado de la escuela a los medios tradicionales y plataformas digitales.
El 23 de marzo de 2020 el gobierno federal, a través del subsecretario de Salud Hugo López-Gatell Ramírez, avalado por el presidente de la república, anunció en los medios tradicionales y digitales que México iniciaría una cuarentena por la expansión de la enfermedad de Covid-19, para evitar contagios y poner a salvo a la población, principalmente a los adultos mayores, personas con enfermedades crónicas como diabetes, cáncer o con problemas de sobrepeso e hipertensión. La recomendación fue “el encierro a las personas normales” y la sana distancia. Se ordenó cerrar comercios, escuelas y todas aquellas actividades no prioritarias; sólo quedaron en función las instituciones de salud, la policía y los comercios que compran y venden alimentos.
La “normalidad” fue trastocada; se observaron calles vacías, comercios cerrados y los medios tradicionales y digitales estuvieron sincronizados con la misma información. La Covid-19 trascendió las fronteras de China y se globalizó en casi tres meses; desde que se supo del brote en la ciudad de Wuhan se hizo un uso desmedido de la información, pues cualquier página, canal o radiodifusora hablaba de la peligrosidad de contagio del virus, de las muertes provocadas y las medidas que China estaba implementando. A pesar de la sobreinformación, o quizá debido a ella, los rumores comenzaron a viralizarse, seguidos de teorías conspiratorias de su creación para matar a los viejos no productivos; asimismo, comenzaron a circular miles de recetas recomendadas para protegerse y sanar. Posteriormente, se supo por los medios del brote en la Unión Europea; las noticias se centraban en los casos de contagio y números de muertos, principalmente en Italia y España. Hubo cierres o disminución de vuelos en los aeropuertos.
Los medios tradicionales no pudieron competir con la avalancha de información, tanto oficial como de opiniones personales en los medios digitalizados; se verificó una intoxicación lingüística que provocó atípicas reacciones en las personas de diferentes lugares, no sólo en Chiapas. Se transitó de la incredulidad al pensamiento de que se trataba de conspiraciones de políticos instaurando una doctrina del shock para implementar un nuevo orden social, el cual provocó miedo y reacciones. Se percibió, además de quietud, reacciones de solidaridad y de reflexión, empero también de desesperación. Los rumores en redes señalaban la escasez de productos, lo cual provocó en ciertos lugares compras de pánico en supermercados, donde hubo testimonios documentados de personas arrebatándose el papel higiénico, la pasta y el queso, como los casos de Italia y Estados Unidos. De esta manera, pudimos ver los efectos de los rumores digitalizados cuando encuentran contextos de verosimilitud, así como el poder y control que las redes sociales ejercen sobre los comportamientos humanos y lo imprecisos que son sus valores de ética. ¿Quién se beneficia entonces con el control de la información en las redes? La “gratuidad” y la rapidez con que circulan los rumores y las noticias en estos medios impacta en los usuarios que, como Ander-Egg (2005) nos advertía en su texto El proceso de la globalización en la cultura, iban a incrementar para el siglo XXI, pero nunca se imaginó su trascendencia con la pandemia de la Covid-19.
Chiapas, ubicado al sur de México, comparte frontera con Guatemala, con una historia de coloniaje de larga duración, al que se han agregado como capas la explotación laboral, la discriminación, el aislamiento, la negación social de una escolaridad completa a los más pobres, y los cuales hoy se suma la desinformación ante contextos de rumor digitalizados, tiene una gran diversidad étnica y existe una marcada diferenciación social, puesto que, como señala Villafuerte (2020), su economía “preponderantemente agropecuaria […] pasó a una centrada en el comercio y los servicios” acentuando las diferencias. Por otro lado, su población eminentemente oral registra porcentajes altos de nula o baja escolaridad, la cual supera la media nacional, situación social que quizá repercute en la comprensión lectora y a esto habría que sumar la desinformación por parte del Estado y los medios, lo cual generó una serie de prácticas violentas durante la pandemia por la Covid-19.
