Vol. 17 N° 2
Julio - Diciembre 2025
El artículo analiza el concepto de Ser Colectivo como fundamento epistemológico en la formación investigativa del nuevo ciudadano militar, desde una perspectiva filosófica y educativa que responde a los desafíos contemporáneos de la seguridad de la nación. El estudio se desarrolla bajo el paradigma cuantitativo, mediante una investigación documental de nivel descriptivo y diseño bibliográfico, utilizando el análisis de fuentes doctrinarias, filosóficas y educativas. Se examina el papel del sujeto militar como agente corresponsable en la construcción de la nueva venezolanidad, articulando valores republicanos, conciencia histórica y compromiso cívico-militar. Los hallazgos evidencian la necesidad de redimensionar el Ser Militar desde una perspectiva ética y pedagógica, desmitificando los paradigmas tradicionales de la investigación en la educación castrense y proponiendo una nueva visión formativa para el ciudadano militar del siglo XXI. Se plantea una propuesta decolonial que promueve la excelencia y la virtud como pilares para la reflexión histórico-crítica y el pensamiento lógico-prospectivo, necesarios en el liderazgo castrense.
This article analyzes the concept of Collective Being as an epistemological foundation for the investigative training of the new military citizen, from a philosophical and educational perspective that responds to contemporary challenges to national security. The study is developed under a quantitative paradigm, using descriptive documentary research and a bibliographic design, employing the analysis of doctrinal, philosophical, and educational sources. It examines the role of the military subject as a co-responsible agent in the construction of the new Venezuelan identity, articulating republican values, historical awareness, and civic-military commitment. The findings demonstrate the need to redefine Military Being from an ethical and pedagogical perspective, demystifying traditional paradigms of research in military education and proposing a new formative vision for the 21st-century military citizen. A decolonial proposal is put forward that promotes excellence and virtue as pillars for historical-critical reflection and logical-prospective thinking, essential for military leadership.
La formación del nuevo ciudadano militar exige una relectura epistemológica que articule la dimensión ética, investigativa y estratégica del liderazgo castrense. Esta articulación debe estar en sintonía con los lineamientos de la unión cívico-militar y el fortalecimiento de la seguridad de la Nación. En este marco, el Ser Colectivo se presenta como la categoría filosófica esencial que orienta la construcción de una conciencia histórica, crítica y corresponsable, capaz de responder de manera efectiva a los desafíos del orden internacional contemporáneo.
La agenda global, marcada por una estructura unipolar en decadencia, genera tensiones sociales profundas al desarticular la vocación profética del ser humano y su capacidad de apostolado. Los valores, como eje transversal de dicha vocación, deben ser avivados desde una visión histórica que se articule al legado de los preclaros, rescatando la dimensión comunitaria de la realización personal frente a las seducciones alienantes del poder, el placer y el dinero.
En este contexto, se observa una evolución compleja de los conflictos y amenazas, caracterizados por su naturaleza no convencional y la participación de actores no estatales. El peligro se manifiesta de forma anónima y extendida, alimentado por tecnologías sofisticadas que desafían los sistemas tradicionales de defensa. Frente a esta realidad, la memoria histórica adquiere un papel estratégico: recordar el pasado y reconstruirlo críticamente permite afrontar un futuro incierto con mayor lucidez doctrinaria.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en su artículo 1, establece que Venezuela es irrevocablemente libre e independiente, fundamentando su patrimonio moral en los valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional, inspirados en la doctrina de Simón Bolívar. Estos principios constituyen derechos irrenunciables de la Nación, y deben ser interiorizados por el ciudadano militar como parte de su formación ética y epistemológica.
A nivel nacional, la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación (2014) introduce el concepto de seguridad y defensa integral, reafirmando la corresponsabilidad entre sociedad y Estado. Esta concepción profundiza la relación entre desarrollo integral y seguridad de la nación, asignando al estamento armado y a la sociedad civil tareas de participación activa en la defensa del país. Las reformas posteriores a 2015 en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana responden a la transformación de los escenarios de conflicto, adaptándose a las nuevas amenazas que enfrenta la República Bolivariana de Venezuela.