Al respecto, Villafuerte (2020) sostiene que, hoy el aislamiento y la dispersión de los pueblos de Chiapas constituye una ventaja, pues se evitan los contagios, no obstante, como muchos chiapanecos trabajan en el norte de la república, con la pandemia fueron suspendidos y se vieron obligados a regresar a sus lugares de origen, contagiándose en alguna parte. López, en el Conversatorio desenmascarando la desinformación, coordinado por el INALI (2020) ejemplifica algunos casos, tales como el farmacéutico que atendió a un enfermo de Covid-19 y sugirió que lo llevaran al hospital, donde falleció. Los familiares lo acusaron de haber enviado directo a la muerte a su pariente, por ello tuvo que cerrar su negocio mes y medio. El rumor que circuló en WhatsApp acerca de los hospitales en donde los contagiados se morían, encontró un contexto de verosimilitud y la coyuntura activó las creencias ya contenidas en la memoria de que en los hospitales no les dan importancia a sus enfermos.
De este modo, quedaron al descubierto, por un lado, la ambigüedad de la información oficial, un sistema de salud empobrecido y por último, la desconfianza al sistema gubernamental. Los diarios narraban los hechos violentos y las manifestaciones de miedo en los pueblos, los cuales se pueden cartografiar en zonas con población indígena de los altos, como Villa las Rosas, San Andrés Larráinzar, Aguacatenango, Venustiano Carranza y Ocozocoautla, cercana a la capital (Gómez, 2020; Mariscal, 2020). También se supo por redes sociales, como son WhatsApp y Facebook, que otros poblados estuvieron involucrados en estas prácticas, aunque los diarios revisados sólo documentaron las mencionadas líneas arriba.
La pandemia de la Covid-19 irrumpió en Chiapas con un confinamiento general, que imposibilitó a la academia para desarrollar investigaciones cara a cara, así como para trasladarse in situ al lugar de los hechos y documentar los dichos en el que ocurrían las manifestaciones de miedo, de agresión al personal médico, trabajadores del estado y familiares de enfermos, o la marcha contra Bill Gates. Sin embargo, para la academia y el periodismo este momento no pudo pasar inadvertido e iniciaron la producción de una buena cantidad de textos que ahora circulan en internet. Estos describen las prácticas que los sujetos tuvieron a partir de lo que vivían, veían y leían. En el caso de Chiapas, los periódicos locales documentaron y opinaron sobre la crisis vivida.
La investigación se enfocó en los sitios web, a través de sus páginas en Facebook, con palabras clave como “Sucesos en Chiapas por la pandemia” y “Covid-19”, encontrando dieciocho páginas de diarios locales digitalizados, de entre los cuales se seleccionaron cinco: Chiapas Paralelo, Pie de página, Alerta Chiapas, Glifos comunicaciones.org-Verifica Chiapas, este diario diseñado para verificar noticias falsas, y el Observatorio de las Democracias del Sur y Centroamérica (ODEMCA), que aunque no es un periódico como tal, publicó artículos de opinión de los lugares en cuestión.
La decisión de analizar las notas informativas de estos medios se debe a que se identifican como periódicos independientes y en su reflexión crítica visibilizan situaciones no relevantes para periódicos privados que sólo publican noticias. Los escritos sobre los sucesos en Chiapas durante la pandemia de la Covid-19 están presentados en los diarios y en el observatorio como artículos de opinión e información y noticias. Se seleccionaron seis notas de eventos de manifestaciones públicas o eventos de violencia relacionados con la difusión de rumores en redes. Los autores viven en Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de Las Casas y cuentan con una larga tradición investigando el contexto chiapaneco. Además, están vinculados a redes de colaboradores que verifican los hechos, entrevistan a los sujetos involucrados y recopilan sus vivencias de los lugares que habitan.
En el análisis de sus textos percibimos que comparten denuncias de las desigualdades económicas, sociales, así como políticas, de los pueblos indígenas y zonas rurales, denunciando de esta manera la negación que existe del derecho de una información puntual, clara, comprensible y en lenguas originarias (INALI, 2020). Cabe mencionar que al principio no era la intención hablar de pueblos originarios, pero la ubicación geográfica de las localidades en las que hubo brotes de violencia se encuentra en zonas indígenas, varias de ellas cercanas a la zona de influencia y bastión zapatista. Asimismo, la creencia de la existencia del licántropo se entrecruza con discursos de nahualismos que datan, según Navarrete (2000), desde antes de la llegada de los españoles y que perduran en el tiempo.
Previo al análisis de las notas periodísticas, se reunieron una serie de videos, memes, notas y audios compartidos en WhatsApp en el pico de la pandemia. En el tiempo de su circulación y la vigencia de interés se dieron los diferentes acontecimientos que aparecen enumerados más adelante, lo cual permitió dar seguimiento y encontrar en las notas periodísticas el contexto de verosimilitud de los rumores. No se realizó estrictamente un análisis de contenido cualitativo, pero sí se usaron algunas herramientas del mismo, como el considerar el texto de manera contextual y el uso de palabras clave.
En este sentido, en el análisis desde la perspectiva cualitativa se reconoce al sujeto que analiza y construye las categorías de análisis, sin dejar de lado el contexto en el que se escribió la nota, así como el tipo de diario abordado, considerando su tendencia (independiente, privado, izquierda, derecha y quien escribe), en otras palabras: “se pone en práctica la creatividad, la capacidad de integración y síntesis, aptitudes para hallar relaciones en el material y de aplicar, aunque signifique algún grado de sesgo, lo que el analista sabe o intuye previamente del hecho estudiado” (Cáceres, 2003, p. 67).
Cuando se inició este trabajo, sólo había preguntas sobre lo que se leía y veía de los rumores que circulaban durante el pico de la pandemia del Covid-19, cuestiones como: ¿Por qué se agredía al personal de salud que iniciaba la fumigación contra el dengue y se les veía como una amenaza? ¿Por qué en el pueblo de Ocozocoautla, a 25 km aproximadamente de Tuxtla Gutiérrez la capital de Chiapas, corrió el rumor en WhatsApp y Facebook que había un hombre lobo? ¿Por qué se pensaba que en el hospital se les inyectaba el virus a los pacientes para que fallecieran? La única posibilidad era buscar en los sitios web y preguntar por teléfono a algunos conocidos asentados cerca de los lugares.
En el análisis de contenido cualitativo, Cáceres (2003) menciona que el primer paso es buscar la información con la categoría seleccionada. Los hallazgos en los diarios digitales me llevaron a otros cuestionamientos: ¿Por qué los rumores que circulan en las redes sociodigitales tienen credibilidad en algunos contextos y provocan reacciones en la gente? ¿Qué hechos fueron documentados en los diarios? Cáceres (2003, p. 70) señala que en la revisión del uso del análisis de contenido cualitativo algunos “investigadores (…) no utilizaron la codificación previa antes de elaborar las categorías, simplemente categorizaron directamente desde los datos brutos”, como se realizó en esta investigación. La revisión del diario Chiapas Paralelo nos llevó a otros diarios con los se vincula en red y al conversatorio que el INALI realizó con comunicadores hablantes de náhuatl, wixárica y tsotsil, así como al ODEMCA, a Pie de página y a Alerta Chiapas.
Uno de los sucesos más documentados, entre el doce y trece de junio de 2020, en los diarios locales Chiapas Paralelo, Alerta Chiapas, ODEMCA y fue el caso de Villa las Rosas. El personal médico sufrió agresiones, la infraestructura hospitalaria fue destruida y una ambulancia resultó quemada. En WhatsApp habían circulado rumores de que, en los hospitales, médicos y enfermeras ubicados en la primera línea atendiendo enfermos por Covid-19 estaban inyectando el virus. Pero también hubo protestas de personal médico y de enfermería, descubriendo las condiciones de desmantelamiento y falta de medicamentos en la que se encontraban los hospitales.