Desde la filosofía de la educación, el Ser Colectivo emerge como categoría integradora que permite superar la fragmentación del sujeto militar, orientándolo hacia una praxis investigativa comprometida con la transformación institucional y comunitaria. Esta visión propone una educación castrense centrada en la virtud, la corresponsabilidad y el pensamiento estratégico, como tributo a la defensa integral de la Nación.
La agenda del orden internacional unipolar genera, entre otros efectos, profundas problemáticas de carácter social, derivadas de su incapacidad para fomentar la vocación profética del ser humano y su sentido de apostolado. Los valores, como eje transversal de dicha vocación, constituyen pilares de la conciencia histórica y del pensamiento crítico, y deben ser avivados desde una visión histórica que se articule al legado de los preclaros.
En este contexto, se evidencia una evolución compleja y progresiva de los conflictos y amenazas, caracterizados por su naturaleza no convencional y por la participación de actores no estatales. El peligro se manifiesta de forma anónima y extendida, alimentado por tecnologías cada vez más sofisticadas que desafían los sistemas tradicionales de defensa. Ante esta realidad, la seguridad nacional se ve limitada en sus respuestas, lo que exige una relectura del pasado y una reconstrucción crítica de la memoria como herramienta para afrontar un futuro incierto. Las memorias, al ser frágiles, olvidan y se reconstruyen de manera sucesiva.
Juárez (2012) advierte que “la conciencia de la falta de educación en valores coincide con la desgana cultural para cultivarlos” (p. 1). Esta carencia ha sido sustituida por categorías alienantes de realización personal como el poder, el placer y el dinero, que mutilan la verdadera realización comunitaria del ser humano. Este pensamiento, cada vez más extendido, permite disimular las angustias existenciales mediante el consumo superficial y los vicios, evitando el enfrentamiento con la pregunta por el sentido de la vida. Esta desviación ataca directamente el núcleo de la familia: el amor. Por ello, se debe educar para amar, y amar compartiendo. Cuando estos valores se multiplican, el ser humano se encuentra con menos desigualdades y mayor sentido de pertenencia.
No obstante, la crisis de valores no es el único desafío. Chacín, Cobos y Aray (s/f) señalan que la investigación en el entorno universitario se ha caracterizado por ser desarticulada, individualista y desvinculada de las exigencias sociales, lo que resulta en una escasa producción que, además, carece de promoción para su aprovechamiento. Esta crítica es sustentada por Marín (2018), quien analiza el impacto de la crisis económica y social en la productividad académica del personal docente y de investigación, validando que el contexto adverso es la raíz del deterioro y la baja producción. Esta situación desvirtúa la función primordial de la universidad la participación activa en el desarrollo de las comunidades y del país, lógicamente, se extiende al ámbito militar, afectando la formación investigativa del ciudadano que la Nación requiere.
En consecuencia, la resignificación del ser militar y su formación adquieren una connotación estratégica orientada a una construcción colectiva con pertinencia social. Esta visión es coherente con el postulado de Rodríguez, Marín y Sánchez (2021), quienes señalan que "la universidad está al servicio de la Nación". Dicha premisa no solo implica un compromiso académico general, sino que exige una educación castrense que trascienda la mera instrucción defensiva, fundamentándose en los intereses nacionales y en la transformación institucional. Por lo tanto, la formación militar debe asegurar la creación de un ciudadano militar con las competencias necesarias para la participación activa en el desarrollo integral del país.