Figura 1. Consecuencias de una campaña de desinformación
Cuando llegaron los primeros enfermos al hospital y los médicos diagnosticaron posible Covid-19, los usuarios dijeron que todo era un invento y que posiblemente ahí le habían inyectado algo al paciente. Después de la negación, los familiares llegaron a la comprobación con la experiencia de la muerte. Inmediatamente reclamaron que les habían negado la cura. Ante la cólera y la impotencia por lo sucedido, sumados a toda la información entretejida de las condiciones de escasez de los hospitales y de que el gobierno quiere la muerte de los improductivos, el pánico se esparció entre las personas y reaccionaron con violencia (INALI, 2020.). Revisando los antecedentes del lugar, ya había en la memoria colectiva otras manifestaciones, exigiendo al gobierno equipamiento de hospitales y medicinas. En 2014 y 2018, Chiapas Paralelo también documentó una concurrida marcha del personal de salud de todos los hospitales comunitarios de la región.
Médicos, enfermeras de hospitales y clínicas de Las Margaritas, La Independencia, La Trinitaria, Frontera Comalapa, Tzimol y Villa de las Rosas, protestan en el hospital materno infantil por la falta de medicinas, médicos y enfermeros en clínicas y hospitales de la SSA de estos lugares. (26 de marzo de 2014).
Sergio Vite: los hubieran traído a marchar con los de Chiapa de Corzo (sic)
Víctor Zenteno: El estado sin gobierno (sic)
Rosalina Alvaro: ¿No que el güero Manuel Velasco Coello dice estar todo bien sin faltar nada por muchos apoyos y recursos invertidos? (sic) Y que dice al respecto, viéndolo bien no le preocupa al pueblo de Chiapas únicamente sus propios intereses, y así quiere ser presidente de la República, ¿qué se espera de él? Señal de que está peor que antes (sic).
Figura 2. Sucesos en Villas las Rosas
En este tenor, se presentan otras protestas, reclamos del Chiapas que exige justicia y atención del gobierno, lo anterior se suma a la que describimos, por ejemplo, las del linchamiento a una persona en 2015. Tres años después varios pueblos originarios marcharon contra el extractivismo sufrido en la zona. En 2020 llevaron a cabo quemas materiales y linchamientos al personal que llegó en campaña para combatir el dengue, actividad que coincidió con el entorno de la pandemia del Covid-19. La reacción a este contexto fue que no les permitieron fumigar, porque los rumores decían que llegaban únicamente a esparcir el virus entre la población. Se ha documentado que cuando la gente considera que hay una amenaza se unen para los linchamientos, práctica que se ha extendido cada vez más en zonas rurales y sectores urbanos.
Figura 3. Protesta en Chiapas
La historia reciente del municipio de Venustiano Carranza se ha caracterizado por décadas de una lucha soterrada por la disputa de territorios, como consecuencia de estos conflictos de reparto agrario los asesinatos, linchamientos y masacres suscitadas, están en la memoria colectiva de la localidad. Es común que existan diversos grupos de defensa, organizaciones de choque ante los bandos contrarios. Además, durante décadas han sido utilizados con fines políticos y partidistas, sin dejar las confrontaciones de lado. En este horizonte, el 27 de mayo, en la red social Facebook, a través de un muro llamado sin mayores preámbulos “Venustiano Carranza”, apareció un texto en el cual se negaba la existencia del coronavirus; a esa publicación se le agregó una sentencia: “lo que existe es una pinche bola de políticos ambiciosos que quieren ver gente muerta” (Coutiño, 2020). Al tiempo que agregaba: el “24 de mayo había sido derribado un dron al que le ´encontraron una caja donde se dispersaba un polvo´. El mensaje decía que dicho polvo provocaba que los pulmones ´se secaran´”. Inmediatamente el rumor se viralizó en Facebook y WhatsApp. El pueblo salió armado con lo que tenía a la mano rumbo a la alcaldía, la turba quemó el inmueble y saqueó locales comerciales. Un rasgo importante de mencionar, el gobernador de Chiapas es originario de esta misma localidad y su madre reside ahí. En el momento de los sucesos, según datos oficiales en Venustiano Carranza, habían fallecido más de treinta y tres personas en el contexto de la pandemia, ocupando el sexto lugar en incidencias de casos de muerte en el estado.
Años atrás, en 2014, sucedió algo parecido con la denominada fiebre del Chikungunya. Ante los contagios que se presentaron, en el pueblo se decía que aviones estaban esparciendo polvos para que la gente se enfermara. Un video circuló profusamente en donde se afirmó que en unas islas del Caribe se realizó un experimento con los zancudos y luego se esparcían con aviones. Este rumor quedó marcado en el recuerdo de las personas de dicho lugar.
Figura 4. Rumor que alerta a las personas de Venustiano Carranza sobre los drones
Figura 5. Situación en Venustiano Carranza
En los más de cien comentarios registrados a la nota aludida, se puede apreciar el uso de palabras altisonantes, discriminatorias e insultos, dirigidos a la ignorancia de los pobladores. De este cúmulo de opiniones, se destacó especialmente uno, una expresión de agradecimiento a los ignorantes, porque este sector dejaba al estado bajo un estigma de incivilización y porque en el país se nos conoce por las malas noticias que dan pie los indígenas.
Otro rumor que desató cierto caos y provocó hilaridad en mucha gente, se viralizó en cuanto se supo de los casos de muerte en Tuxtla Gutiérrez. En una entrevista realizada a un habitante, llamado Manuel Pimentel, narra que cerca de su casa en el “Barrio Nuevo” un policía le disparó a un hombre lobo que estaba de espaldas y que en el momento de la detonación no le hizo nada, por lo que el licántropo saltó la barda y huyó (M. Pimentel, comunicación personal, abril 13, 2020). Este rumor duró y se comentó en el transcurso de varios meses. Sara Rueda comentó que a partir de ese momento la gente disminuyó sus salidas y reuniones, ya que había incredulidad de la existencia del coronavirus, pero no del hombre lobo. Ella misma narró que en los límites del pueblo, por las noches, los hombres se armaban y organizados en grupo salían a cazarlo, aunque nunca lo encontraron. Después el rumor reapareció en la región cercana de Ocuilapa. Buscando información en Facebook sobre el suceso, se encontró una cuenta con el nombre del supuesto hombre lobo; los comentarios vertidos que tiene la publicación son de lástima y comprensión, porque según se cuenta éste desapareció y se comentó que quizá lo mataron.
Figura 6. Noticia sobre el Hombre Lobo
En este caso, el contexto de verosimilitud se asoció a que en ese barrio había un arroyo, del cual hoy en día sólo queda una poza en la que se ahogaron dos niños, los cuales supuestamente han sido vistos en la noche. Dadas las características agrestes del terreno, ubicado casi en la falda de un cerro, antes ese lugar no estaba habitado, pero con el crecimiento demográfico, gente de los pueblos cercanos llegó ahí a construir sus casas, mezclándose con la gente del lugar.
A mediados de junio de 2020, circuló en WhatsApp y Facebook un rumor disfrazado de pregunta-reportaje. Una joven en un video de Badabún llamado “Acusan a Bill Gates de implantar chip en vacuna contra el Covid-19” preguntaba si sabían del tema e invitaba a que le enviaran opiniones y compartieran el video. Según los comentarios de la joven se acusó a Bill Gates de estar implantando chips en las vacunas; en ese mismo video aparecen imágenes del empresario dictando una conferencia en la que habla del coronavirus, diciendo que en el futuro los virus iban a ser la mayor amenaza de la humanidad. En dicha disertación, el involucrado se auxilia de una diapositiva con la imagen del coronavirus. La coherencia de la chica y las imágenes del video con duración de tres minutos y medio, producen verosimilitud y, por lo menos, a más de alguno le insertó la duda. Quizá este video, sumado a otros del mismo tipo contra Bill Gates, haya quedado en la memoria de quienes lo vieron.