Desde la filosofía de la educación, Priscilla (2000) sostiene que una de sus funciones esenciales es la articulación de la "concepción del mundo y de la vida, los valores, y el derecho y el deber de educar", entendida como un intercambio constante de ideas. En este marco, el diálogo Protágoras de Platón se erige como una fuente rica para comprender que la virtud puede enseñarse y que los valores son el eje transversal más importante en la formación del ciudadano militar. Dicho diálogo plantea la virtud (areté) como excelencia, y Protágoras afirma poseer la capacidad de instruir en este arte, una gran aspiración en la Antigüedad. No pueden omitirse las funciones fundamentales de la filosofía educativa antropológica, epistemológica-metodológica y teleológica, todas presentes a lo largo del diálogo Protágoras y esenciales para alcanzar la virtud. Cada una aporta elementos clave para la formación del ciudadano, pero es la función axiológica la que adquiere mayor protagonismo en el texto platónico, siendo objeto de los cuestionamientos más incisivos por parte de Sócrates. Esta función será el eje central de análisis en el presente artículo.
Es fundamental comprender cómo Protágoras expone su método pedagógico ante Sócrates, revelando una filosofía de la educación que no se orienta a la especialización técnica, como en el caso de Hipías (Cfr. Protágoras, 318e), sino a la enseñanza de aquello que realmente interesa a sus discípulos: la areté política. Es decir, la formación de buenos ciudadanos (Cfr. Protágoras, 318e5–319a5). Este conocimiento, según Protágoras, no es teórico sino práctico: se es buen ciudadano cuando se actúa como tal (Cfr. Protágoras, 324d–328d). Su enseñanza no consiste en transmitir definiciones abstractas sobre la virtud, sino en cultivar el saber hacer, lo que Vega (1997) denomina “una educación fundada en creencias compartidas”. Como afirma el sofista: “Joven, si me acompañas te sucederá que, cada día que estés conmigo, regresarás a tu casa hecho mejor, y al siguiente lo mismo. Y cada día, continuamente, progresarás hacia lo mejor” (Cfr. Protágoras, 320b–c).
De acuerdo con esta perspectiva, las condiciones de la naturaleza humana permiten al hombre aprender areté, cualidades que, mediante la educación, lo conducen a la virtud, la autoliberación y la autorealización, posibilitando la transformación de la realidad. La historia de Prometeo (Cfr. Protágoras, 320c8–322d5) ilustra cómo el conocimiento puede nutrir la virtud y cómo la polis hace virtuoso al individuo, al tiempo que los ciudadanos hacen virtuosa a la polis. Se trata de una relación recíproca que nos lleva a reflexionar sobre el vínculo esencial entre lo particular y lo colectivo, como dimensión teleológica de la educación.
La virtud (areté), por tanto, sí se enseña y se aprende. La tesis central, expuesta en el Protágoras, es que su manifestación no es producto de la naturaleza ni del azar, sino resultado de la educación y el ejercicio; "Si se presenta en alguien, es a partir de un cuidado, eso es lo que trataré de mostrar en seguida" (Cfr. Protágoras, 323c6–8).
Esta creencia se refleja en la práctica social: castigamos al injusto y al impío porque tácitamente suponemos que sus faltas no son innatas, sino consecuencia de la falta de formación (Cfr. Protágoras, 323c8–323e3). La virtud se manifiesta y adquiere su esencia en el hacer diario dentro de la comunidad, un punto que el diálogo subraya al preguntar: “Y si quieres reflexionar, Sócrates, qué efectos logra el castigo de los malhechores, esto te va a enseñar que los hombres creen que es posible enseñar la virtud” (Cfr. Protágoras, 324a3–6).
Para Protágoras, el hombre virtuoso es justo, sensato y piadoso. La enseñanza de la virtud política está orientada a la polis y no se limita a la teoría, sino que se expresa en el ejemplo y en la acción ética. Enseñar virtud implica formar en la buena conducta, más que en el dominio técnico de disciplinas como la gramática o la música: “Que cuide más de la formación de la buena conducta que del manejo de la gramática y la cítara” (Cfr. Protágoras, 325e–d).