Cabe mencionar también que en la comunidad de Guadalupe Tepeyac, en algún momento bastión zapatista, cercana a la selva Lacandona, en Margaritas, fue noticia por las manifestaciones de violencia contra el personal del IMSS y la infraestructura del hospital, tras responsabilizar a un médico por la muerte de una persona por probable Covid-19; el hospital fue cerrado por unas semanas y reabierto en julio, tras las firmas de acuerdo de la institución y representantes de la comunidad para proteger al personal médico y cuidar la clínica (Mandujano, 2020).
En julio diversos medios (Xataka, La jornada, Infobae y Unotv) reprodujeron la noticia de una marcha realizada por indígenas tseltales y tojolabales contra Bill y Melinda Gates. En el pico de la pandemia se congregó un buen número de personas (cuatro mil, declaró el grupo convocante, pero no existe una cifra exacta) con pancartas, en las que se leían consignas al gobierno para mejorar el sistema de salud colapsado y se pedía respeto para los pueblos indígenas. En los comentarios a la nota periodística, aparece una cuenta llamada “Luz y Fuerza y del Pueblo Chiapas”, señalando al diario La Jornada de distorsionar la nota porque el encabezado decía “marcharon en Chiapas exigiendo mejoras en el sistema de salud”, cuando en realidad marcharon para “despertar al pueblo, para que vea que el coronavirus fue inventado y financiado por la fundación Bill y Melinda Gates y la empresa Johnson & Johnson en laboratorios de Inglaterra”.
Figura 7. Marcha contra Bill Gates
Habría que señalar y no dejar de lado que la interdiscursividad de la lucha contra el capitalismo, misma que inició en esa zona por los ideales zapatistas, aún sigue siendo bandera distintiva de lucha. El patriarcado capitalista representado por los gobiernos y partidos políticos, aliados al neoliberalismo empresarial, es el causante de la extracción de recursos ambientales, marginación y pobreza de los pueblos, que hoy (organizados bajo la influencia zapatista) realizan marchas y protestas contra los grupos poderosos. La marcha entonces cobra otra dimensión, es contra un máximo representante del capitalismo neoliberal, es sentido de lucha, organización y resistencia. Como mencionan Froissart (2014) y Zires Roldán (2005), citando a Morín, los rumores se transforman, pero se entrecruzan con otros rumores que se quedan en la memoria colectiva. Se activan con otros discursos o en tiempos de crisis crean interdiscursividad, como el rumor de Orleans de Morín. El contexto de verosimilitud entonces son las creencias, los prejuicios, el miedo, las resistencias, el odio, sucesos que se dieron tiempo atrás y que son recuerdos con atajos acumulados en un grupo, el rumor se transforma de acuerdo a los contextos históricos y culturales.
Luego de los sucesos de violencia, los intelectuales hablantes de lenguas originarias han creado redes de apoyo. En los diarios digitales revisados y en el conversatorio del INALI podemos apreciar, ver y escuchar, que se están auxiliando a las poblaciones aisladas a través de las radios comunitarias. En Chiapas, Mariscal (2020) fundadora y colaboradora de Chiapas Paralelo, junto a intelectuales hablantes de tsotsil, tseltal y chol, ha creado mensajes orales (podscats que se encuentran en el sitio web del diario), explicando la existencia del virus y de los cuidados que cada uno debe tener: el uso de cubrebocas y lavado de manos cuando tengan necesidad de salir a las ciudades; acudir a los hospitales o al médico ante los primeros síntomas de cualquier gripe, para descartar o confirmar que sea coronavirus. Los mensajes se envían primero a las autoridades políticas y comunales de los pueblos, después ellos envían los podcasts a la comunidad, mismos que son reforzados por los comunicadores en la radio en sus propias lenguas. A decir de Maximilian López (INALI, 2020), son los jóvenes quienes se enteran primero por el acceso a móviles, y luego lo transmiten a sus familiares. Esto, según los participantes en el conversatorio de INALI, ha traído calma, aceptación y cuidado entre las personas, ya que las emisiones de los mensajes se realizan en su lengua por las autoridades del lugar, a quienes les tienen más confianza porque son de la misma comunidad.
Cabe insistir en que Chiapas es un estado del sureste mexicano que comparte frontera con Guatemala; tiene una enorme diversidad de pueblos y culturas, todas marcadas por una historia de conquista, coloniaje y expansión de los Estados modernos que han invisibilizado sus derechos a la información y otros más básicos. De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020), cuyos resultados aparecen recopilados en un texto denominado El derecho a la información de los pueblos indígenas y afrodescendientes: obligaciones urgentes en América Latina, en la actualidad estos pueblos presentan mayores niveles de pobreza, marginalidad, por lo que son más susceptibles al rumor. Con la crisis sanitaria salió a relucir lo mencionado líneas arriba y que hoy más que nunca se hizo evidente: la separación abismal de quienes tienen privilegios de clase con quienes no los tienen y carecen de computadoras o teléfonos inteligentes con suficiente capacidad de memoria para descargas de aplicaciones, o capacitación para hacer uso de las plataformas; por si fuera poco, con las actividades escolares se dio también una separación abrupta de los tecnologizados y no tecnologizados.
En este contexto, el rumor se volvió un problema social. Para Agabem (2020), una “verdad” que se construye a partir de una noticia o un video conspiracionista puede llegar en el momento justo, es decir, el momento en que todos comparten ese miedo a la pandemia, pero no se sabe cómo enfrentarla, por lo que puede ser tomado como verdad, sin comillas. Por su parte, Yuval Noah Harari, historiador israelí, menciona como una sentencia que “la velocidad a la que se desarrolla [la tecnología] solo se va a acelerar” y cambiará todas las certezas de la vida humana (Infobae, 2020). Ante esto queda la incertidumbre sobre el futuro de los no tecnologizados y de los poco escolarizados, es decir, de los pueblos no hablantes de la lengua franca, de los pobres y los analfabetos.
Atendiendo a nuestro análisis vertido, el rumor en su campo discursivo y asociado a un nuevo agente como los medios sociodigitales permiten que su producción, circulación y consumo tenga alcances inimaginables en la población, genera dinámicas de dominación y control. Estos medios contienen información dirigida a países y personas en específico, que coinciden con sus creencias, miedos y maneras de consumir, de este modo, han creado algoritmos que detectan las preferencias de sus habitantes. Por ello, cuando un rumor encuentra un contexto de verosimilitud, puede provocar diferentes reacciones y pánico colectivo. En el contexto de la pandemia por el Covid-19 se generó infinidad de información con rumores positivos, negativos o conspirativos, misma que los gobiernos no aclararon del todo, provocando desorientación y reacciones de violencia.
En Chiapas, una entidad con estadísticas elevadas de analfabetismo y falta de comprensión lectora, los rumores editados con imágenes, así como narrativas sencillas y comprensibles, encontraron un contexto de verosimilitud en las culturas orales; los cuales en la interdiscursividad y la memoria colectiva de discriminación, explotación, abandono y pobreza, exacerbaron el pánico colectivo y provocaron que las personas se unieran, organizaran y protegieran contra un enemigo invisible. De este modo, la crisis vivida por la pandemia y los rumores digitalizados activaron sentidos aún no resueltos que fueron materia prima para los diarios locales y nacionales.
Los casos analizados en los apartados anteriores dan cuenta de los efectos que tienen los rumores al encontrar contextos de verosimilitud y, al mismo tiempo, permiten conocer las causas específicas que crean estos escenarios, evidenciando la intervención de otros factores como son las creencias populares y ciertos eventos suscitados que permiten explicar de manera lógica el comportamiento de los pobladores de las comunidades referidas en este trabajo. En ese sentido, los escenarios digitales se legitimaron como medios informativos en Chiapas gracias a la poca legitimidad que poseen los gobiernos estatales y federales para desmentir.
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