Luego de analizar la excelencia y la virtud en Platón, se aborda el concepto del Nuevo Ciudadano Militar, el cual, según Álvarez (2021) en su tesis doctoral Enfoque Teórico Emergente para la Praxis Educativa en el marco de la Seguridad de la Nación, se articula con los aportes de la teoría de La Militaridad desarrollada por Aguana (2015). Esta propuesta comprende tres dimensiones fundamentales: la afectivo-volitiva, referida a la esfera psicológica; la cognitiva, vinculada al conocimiento; y la ideológica, basada en el hecho socio-militar. Estas dimensiones se despliegan en tres categorías dialécticas: la orientación del proceso formativo militar bolivariano, la intencionalidad del contenido axiológico de La Militaridad y la contextualización territorial de la formación militar. En conjunto, configuran un proceso de sistematización pedagógica orientado a la seguridad, la defensa y el desarrollo integral en el marco de un Estado democrático y social de derecho y de justicia.
Aguana (2015) destaca que el propósito esencial de esta formación es forjar hombres y mujeres como ciudadanos militares ejemplares, virtuosos y responsables, proyectados hacia el futuro como garantes de la seguridad de la Nación y de la defensa integral del territorio que les corresponde proteger. Este ser militar, afirma el autor, “sigue la carrera de las armas para obtener el honor que ella le da, con el propósito único de alcanzar la tranquilidad de su alma y la bendición de su pueblo, lo que lo impulsa a la superación continua” (p. 24).
En cuanto al Honor, concebido como valor supremo del ser militar, Aguana (2014) lo define como “un principio ético mediante el cual el Ser militar, miembro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, se consagra al cumplimiento cabal de sus deberes militares, se sacrifica y ejerce los valores bolivarianos con el fuego sagrado que alimenta su espíritu patrio, a la vez que consolida la Seguridad de la Nación, desde la perspectiva humanista de la defensa integral” (p. 60).
Para el autor de este artículo, y en consonancia con la filosofía educativa militar bolivariana, el honor militar constituye la piedra angular de la fundamentación axiológica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Esta visión se fundamenta en diversos documentos doctrinales, tales como el Documento Rector de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela (UMBV), la Cartilla del Guardia Nacional Bolivariano (artículo 1) y el Código de Honor (artículo 3). En este sentido, dicho código expresa las características conductuales esenciales del proceso de la Militaridad, revelando su naturaleza individual y ética. Este modelo pedagógico, nutrido por el pensamiento militar bolivariano y por los hallazgos de investigaciones pioneras en el campo, ha establecido como objetivo central la consolidación, en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, de actitudes críticas, participativas, dinámicas y protagónicas. Estas actitudes se fundamentan en el valor por excelencia, el Honor Militar que, según Aguana (2014), constituye el eje transversal de los valores bolivarianos. Es el único valor que condiciona al ser militar desde su interioridad, sin depender de agentes externos o sociales. En este marco, se revela la orientación de los intereses investigativos de la educación militar: una investigación comprometida con los intereses permanentes de la Nación venezolana.
Esta fundamentación axiológica contribuye, en el ejercicio de la faena militar, a la expresión consciente de ideas, pensamientos y emociones, fortaleciendo la identidad del ciudadano militar como sujeto ético y comunicador de valores. Una vía para alcanzar estas potencialidades es la implementación de estrategias pedagógicas que promuevan un aprendizaje significativo, orientado al desarrollo de habilidades y destrezas que permitan formar agentes multiplicadores de valores a lo largo de la vida militar, con profundo amor patriótico y sentido de pertenencia nacional.
En este mismo contexto de exigencia formativa, se destaca la necesidad de generar, transformar e integrar a la práctica investigativa un conocimiento interdisciplinario, capaz de responder a los desafíos de un mundo sometido a constantes ataques por parte de los intereses imperiales de la unipolaridad. Este imperativo se sustenta en la resiliencia del docente universitario, la cual, según Rodríguez y Marín (2023), debe abordarse desde una mirada que integre la labor pedagógica para la formación investigativa militar por cuanto en contextos de crisis social, económica o tecnológica, la capacidad de transformación del docente asegura que los procesos de enseñanza-aprendizaje, y, por ende, los procesos de investigación, no se detengan. Esto es fundamental para el ámbito militar, donde la necesidad de conocimiento y actualización estratégica es constante e ineludible.
De allí que, la resiliencia pedagógica permite al profesorado innovar en las metodologías de investigación aplicadas al estudio castrense. Esto trasciende el modelo tradicional de aula, facilitando la creación de escenarios de investigación más complejos, interdisciplinarios y orientados a la solución de problemas reales de la Seguridad y Defensa de la Nación. Por otra parte, el docente que demuestra resiliencia ante la adversidad no solo sobrevive, sino que transforma su práctica. Esta actitud se convierte en un modelo para el estudiante militar, enseñándole que la investigación no es un proceso lineal, sino una praxis dinámica que requiere pensamiento crítico y adaptabilidad. Al mantener y elevar la calidad de la formación investigativa, el docente contribuye a que el ciudadano militar genere su propio conocimiento estratégico, rompiendo la dependencia de doctrinas importadas. Esto es esencial para alcanzar la soberanía epistemológica necesaria para enfrentar los desafíos de la unipolaridad.
En esencia, la resiliencia pedagógica del docente es el motor que asegura la calidad y la pertinencia ideológica de la formación, facultando al militar para ser un agente activo en la generación de conocimiento para la defensa integral. La resiliencia, vista como una capacidad de transformación, es necesaria para superar los obstáculos inherentes a los contextos de crisis, garantizando así la continuidad y calidad de la producción científica. Por ende, la resiliencia es el motor que permite al docente innovar en metodologías de investigación y gestión del conocimiento, fortaleciendo el pensamiento crítico y la capacidad prospectiva como herramientas de emancipación y soberanía epistemológica frente a la hegemonía global.
Esta fortaleza es vital, pues la estructura hegemónica busca enajenar la conciencia histórica del sujeto social, debilitando su capacidad de lucha por la emancipación del pensamiento y su vocación comunitaria. Frente a esta amenaza, la Seguridad de la Nación se erige como misión gloriosa, y la praxis militar como acción colectiva comprometida que incluye la investigación estratégica como herramienta de defensa integral y transformación institucional. La investigación, en este sentido, se convierte en el fundamento epistemológico para la autonomía y la resistencia.
Aguana (2015) sostiene que el miliciano debe ser concebido como un sujeto activo en la toma de decisiones estratégicas para la defensa de la Nación, desde su inserción en la comunidad. Esta visión reivindica el arte de la guerra como herramienta para superar las crisis económicas, sociales y medioambientales, y se encuentra plenamente expresada en el modelo de La Militaridad, que articula la praxis investigativa con la corresponsabilidad territorial y el protagonismo popular De.
La integración de la filosofía educativa, la formación axiológica y la visión decolonial del liderazgo castrense se sintetiza de manera visual. Dicha Sistematización Praxiológica se esquematiza y detalla en la Figura 1, ofreciendo una comprensión gráfica de la articulación de los pilares teóricos.
Figura 1. Sistematización praxiológica
De la figura 1, se infiere, que existe una armonía entre la contextualización territorial para la militaridad y la apropiación de la faena militar bolivariana, con su concreción en los métodos de investigación científico militar ya que se pone de manifiesto a través de la formación de las milicias, en las doctrinas dialéctico materialista de una sociedad dividida en clases, para ir articulando el proceso de formación militar en el Estado democrático y social, de derecho y justicia.
Esto implica que la investigación en el marco de la educación militar, conforme a las exigencias del siglo XXI, requiere una profunda reinvención. Este proceso demanda asumir nuevos retos que permitan observar la realidad desde múltiples ópticas, aproximarse a ella con sensibilidad crítica, interpretarla con rigor y dotarla de un sentido humanista que ubique al investigador en el reconocimiento del “otro”. Solo así se posibilita que el saber colectivo participe activamente en la transformación de dicha realidad (Chacín, Cobo y Aray, s/f).
En este contexto, Rodríguez, Marín y Sánchez (2021) reafirman esta visión al señalar que la praxis pedagógica universitaria es un fenómeno complejo, lo cual invita a la construcción de modelos alternativos que respondan a las necesidades del país y a los desafíos del contexto global. Esta perspectiva multireferencial, multidimensional y ecológica constituye un eslabón fundamental para orientar la comprensión de los procesos de investigación en un entorno marcado por la incertidumbre (Chacín, Cobo y Aray, s/f).
En este orden de ideas, los valores deben estar dirigidos al fortalecimiento de los movimientos sociales, al protagonismo comunitario y a la formación de personas libres, capaces de aportar a los enfoques emancipadores y a las ideologías contrahegemónicas. Se trata de promover, mantener y garantizar la construcción del pensamiento de Bolívar, de Simón Rodríguez y del ejemplo del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, entre otros. Esta tarea representa una verdadera deuda histórica con el pueblo venezolano.
En consecuencia, el Honor Militar se consolida como la piedra angular de la fundamentación axiológica del sistema educativo militar. Para alcanzarlo, al igual que lo hizo el Gran Mariscal de Ayacucho, es necesario ejercitarse y formarse en la excelencia y la virtud, pilares esenciales en la configuración del nuevo ciudadano militar de la Nación. Desde la perspectiva de la educación militar, se acogen los enfoques constructivista y progresista, enmarcados dentro de una corriente humanista que concibe la educación no como instrumento de conservación estructural, sino como motor de cambio social a través de la transformación personal y colectiva.
A continuación, se presenta un diagrama que ilustra el constructo teórico elaborado por Álvarez (2021) y editado por el mismo autor para la elaboración de este artículo. Su propósito es estimular el descubrimiento del ser histórico desde una perspectiva dialéctica, como aquel que escribe su propia historia y es capaz de transformar su entorno, alcanzando su emancipación desde la corresponsabilidad colectiva, tal como lo establece el Plan de Estudio Simón Bolívar (2010).
Figura 2. Constructo teórico desde el enfoque emergente para la praxis educativa en el marco de la seguridad de la nación
La construcción teórica, se concreta mediante un proceso dialéctico de desmitificación, resignificación y planteamiento de una nueva episteme decolonial bolivariana. Este proceso busca generar conceptos y categorías propias que introduzcan la teoría de La Militaridad como eje formativo dentro del sistema educativo nacional, en articulación con la defensa integral y la corresponsabilidad ciudadana.
La desmitificación constituye una mirada crítica desde la filosofía latinoamericana al poder acumulado por Europa tras la invasión y el genocidio perpetrado durante la conquista de América. Esta crítica apunta a desmontar las estructuras coloniales que han enajenado la conciencia histórica de los pueblos originarios. En este sentido, es necesario desmitificar la concepción del Ser Militar como una profesión aislada, para concienciar sobre su papel en la Nueva Dimensión de la Venezolanidad, donde la defensa integral de la Nación se asume como corresponsabilidad colectiva, y no como función exclusiva del cuerpo castrense.
Esta inquietud surge del análisis crítico del autor frente a la actualización de la Ley Constitucional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (2020), que otorga a la Milicia el carácter de quinto componente de la FANB, consolidando la Unión Cívico-Militar. En este nuevo paradigma, el militar formado bajo el método de Táctica de Resistencia Revolucionaria, se concibe como miliciano: el pueblo en armas, preparado para ejercer liderazgo comunitario tanto en tiempos de paz como de guerra, asumiendo funciones propias del militar profesional.
Por su parte, la resignificación del sujeto histórico se enmarca en la lucha de clases, tal como lo plantea el materialismo histórico en contraposición al idealismo. Esta resignificación permite comprender al ciudadano militar como actor transformador, inserto en una praxis emancipadora que articula lo ético, lo político y lo comunitario.
La investigación se desarrolló bajo un enfoque cuantitativo, sustentado en la filosofía de la educación, el pensamiento latinoamericano y la doctrina bolivariana. Se adoptó un diseño documental y teórico-analítico, orientado a la construcción de categorías emergentes desde la revisión sistemática de fuentes primarias y secundarias vinculadas a la formación militar, la seguridad de la Nación y la episteme decolonial.
La población objeto de estudio estuvo conformada por documentos oficiales, tesis doctorales, textos doctrinarios, leyes constitucionales, artículos científicos y fuentes filosóficas clásicas, entre ellas el diálogo Protágoras de Platón. La muestra fue seleccionada de manera intencionada, atendiendo a su pertinencia teórica, vigencia institucional y relevancia para el campo de la educación militar bolivariana.
El contexto de análisis se enmarcó en el proceso de transformación doctrinaria de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, especialmente a partir de la incorporación de la Milicia Bolivariana como quinto componente, según la Ley Constitucional de 2020. Este hecho histórico permitió resignificar el concepto de La Militaridad como eje formativo y estratégico, articulado a la corresponsabilidad territorial y a la unión cívico-militar.
Como instrumentos de recolección de información se emplearon matrices de análisis documental, fichas de categorización teórica y esquemas de sistematización conceptual. Las técnicas utilizadas incluyeron la lectura crítica, la triangulación de fuentes, el análisis y la interpretación filosófica de textos, con énfasis en la dimensión axiológica, epistemológica y teleológica de la educación militar. Los instrumentos y técnicas de recolección y análisis de información no solo buscaron la descripción, sino la interpretación crítica y la construcción de un nuevo marco conceptual.
Matrices de Análisis Documental: Se utilizaron para desglosar documentos clave (doctrina militar, leyes, textos filosóficos), identificando patrones de lenguaje, la frecuencia de conceptos axiológicos (honor, virtud, deber) y la relación entre la filosofía educativa y la praxis castrense.
Fichas de Categorización Teórica: Estas fichas permitieron organizar citas, paráfrasis y conceptos emergentes, agrupándolos bajo categorías de análisis preestablecidas y emergentes, facilitando la construcción del marco teórico.
Esquemas de Sistematización Conceptual: Herramientas gráficas y textuales empleadas para mapear las interconexiones entre las categorías filosóficas (ej. Ser Colectivo, Virtud, Resiliencia) y los lineamientos militares, culminando en la Sistematización Praxiológica del estudio.
El núcleo del análisis de datos residió en la aplicación de procedimientos inductivos y reflexivos, los cuales permitieron trascender la mera descripción documental y avanzar hacia la generación de conocimiento teórico. El proceso se ejecutó de la siguiente manera:
Identificación de Núcleos Temáticos: A partir de la densidad y la recurrencia de las categorías organizadas en las fichas y matrices (ej., honor, decolonialidad, resiliencia), se identificaron los núcleos temáticos centrales del estudio. Estos núcleos no solo agrupaban datos, sino que reflejaban las preocupaciones y los pilares fundamentales de la formación militar en el contexto actual.
Establecimiento de Relaciones entre Categorías: Mediante la reflexión constante y el análisis de interconexión (apoyado por los esquemas de sistematización), se establecieron las relaciones causales, funcionales y axiológicas entre los núcleos temáticos. Por ejemplo, cómo la Resiliencia (Rodríguez y Marín, 2023) se relaciona con la Virtud (Platón) para fortalecer el Ser Colectivo y, finalmente, lograr la Praxis Emancipadora (Doctrina Bolivariana).
Construcción del Modelo Teórico Emergente: La articulación coherente de estas relaciones generó el modelo teórico emergente del estudio. Este modelo, al no ser preestablecido, es una contribución original que representa la nueva comprensión de la formación castrense, visualizada en la Sistematización Praxiológica. Se compararon las conclusiones con investigadores actuales para asegurar la validez externa y la pertinencia en el debate académico.
Resultados
Los aciertos del estudio confirman que La Militaridad constituye un proceso formativo integral, orientado al perfeccionamiento de la unión cívico-militar y a la creación del Nuevo Ciudadano Militar. Este proceso, sustentado en una episteme decolonial bolivariana, se articula con la multiculturalidad del país, reconociendo la riqueza humana de sus regiones como engranajes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), complementada por la Milicia Bolivariana como quinto componente.
Estos encuentros se integran en un modelo pedagógico que articula la virtud, el conocimiento y el compromiso colectivo como pilares de la transformación institucional y comunitaria.
Los resultados obtenidos se contrastan con investigaciones previas que confirman la necesidad de una educación militar centrada en valores éticos, pensamiento crítico y protagonismo comunitario. Villavicencio (2025) sostiene que los liderazgos universitarios deben ser transformacionales, abiertos a la comunidad y orientados a una educación para la vida, integradora de saberes y conocimientos. Esta visión coincide con la propuesta de La Militaridad, que promueve una formación humanista, cristiana y antiimperialista.
Asimismo, Napolitano (2003) advierte sobre la urgencia de una educación que apunte “al conocimiento, la investigación y a los valores éticos universales”, en respuesta a los intereses foráneos que buscan dividir y someter a los pueblos. Esta postura refuerza la necesidad de descolonizar la formación ciudadana y construir una identidad cultural que incluya a todas las regiones de Venezuela.
La inclusión de la Milicia como quinto componente de la FANB, representa un giro histórico que exige una resignificación del sujeto militar. Esta transformación implica enseñar la virtud como lo proponía Protágoras: no como teoría abstracta, sino como práctica cotidiana que forma ciudadanos capaces de actuar con excelencia.
La discusión confirma que el modelo de La Militaridad no solo responde a los desafíos del presente, sino que ofrece una vía para la emancipación del pensamiento, la reconstrucción de la conciencia histórica y la consolidación de una pedagogía militar con sentido ético, territorial y doctrinario.
La construcción colectiva y pertinente de la investigación militar constituye un proceso social complejo, profundamente vinculado a los intereses nacionales y al proyecto histórico de país. Este proceso no solo forma un Ser Social Militar con capacidades técnicas y operativas, sino que lo configura como sujeto ético, político y espiritual, dispuesto a defender la patria desde una concepción antiimperialista, anticolonialista, humanista y cristiana. Se trata de una formación integral, inspirada en el ideario bolivariano y en los valores de los precursores y precursoras de la independencia, que trasciende la instrucción convencional para convertirse en praxis emancipadora.
El constructo teórico presentado se inscribe en la Doctrina Bolivariana, encontrando en la praxiología de La Militaridad una fórmula para el perfeccionamiento constante de teorías que se contraponen al pensamiento capitalista y a las lógicas de dominación global. Esta praxiología propone una pedagogía militar que, al asumir la honradez como valor fundante, responde a la crisis moral contemporánea y a la necesidad urgente de religación con lo trascendente. Tal como lo expresa el libro de los Proverbios (1,13): “el temor a Dios es el principio de la sabiduría” (Biblia de Jerusalén, 2009), la formación del ciudadano militar debe recuperar el vínculo espiritual como base de su conducta ética y de su compromiso con la Nación.
En un mundo marcado por “guerras permanentes” y “guerras sin límites”, que buscan devastar los principios éticos, morales y culturales de los pueblos, la educación militar debe provocar un cambio profundo y sostenido. Este cambio no puede ser meramente estructural o técnico; debe ser ontológico, epistemológico y axiológico. Como enseña Protágoras: “La educación debe provocar un cambio, partir de un cierto estado para lograr otro mejor” (Cfr. Teeteto 167a 1–7). Esta es la misión del nuevo ciudadano militar: transformar su entorno desde la virtud, el conocimiento y el compromiso colectivo, asumiendo su rol como defensor de la soberanía, constructor de paz y promotor de justicia social.
En definitiva, el artículo reafirma que descolonizar la formación ciudadana y militar no es solo una tarea académica, sino un proyecto de vida nacional. La identidad cultural venezolana, en su diversidad territorial, espiritual y doctrinaria, debe ser el fundamento de una educación para la vida, que forme líderes éticos, críticos y comprometidos con la transformación de la realidad. Esta es la verdadera dimensión del pensamiento bolivariano: formar ciudadanos virtuosos que, desde la corresponsabilidad y el amor al pueblo, sean capaces de escribir su propia historia y garantizar la defensa integral de la Nación.
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